domingo, septiembre 29

¿A qué Alberto Fernández le creemos?

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Nota extraída de TN por Carlo9s Pagni

Parecen dos gobiernos, pero es uno solo. Es mentira que sean dos. Hay un presidente, ¿pero cuál es el que dice la verdad? ¿El de la carta de Kulfas o el de la carta de Enarsa?

Estamos ante una situación extrañísima porque pocas veces se vio -si es que se vio alguna vez- a un gobierno que ya funciona como dos gobiernos. A mí me gustaría, para entender esto, que nos olvidemos por algún momento de la anécdota del problema del gasoducto, y veamos este intercambio de acusaciones, de argumentaciones, todas hechas en público, de cartas entre exfuncionarios y funcionarios actuales del Gobierno. Subrayo esto, que parece cada vez más difuso, más borroso: el gobierno de Alberto Fernández, porque el Poder Ejecutivo en la Argentina depende de una persona que es el Presidente, por la Constitución.

Matías Kulfas se despide con una larga carta de seis páginas de su amigo, el Presidente de la Nación, y le explica en esa carta, de manera insólita, que toda la política energética de su gobierno, del gobierno de Alberto Fernández -que es cierto, está manejada por gente que tiene más afinidad con Cristina Kirchner-, es un soberano disparate. Así, enumera las razones por las cuales para él, para Kulfas, todo eso es un disparate.

No teme estar ofendiéndolo a Fernández. Da por sentado de que Fernández no tiene ninguna injerencia en la política energética, que -recordémoslo- depende de Fernández; por debajo de Fernández, de Martín Guzmán, el ministro de Economía; y de ahí, del secretario de Energía y de todos los administradores de entes reguladores, que parecieran ser otro gobierno, pero ya no para la opinión pública, sino para el ministro Kulfas, que le explica al Presidente cómo su política es un disparate.

Lejos de retractarse para llevar calma a la coalición de Gobierno, en su carta de renuncia Matías Kulfas ratificó sus dichos, pocos minutos después de despedirse del presidente Alberto Fernández, en Casa Rosada (Foto: Damián Dopacio/NA)
Lejos de retractarse para llevar calma a la coalición de Gobierno, en su carta de renuncia Matías Kulfas ratificó sus dichos, pocos minutos después de despedirse del presidente Alberto Fernández, en Casa Rosada (Foto: Damián Dopacio/NA)

Hoy aparece un comunicado de Enarsa, que es la empresa hasta mayo llamada IEASA, encargada de construir el gasoducto, que le contesta a Kulfas. Ese comunicado yo recomendaría leerlo por razones culturales, no políticas, no energéticas. Creo que nunca en la historia de la Argentina o de ningún país se escribió un comunicado con semejante dificultad para manejar el idioma. Está escrito por alguien que no puede escribir en español. Le contestan a Kulfas, pero en realidad le contestan a Fernández, diciendo que su política respecto del gas es un defalco, es una estafa al Estado.

La actual política de gas fue elaborada y diseñada por Guzmán, no por Kulfas. En el intento de pegarle a Kulfas, en realidad, le están pegando a Guzmán, que es el verdadero problema del kirchnerismo por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y dicen más: le reprochan la política de tarifas, y le sugieren a Kulfas, que ya no es ministro, es decir, le hablan a Fernández, que haga un congelamiento tarifario. Son dos gobiernos, pero es un gobierno. Es mentira que sean dos. Hay un presidente, ¿pero cuál es el que dice la verdad? ¿El de la carta de Kulfas o el de la carta de Enarsa?

Se necesitan inversores para el gasoducto. (Foto: Twitter/@Energia_ArgOk)
Se necesitan inversores para el gasoducto. (Foto: Twitter/@Energia_ArgOk)

Ahora hay dos problemas. El primero. Alberto Fernández sale de viaje esta semana. Va a ir a Estados Unidos y después tiene pensado ir a Europa a ofrecer gas. ¿Por qué gasoducto va a pasar el gas que va a vender? Sin embargo, hay un problema anterior a este: ¿quién va a invertir para poner el gas en el gasoducto? Porque ese gas hay que sacarlo de abajo de la tierra, y eso implica miles de millones de dólares de inversión, que requiere un marco medianamente serio de gente que por lo menos sepa escribir en castellano.