Nota extraída de Clarín por Miguel Wiñazki
Algo que no es literal une simbólicamente a José Alperovich, al violador feudal -según la justicia- con el drama de Loan, el chiquito correntino: el feudalismo precisamente por un lado, el desamparo del destino por el otro lado. Es diferente pero es lo mismo. La Argentina de los desamparados.Las víctimas ultrajadas
Hay madrigueras furtivas y guaridas abiertas y perversas, habitaciones violentas, violentísimas, naranjales de sangre, y crímenes, enigmas, impunidades que demoran eras, y lazos que unen unos dramas con otros dramas y el conjunto de dramas es el mapa del desgarramiento argentino.
Algo que no es literal, claro, une simbólicamente a José Alperovich, al violador feudal -según la justicia- con el drama de Loan, el chiquito correntino: el feudalismo precisamente por un lado, el desamparo del destino por el otro lado. Es diferente pero es lo mismo. La Argentina de los desamparados.Las víctimas ultrajadas .
La Argentina del patrón político abusador, violador, protegido y finalmente caído y la Argentina de la pobreza que pierde a Loan, que lo busca, que se desespera, que naufraga, en ignorancias que añora en la devoción a la Virgen de Itatí fetichista y a la vez profunda, lo que quita el abandono de Dios de esos pueblos, al margen del tiempo, detenidos antes del advenimiento de todo bienestar.
Era impresionante observar los labios agarrotándose entre sí, en ese espasmo de los labios corrosivos otrora, contrahechos ahora, estrujándose en impotencias, del otrora Zar de Tucumán, mientras retumbaban las aberraciones que constató la justicia.
En ese rictus está aprisionada la iracundia de no ser ya quien fue.
La mueca doblándose en esos labios ceñidos contra sí mismos, que mascullan mudos por el poder perdido, los ojos cerrados, sin mirada, las manos entrecruzadas en sus tensas imposibilidades actuales, la cárcel que aguardaba.
Y el calambre de sus labios.
Del trono al calabozo.
Y el silencio de sus secuaces históricos
La matriz feudal argentina es un lazo atávico que encadena con abusos. Es un sometimiento histórico. Alguna vez los feudos se descomponen, y se transforman.
¿Es el crepúsculo feudal de la Argentina?
Corre un frío por la sangre fría de otros tantos señores feudales, porque pecados no faltan.
Aún así, si algo profundo cambia no será raudo en su caída.
Las extensiones pauperizadas fronterizas siempre con la muerte son inmensidades.
La tragedia puede acontecer y acontece en cualquier momento.
Las rogativas populares no resuelven el piso desfondado de la miseria.
Los niños deambulan a merced de cualquier bestialismo humano.
Hay una dimensión desorbitada de toda lógica que hiere y que muchas veces mata, que abusa, que rapta, que nos tiende a todos de bruces contra el subsuelo en el que enraízan todos los males.
A la vez, hay buenas voluntades e inteligencias que buscan salidas y compuertas al futuro.
Pero hay que pensar: Alperovich fue electo y reelecto en Tucumán. Los Rodríguez Saá mandaron durante cuatro décadas en San Luis, Gildo Insfrán va por su enésimo mandato.
Espinoza rige en la Matanza circunvalado de denuncias.
¿Son servidumbres voluntarias las que los ungen o esclavismos insoslayables, grilletes intangibles de los rehenes de las demagogias históricas y de los paternalismos ultrajantes?
Los conquistadores dominaron y violaron y el caciquismo indígena no le iba en zaga, ni en verticalismo ni en crueldad.
Se conjugaron en Latinoamérica dos tradiciones amedrentadoras y oprimentes.
Pero nada es simple. La conquista y ese mestizaje originario confluyó en ésta civilización compleja que al fin, aquí, eligió la democracia.
Una democracia híbrida, transparente y oscura, abierta y autoritaria, cambiante, sangrienta y solidaria, pujante y retrasada.
Liberal y antiliberal.
Pacífica y beligerante.
Fanática y tolerante.
Límpida y tenebrosa.
Hay gusanos y hay gusanos de seda:
Unos arrastrados y otros, que por singulares metamorfosis de los procesos sociales producen sedas con los cromatismos del esfuerzo, y de las virtudes en acto.
A veces en cada persona se unen ambas características.
La Argentina es particular, pero no escapa a la condición humana en general.
Fue un grito conjunto.
¿En dónde estás Loan?
¿Qué rayo malo se paró en la puerta de tu sonrisa?
Caen los niños en pastizales sin senderos, en lagunas revulsivas a la infancia, en pasadizos.
El niño Lucio Dupuy, fue horadado por dos mujeres asesinas, macabras, filicidas.
Lo liquidaron entre endemoniados “placeres”.
Cecilia Strzyzowski fue desaparecida entre descuartizamientos y encubrimientos en el Chaco.
Florencia Magalí Morales cayó demolida en una comisaría impune de San Luis.
Solange Musse no pudo ver a su padre en la Pandemia cuando ya se moría y le amurallaron el último abrazo que no pudo tener.
La lista es muy conocida y es desconocida a la vez porque es inmensa.
Es que el silencio entierra más y más a víctimas sin voz.
Plegarias muertas por los muertos que no volverán.
¿O emiten una voz desde su tragedia?
Fila de caídos en gestos de dolor irredentos.
Mientras tanto otros, corrompidos, ricos y triunfantes celebran desvanecimientos diversos de la justicia.
Si hasta los cuadernos de Centeno parecen disolverse en maniobras para volver a esconder el pérfido sistema de sobornos y regalías para la política mafiosa.
¿Dónde está la salida?
Tal vez exista alguna llave en el mensaje que los perdidos y los caídos lanzan ya mudos pero audibles desde el clamor sin palabras que gritan las violadas, desde el lamento de los abusados, desde el llanto de todos los apaleados, desde la locura inyectada por los criminales en todos los niños drogados, envueltos en las mortajas de la miseria y de la orfandad.
Quien quiera oír que oiga.
F: Clarin
Huelgas y piquetes de un tiempo viejo
31 octubre, 2024