Alberto y Cristina: fricciones de las placas tectónicas

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miércoles 12 de febrero de 2020 Nota extraída de Clarìn por Ricardo Kirschbaum

Tanto Alberto Fernández como Cristina tienen mucho que perder si este experimento fracasa.


Alberto y Cristina: fricciones de las placas tectónicas


Los evidentes esfuerzos de Alberto Fernández​ para consolidar la coalición que gobierna el país parecen que no son reconocidos. Desde el comienzo, estaba claro que la unidad del peronismo con el kirchnerismo, necesaria para ganar la elección, exigía que los sectores que están en ese frente se tragaran no uno sino varios sapos. En la composición del gobierno se intentó que todos tuvieran una porción real o virtual de poder. También estaba claro que esas placas tectónicas van a producir temblores en los reacomodamientos que exigirán mucha habilidad para que no se conviertan en terremotos.

Porque el oficialismo actual se asienta en pactos inestables, fenómeno que se extiende a toda la política actual, y que se replica, con distintas características y profundidad, en todo el mundo.

Sea como fuere, resulta al menos prematuro que estas fricciones comiencen a convertirse en tironeos públicos que, de pronto, adquieren dinámica propia. La discusión sobre la existencia o no de “presos políticos” está centrada en las atribuciones políticas que tiene el Presidente en un sistema democrático. No es inocente la presión para que Alberto Fernández intervenga en los procesos judiciales abiertos, algo que alientan quienes consideran que, por ejemplo, a Boudou ​se lo haya condenado por ideología y no por corrupción.

La consecuencia de estos cruces ha sido, en primer lugar, la muestra pública de las diferencias internas – por ejemplo que una ministra contradiga a su jefe Cafiero ​o, peor, al propio Presidente, sin consecuencias por ahora- y, en segundo término, la evidencia de que la coalición no tiene un sistema de discusión y esa ausencia es reemplazada por los medios.

También está el empeño de expresar puntos de vista públicos para audiencias cautivas, para Alberto Fernández o para Cristina Kirchner​, a quienes quieren endulzarle los oídos.

Estas diferencias pueden hacerse cada vez más notorias a medida que se adopten políticas en la que sectores internos no coincidan, ya sea la forma de resolver la cuestión de la deuda, la marcha de los procesos judiciales o decisiones de política exterior. Y también, a medida que avance el calendario, cuando vuelvan a soplar los vientos electorales.

En el caso de las discrepancias de Sergio Berni con la ministra Frederic, que Clarín reveló el lunes, es aún más grave porque el ministro de Seguridad bonaerense actuó sin conocimiento del gobernador Kicillof​. Según fuentes confiables, Berni se habría mostrado ante intendentes bonaerenses como un funcionario que solo se subordina a la ex presidenta.

Ya se sabe que Berni no tiene respeto profesional por Frederic y que la intención de pedir el retiro de las tropas federales de la Provincia escondía su intención de que estuvieran bajo su mando. De paso se anota en el bando de los “presos políticos”.

Tanto Alberto como Kicillof le bajan el tono a la pelea. Pero la situación del teniente coronel médico en el elenco de La Plata es insoportable, así como se ha reducido a nada la tolerancia de la Casa Rosada con sus desplantes.

La negociación por la deuda con el Fondo Monetario​ y con los bonistas está por entrar en la fase crítica. De su resultado dependerá el rumbo que viene y la salud de la coalición gobernante. Y el futuro de sus figuras más importantes.

Tanto Alberto Fernández como Cristina tienen, cada uno por distintas razones, mucho que perder si este experimento político salta por el aire prematuramente