11S: el día que Wall Street se paralizó, los mercados se hundieron y el mundo cambió para siempre

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11S: el día que Wall Street se paralizó, los mercados se hundieron y el mundo cambió para siempre

Los atentados a las Torres Gemelas cambiaron para siempre al mundo. Las consecuencias cambiaron el curso del mundo, tanto a nivel político como económico

La mañana del 11 de septiembre de 2001 había amanecido con un cielo despejado y una temperatura muy agradable en la ciudad de Nueva York.

Ya desde muy temprano las calles cercanas a las legendarias Torres Gemelas, por aquel entonces uno de los puntos icónicos de la Gran Manzana, comenzaban a poblarse de gente que iba a sus trabajos o simplemente a conocerlas, pero unos minutos más tarde, exactamente a las 8:47 los cimientos de Wall Street temblaron ante el ataque terrorista que tuvo como objetivo el principal centro financiero del mundo.

El ataque a las torres impactó en la vida cotidiana y también en los mercados

La secuencia del ataque

El primero de los aviones que impactó en la Torre Norte era un Boeing 767 que salió de Boston hacia Los Ángeles a las 07:59. El avión fue secuestrado 15 minutos después y se estrelló volando a 708 kilómetros por hora, a las 08:47. En total murieron en forma instantánea las 92 personas que iban a bordo, incluyendo los dos pilotos y nueve asistentes de vuelo. Otras 1.462 personas murieron en el edificio, según la Comisión del 11-S.

El segundo avión era otro Boeing 767 y también salió de Boston algunos minutos después, a las 8:14. El avión fue secuestrado media hora después y se estrelló contra la Torre Sur a las 9:03, volando a 870 kilómetros por hora, a las 09:03.

Los 65 pasajeros a abordo murieron al instante cuando el avión impactó contra el piso 81, abriendo un boquete entre los pisos 77 y 85. Muchas personas que estaban en los pisos superiores pudieron escaparse bajando por la única escalera que no había sido destruida. De las 8.600 personas que se estimaba ocupaban el edificio, 600 murieron.

Otra nave era un Boeing 757 que salió del aeropuerto Dulles de Washington a las 08:20 con destino a Los Ángeles, pero el secuestro comenzó una media hora después y a las 09:38 se estrelló contra el Pentágono volando a 850 kilómetros por hora, con un saldo de 189 personas muertas, de las cuales 64 iban en el avión y el resto eran militares y personal civil que trabajaban en el edificio.

Finalmente, el otro Boeing 757 salió a las 08:42 de Newark, Nueva Jersey y tenía como destino a San Francisco, pero fue secuestrado apenas tres cuartos de hora más tarde. Cuando decolaba, con 10 minutos de retraso, la notica de los otros secuestros ya había comenzado a extenderse. Incluso, los secuestradores irrumpieron en la cabina despúes que el piloto recibiera el aviso. 

El avión se estrelló a las 10:02 contra un campo en Shanksville, Pennsylvania, muriendo las 44 personas que iban en él, incluyendo siete miembros de la tripulación.

Wall Street sufrió caídas y debieron pasar años para que volviera a un ciclo ascendente

El colapso de Wall Street

Apenas habían transcurrido cuarenta y cinco minutos después del primer choque cuando la Bolsa de Nueva York comenzaba sus operaciones en medio de una enorme confusión pues a esa hora nadie sabía a ciencia cierta que era lo que había o estaba sucediendo.

Pero con el correr de los minutos todo comenzó a ser más claro: dos aviones se habían estrellado contra las Torres Gemelas, otro impactaba en el Pentágono y un cuarto caía en Pensilvania.

En la medida que se iba conociendo la magnitud del atentado, el mismo estado de horror e incredulidad que se vivió en las calles de Manhattan tras la explosión, se replicó en los mercados de valores de prácticamente todo el mundo cuyos índices, que se movían con resultados mixtos, terminaron registrando una baja histórica que tardó mucho tiempo en recuperarse.

Así por ejemplo, las bolsas europeas, pese a la diferencia horaria y a lo avanzado de la rueda se tiñeron de rojo para cerrar con pérdidas de hasta el 9 por ciento.

Además, al mismo tiempo que los inversores corrieron a vender sus acciones y dólares, buscaron refugio financiero en el oro, que subió alrededor de 20 dólares la onza, para cotizar al final del día en 291 dólares, su mayor nivel desde junio del 2000.

En cuanto a las plazas de América Latina, todas ellas cerraron sus puertas una tras otra al conocerse el atentado, tratando de evitar mayores consecuencias en sus mercados. Cuando dejaron de operar, la Bolsa de México caía 5,7% y el índice Bovespa de la Bolsa de San Pablo otro 7,5 por ciento.

La Bolsa de Comercio de Buenos Aires suspendió sus operaciones, pasadas las 10.30, cuando sus acciones líderes caían el 5%, el Merval se ubicaba en las 272 unidades y el balance era de una sola especie en alza, 9 bajas y una sin cambios, pero con el paso de los días la ola de ventas no cedió y a principios de octubre tocó el nivel más bajo de los diez años anteriores.

Ante la magnitud del desastre, Wall Street guardó luto durante cuatro días, algo que no ocurría desde 1933 y solo el 17 de septiembre reabrió para tratar de superar el impacto no sólo físico, sino también psicológico, de los ataques.

«Como medida de seguridad, mientras se superan los trágicos acontecimientos de hoy, los mercados han decidido no operar», dijo el presidente de la junta reguladora de mercados de EE.UU., Harvey Pitt.

Cuando Wall Street retomó su actividad, en las cinco ruedas posteriores los índices norteamericanos se desplomaron hasta un 12%, por lo que en el caso del índice S&P 500, ello equivalió a una pérdida de 1,4 billones de dólares.

Este derrumbe arrastró al resto de los mercados, que hasta el día 21 llegaron a perder hasta el 17 por ciento. En este contexto, los sectores más afectados fueron los de aerolíneas, que en el caso de United Airlines cayó un 42%, aseguradoras y turismo.

El punto culminante del derrumbe estuvo dado cuando se conoció el que por entonces fue el mayor escándalo contable y financiero de todos los tiempos, que involucró a Enron y que terminó siendo la mayor bancarrota de la historia, que terminó desencadenando una gran crisis de confianza entre los inversores.

El impacto de su eclosión profundizó aún más las dudas de los inversores y por ende las pérdidas del mercado, pues una vez más el Dow Jones cayó más del 30% frente a la leve recuperación que exhibia luego del atentado.

La debilidad de las bolsas se prolongó hasta marzo de 2003 y solo se registró un punto de inflexión cuando comenzó la segunda guerra a Irak, ya que los mercados interpretaron que la misma sería el fin de un periodo de incertidumbre geopolítica en el Medio Oriente que se había prolongado durante varios meses. En forma paralela, esas subas iniciales posteriormente encontraron un catalizador fundamental en las señales de recuperación transmitidas por Estados Unidos.

Pero debió pasar mucho tiempo, casi dos años, para que recién a partir de 2006 los principales índices bursátiles de Wall Street ingresaran en un ciclo ascendente, respaldado en gran medida por las medidas de expansión monetaria implementadas por el Gobierno de EE.UU.

Esta y otras medidas dieron lugar por aquel entonces a un notable incremento del consumo doméstico, luego focalizado en la llamada «burbuja» inmobiliaria, que desataría posteriormente la crisis económica del 2008.

El nacimiento de esta burbuja estuvo acompañado con un crecimiento extraordinario del déficit público por el alza continua de los créditos de guerra y un fuerte endeudamiento externo.

Pero volviendo al fatídico S-11, las consecuencias económicas, políticas y sociales que trajeron los atentados fue de tal magnitud que muchos analistas, entre ellos Marc Garrigasait, profesor de finanzas de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, denominaron al 11 de septiembre como el día en «que cambió el mundo» y comenzó realmente el siglo XXI.