viernes, abril 19

Parar el virus sin parar del todo la economía

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Nota extraída de Clarìn por Ricardo Roa.

miércoles 18 de marzo de 2020 9:22

La crisis no es solo coronavirus. El Gobierno trata de amortiguar el parate de la economía.


Nunca en este tipo de crisis existe la opción perfecta. Y la que ha elegido el Gobierno para atacar el coronavirus tampoco lo es. La anticipó con todas las letras y sin demasiadas letras reflexionadas el propio Alberto Fernández​: parar el país durante quince días.

En realidad, se está haciendo algo parecido pero no completamente igual. Mandar a chicos, estudiantes, gente mayor y a todos los que se pueda a sus casas y pasar la guadaña a todos los espectáculos y frenar la salida de la gente de las ciudades donde vive.

La estrategia consiste en actuar antes para aplanar en el tiempo la propagación del virus. Y así evitar saltos en la enfermedad que pongan en jaque el sistema de salud. Es recoger la experiencia negativa europea. Frente al incipiente desarrollo en la Argentina, con dos muertos y 79 contagiados, los tres mil muertos y 70 mil infectados de Europa meten miedo.

Más miedo meten los casi 30 mil casos y más de dos mil muertos de Italia y los once mil infectados y 500 fallecidos de España, que demoró en exceso las medidas y perdió la ventaja de semanas que le dio el estallido de la pandemia en su vecino. Italia sólo tenía a mano la referencia de países distantes. Llama la atención la afortunada tasa de muertes en Alemania. ¿Será por esa precisión con que hacen las cosas o es momentáneo?

A horas de declarar el estado de emergencia, el gobierno español no hizo nada para desactivar la manifestación por el Día de la Mujer, desaconsejada por algunos pero convocada con la fuerza ya mayor de las redes. Resultado: ministras y hasta la esposa del presidente de Gobierno Pedro Sánchez que asistieron a la concentración, contagiadas.

Pasó incluso que el vicepresidente Pablo Iglesias, de Podemos y que no es parte del Comité de Crisis, fue a la reunión que declaró el estado de alarma. Iglesias debía estar en cuarentena porque tiene a su pareja y ministra contagiada. Pero no quiso perderse la discusión del paquete económico que debían aplicar y sobre el que tenía diferencias con sus socios socialistas. Descontrol puro. O ego puro.

En lo más nuevo de la nueva política hay cosas de la vieja política que no cambian: los anuncios de las medidas fueron presentados con proclamas en favor de la unidad y apelaciones al patriotismo.

Madrid está poco menos que bajo un toque de queda, con los comercios cerrados salvo supermercados, farmacias y puestos de diarios. La idea es que la gente no se mueva de sus casas ni siquiera para salir a correr. Habían autorizado abrir las peluquerías pero por una lluvia de críticas dieron marcha atrás. Tan absurdo como aquí con el fútbol: los jugadores se saludaban con los codos al salir a la cancha sin hinchas y después se agarraban en los corners o se abrazaban en los goles.

La otra cara de nuestra crisis es que parar el país significa parar una economía ya parada. Frente a lo que hay y a lo que viene, el Gobierno salió de apuro a amortiguar el golpe en servicios como transporte, cine, teatros, hoteles y turismo. No pagarán aportes patronales y el Estado se hará cargo por un tiempo de parte de los salarios. También habrá precios máximos en alimentos que se habían disparado.

Y para dinamizar la economía, subirán el presupuesto de obras públicas y darán más créditos para viviendas y una suma extra en jubilaciones y la asignación por hijo. En una escala muy diferente, Europa y Estados Unidos hacen cosas parecidas. Finalmente la crisis es coronavirus y no solo coronavirus.