La factura del viaje a Moscú llega al FMI

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Nota extraída de La Nación por Florencia Donovan

En los EE.UU. entienden que, con el acuerdo, el Gobierno de Fernández no va a cambiar mucho, sólo está comprando tiempo 4 febrero, 2022

La economía argentina entró en tiempo de descuento. Si el Gobierno de Alberto Fernández no logra aprobar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para marzo, no hay plan B. No lo tienen los funcionarios del equipo económico pero tampoco los burócratas del FMI, quienes como gran parte del establishment de Washington hablan con cierta resignación sobre la Argentina.

Quedó claro en el diálogo que esta semana mantuvo el número uno del FMI para el Hemisferio Occidental, Ilan Goldfajn, con banqueros, y se infiere de las palabras de ayer de la directora gerente, Kristalina Georgieva. En los EE.UU. entienden que, con el acuerdo, el Gobierno de Fernández no va a cambiar mucho, sólo está comprando tiempo.

Por estas horas, por caso, gran parte de la ilusión del equipo económico se centra en poder tener del FMI un desembolso inicial de entre US$10.000 millones y hasta US$15.000 millones para fortalecer las reservas de Banco Central (BCRA), y así garantizar la paz cambiaria hasta abril, cuando comienzan a entrar los dólares de la soja.

La escasez de dólares desvela no sólo al presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Ángel Pesce, que no descarta en el corto plazo seguir afinando el cepo, sino que también pone en riesgo la recuperación de la economía, que según en el Gobierno esperan que sea este año de más del 4% (los pronósticos privados son más conservadores). “Un éxito para Alberto sería que la economía crezca 3% anual estos dos años, con crecimiento de empleo”, admite un colaborador del Presidente, que sigue los números.

Se supone que en este desembolso inicial estarán incluidos los US$3800 millones que ya se le pagó al FMI en 2021, además de los desembolsos por US$3200 millones que deberán hacerse en marzo próximo. Pero el principal argumento que puso la Argentina sobre la mesa de negociación es bien sincero: las reservas están demasiado bajas, peligrosamente bajas. Y todo indica que hasta abril podrían seguir descendiendo. El economista Fernando Marull calculaba que, al 2 de febrero pasado, las reservas netas del BCRA –descontando los encajes, el préstamo de China, la línea de crédito del Banco de Basilea, entre otros préstamos– eran de apenas US$654 millones, mientras que las líquidas eran negativas en US$2911 millones. “Esto significa que el BCRA está acumulando deuda con algún activo propio. oro, por ejemplo”, explica Marull.

El secretario de Comercio, Roberto Feletti, lo puso en palabras ayer en declaraciones a la radio El Despate: “Focalizar la discusión en el ajuste fiscal no es lo viable. Hay que enfocar siempre el sector externo. Todas las tensiones se alivian si aumentan los dólares en las reservas del Banco Central”, dijo.

Es por ello que también uno de los objetivos de la visita de Fernández a China será conseguir que el Gobierno de Xi Jinping habilite a la Argentina a usar el swap (préstamo) por US$20.436 millones que ese país le dio al BCRA para todo tipo de pagos y no sólo para cubrir las operaciones de comercio exterior entre ambos países. Hasta ahora, detalla Marull, sólo se usaron de ese préstamo US$ 500 millones para el pago de importaciones. Además, Fernández le pedirá a su par chino que reanude el financiamiento de las centrales hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en Santa Cruz, estimado en un total de US$4714 millones. En su momento China había atado la continuidad de la obra al acuerdo con el FMI.

En su escala en Rusia, la delegación argentina buscó avanzar en potenciales proyectos energéticos y ferroviarios. Dólares, deben llegar dólares, no importa qué.

Lo que no está claro aún es cómo afectarán estas negociaciones paralelas tanto con China como con Rusia con países miembro del FMI, que luego deberán validar en el directorio del organismo el memo que los funcionarios argentinos hayan elaborado en coordinación con el staff. No sólo está en duda la aprobación del acuerdo en el Congreso, ¿tiene la Argentina garantizados los votos del directorio del FMI? Rusia se ha transformado para Europa y para los Estados Unidos en una gran amenaza. La tensión por la posible avanzada rusa sobre Ucrania sigue escalando. Ayer, la OTAN advirtió que el despliegue militar ruso en Bielorrusia es el mayor desde la Guerra Fría. No parece una cuestión menor.

En este contexto, poco acertadas lucen las palabras de Fernández, que ante Vladimir Putin declaró que “La Argentina tiene que dejar de tener esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos”. ¿Sabe que EE.UU. tiene poder de veto en el directorio del Fondo? ¿Sabe que lo que le espera sin acuerdo con el FMI? Él mismo advirtió, cuando anunció el principio de entendimiento con el Fondo, la semana pasada, que sin acuerdo “no teníamos horizonte ni futuro”. Tal vez algún colaborador debiera recordarle sus palabras.

Más allá de la imprudencia diplomática de Fernández, la suerte tampoco parece acompañarlo, al menos en este frente. Justo ayer, mientras abrazaba a su par ruso, se reunía en Washington la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes para analizar junto a los funcionarios del Departamento de Estado las prioridades y desafíos de Estados Unidos en América latina. La creciente presencia e intervención de China y Rusia en nuestro hemisferio fue el tema más debatido en el encuentro que se hizo vía zoom.

Los Estados Unidos no es el único país del directorio con esta agenda. Días atrás, el gobierno liberal de Justin Trudeau tuvo que dar explicaciones frente a la oposición conservadora del parlamento canadiense por habilitar la venta de la empresa minera Neo Lithium a una empresa estatal china. Uno de los activos más atractivos de la empresa: una mina en Catamarca, en la Argentina. ¿Será por eso que el gobernador Raúl Jalil se sumó a la comitiva presidencial a China? Coincidencias. El parlamentario Ed Fast, ex ministro de Comercio Internacional en Canadá sostuvo que si bien la mina en cuestión se encuentra en la Argentina, “corresponde a Canadá y otros “aliados de libre comercio que siguen las reglas” garantizar que la industria mundial de minerales críticos no sea monopolizada por un país, especialmente uno cuyos intereses “a veces son hostiles hacia los nuestros”.

Financiamiento en duda

Los países clave en el directorio del FMI son casi los mismos países que también definen la suerte de la Argentina en otros multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM). Paradójicamente, el acuerdo con el FMI no cierra si tanto el BID, como el BM y la CAF no aumentan este año su financiamiento a la Argentina. El ministro Martín Guzmán acordó con el Fondo reducir el déficit fiscal a 2,5% del PBI este año, pero además recortar ferozmente la emisión monetaria a 1% del PBI (cuando el año pasado fue casi del 4%). En gran medida, gran parte del otro 1,5% del PBI de déficit se espera financiar con aportes de organismos multilaterales. Un proyecto que luce por demás ambicioso considerando que tanto el BID como el BM tenían previsto reducir su exposición neta a la Argentina este año.

“Es un tema que está negociando Gustavo Béliz”, dijo, confiado, un hombre cercano al Alberto. “Se supone que él lo va a conseguir”, explicó. Béliz es, para quienes responden a Fernández, una isla de sensatez dentro de la Casa de Gobierno. En el staff de algunos de estos bancos, sin embargo, temen que, una vez más, el equipo económico esté dando por sentado el éxito de una tarea de tan difícil ejecución. “Saben, porque hace rato que se lo dicen, que es muy difícil conseguir financiamiento neto de estos dos bancos. Tienen límites de riesgo muy estrictos y, en particular el BID, ya está bastante al límite”, señaló un hombre que conoce de cerca el funcionamiento de estos organismos.

Existen, no obstante, en estos bancos unas líneas de crédito de libre disponibilidad, que se pueden usar como apoyo presupuestario y para repagar deuda con el mismo banco, y no sólo para financiar proyectos específicos de gasto. Que se otorguen, sin embargo, depende casi 100% de la política. De nuevo, la clave pasa por Estados Unidos. ¿Bastarán las buenas relaciones de Béliz o de Sergio Massa con el Departamento de Estado para borrar los pasos en falso de Fernández? Se sabrá en los próximos días.

También quedará sincerada en el entendimiento con el FMI la estimación que el Gobierno tiene de inflación para este año. Las fuentes al tanto de los detalles ya admiten que en el documento se hablará de una inflación de entre el 40% y 50% anual. Lejos de la sarasa del 33% que esbozó Guzmán en el Presupuesto 2022 que quedó sin aprobarse por el Congreso, aunque todavía menor que la que les hubiera gustado ver a los burócratas del Fondo. También se hablará de un sendero descendente, pero no se planteará llegar a una inflación de un dígito en los próximos tres años.

En el Gobierno descuentan que, en términos de inflación, el primer trimestre será muy malo. La semana que viene, el BCRA retomaría la suba de tasas iniciada en diciembre –será gradual tanto para la suba de tasas comprometida con el FMI como para ajustar el ritmo de devaluación a la inflación–, mientras que Comercio planea avanzar con un plan para, a través del Mercado Central, financiar la producción de productos que estacionalmente vienen afectando fuerte en el índice.

Algo de esto le planteó el miércoles Feletti al presidente de la entidad. Parece mentira, pero últimamente en las más altas esferas del Gobierno, además del FMI, se habla del problema que representa el alto precio la papa, la cebolla y el tomate. La imagen más fiel de un país cada vez más alejado de los grandes temas.