El 26 de julio el Presidente tendrá una bilateral en Washington con su par estadounidense. El contexto apremia: este jueves, todas las cotizaciones del dólar pegaron otro salto y las acciones argentinas en Wall Street tuvieron fuertes desplomes.
Alberto Fernández busca que su próxima reunión con Joe Biden le dé oxígeno camino a 2023. Pero la inflación de junio del 5,3 por ciento y el seguro rebote que tendrá en los próximos meses hace que los tiempos se acorten.
El índice conocido ayer tuvo varias lecturas elementales: la inflación de junio fue superior a la de mayo y en 6 meses acumula 36,2 por ciento, récord desde 1991; la interanual ya está en 64 por ciento.
Todo es cierto. Pero la situación, mirada de cerca, es mucho peor. Veamos:
- La inflación núcleo está en 5,1 por ciento.
- El rubro alimentos no fue el que más aumentó. Quedó por debajo del promedio: mucho más treparon salud, medicamentos, vivienda, hoteles y restaurantes.
- El mes de julio ya tiene autorizados aumentos en servicios, empleo doméstico, colegios, prepagas -entre otros- y el rubro hoteles y restaurantes, que navega a un ritmo superior al 6 por ciento, pegará otro fuerte salto por los precios durante las vacaciones de invierno.
- Los alimentos subieron 2 por ciento cada una de las dos primeras semanas de julio y los supermercados recibieron listas con remarcaciones de 15 a 20 por ciento.
Frente a la suba de las cotizaciones del dólar y el cepo a las importaciones -ayer empezó a flexibilizarse para la importación de fertilizantes, maquinarias para la industria petrolera y autopartes- las empresas empezaron a calcular sus costos al valor del dólar MEP.
El Ministerio de Economía da por descontado que en lo que resta del año la inflación nunca será inferior al 5 por ciento. Esa es la tasa de interés mensual que comprometió en la licitación a los inversores.
El BCRA, desde que asumió Silvina Batakis, ya emitió 195.000 millones de pesos para asistir al Tesoro. Y parte de esa emisión se vuelca a la inflación. Además, en lo que va del año ya emitió 1,8 billón, la mitad para asistir al Tesoro y el resto paga pagar intereses de Leliq.
La enorme emisión y déficit, por más que Cristina Kirchner lo niegue, son el origen de la inflación. La inflación no tiene origen en el precio de la lechuga y en los valores de las góndolas: estos precios son solo la fiebre de una enfermedad económica mucho más grande.
Ayer se esperaba que el BCRA subiera la tasa de interés para darle un calmante a la inflación. Pero no lo hizo, porque quiere incentivar que los inversores busquen mejor tasa de interés en los bonos del Tesoro. El riesgo es que quienes se desprendan de las Leliqs o los que no vayan a los bonos del Tesoro terminen confluyendo en el dólar.
Ayer, todas las cotizaciones del dólar pegaron otro salto. Y los bonos en dólares y las acciones argentinas en Wall Street tuvieron fuertes desplomes. Por más que el Gobierno diga que los mercados empezaron a creerle a Batakis, el problema es que los mercados ya no le creen al Gobierno.
Alberto Fernández y Cristina Kirchner lograron algo difícil de conseguir: no les creen ni los mercados de derecha, ni los movimientos sociales oficialistas, ni los piqueteros de izquierda. La inflación desacomoda a todos y todas por igual