Algo de ortodoxia que solo pagará el sector privado

0
152

Nota extraída de Infobae por Manuel Adorni

Hasta que la política no actúe haciendo reformas estructurales en materia impositiva, monetaria y de legislación laboral, achicando el Estado y pulverizando inconsistencias, promoviendo la inversión y el desarrollo, la Argentina seguirá su triste camino de decadencia 26 agosto, 2022

Columna publicada originalmente en Infobae

Algo menos de un mes ha transcurrido desde que Sergio Massa tomó el mando del Ministerio de Economía. Lejano parece aquel momento de algarabía y promesas que se vivieron aquella tarde donde Silvina Batakis se transformaba en parte del pasado económico y el tigrense en la nueva esperanza nacional (al menos para algunos).

Desde aquel momento hasta aquí poco se ha visto. Lo cierto es que en lo concreto la única medida de magnitud ha sido la quita de subsidios a la electricidad, al gas y al servicio de agua. Unos 500.000 millones de pesos que el Gobierno pretende ahorrarse hasta finales del año 2023 y que saldrán de cada uno de los bolsillos de los contribuyentes. Suena bastante escaso cuando uno ve que solo en intereses de Leliqs –y en virtud de la última suba de tasas de interés- se emitirán durante el próximo año unas 12 veces más que ese monto que se intenta ahorrar. La inconsistencia monetaria y fiscal es total.

Sin embargo la quita de subsidios no es el único ajuste que sufrirá la clase media en este intento para no sucumbir ante la implosión económica que se observa en el horizonte. El precio de las plataformas de streaming parece estar bajo análisis. Actualmente sobre cualquier servicio de streaming recae en promedio una carga impositiva en orden al 76% (21% de IVA, 45% de retención de impuesto a las ganancias, 8% de impuesto PAIS y 2% de Ingresos Brutos): por un servicio que hoy cuesta $1.199 además hay que pagar $912 en concepto de impuestos. Sin embargo parece que al fisco no le es suficiente y hoy se estaría analizando aumentar aún más la carga impositiva para este tipo de servicios, todo bajo la obsoleta excusa de “promover las empresas nacionales”.

Massa también ha presentado un “ajuste” a las cuentas públicas: unos $210.000 millones. Lo interesante es que el recorte va a hacerse en Ministerios y Secretarías “sensibles” donde semejante recorte no hubiese sido políticamente posible de llevar a cabo en épocas pasadas. Educación, Salud, Producción y Vivienda fueron los más castigados. Se terminan los pesos para la prevención de enfermedades como así también para créditos destinados a vivienda y a la producción. Hasta acá el recorte suena razonable, lo que no resulta congruente es que determinados sectores no hayan sufrido ningún tipo de ajuste: las empresas del Estado eternamente deficitarias, el Ministerio de la Mujer o el Inadi parecen no necesitar ningún tipo apretón presupuestario.

El “dólar ahorro” es otro de los temas que están en el debate del Banco Central. La pretensión es implementar la prohibición de comprar dólar “barato” a todos aquellos que a partir del nuevo esquema de “redistribución de subsidios” sigan recibiendo algún tipo de subsidio. Increíblemente a aquellos que tienen la capacidad económica suficiente como para no tener que recibir subsidios, el gobierno pretende darles acceso a dólares subsidiados. La lógica una vez más parece no estar presente.

El sector más productivo de la economía tampoco parece ser el favorecido. Aún se espera alguna mejora en el “dólar soja”, un esquema de liquidación de exportaciones que apenas ha logrado captar 4 millones de dólares desde su creación. El gobierno parece no entender que el campo está para producir y no para hacer trámites burocráticos, en un país donde además el Estado se queda con el 70% de la renta agraria y por cada 600 dólares que se exportan el productor termina recibiendo menos de 200.

Más allá del ajuste que recae una vez más sobre el sector privado, lo cierto es que el mayor enemigo de los ingresos es la inflación, que desde hace años continúa pulverizando lo poco que queda de nuestros salarios y jubilaciones. Sobre esto no hay más que un cúmulo de buenas intenciones por parte de los funcionarios, que no llegarán absolutamente a ningún lado: lo más osado ha sido relanzar el plan “Precios Cuidados”, una de las grandes fotos del fracaso argentino.

El sector privado no da más. Hasta que la política no actúe en consecuencia haciendo reformas estructurales en materia impositiva, monetaria y de legislación laboral, achicando el Estado y pulverizando inconsistencias, promoviendo la inversión y el desarrollo, la Argentina seguirá su triste camino de decadencia donde seremos una sociedad cada vez más pobre.