jueves, abril 25

Calculan que no emitir billetes de $ 5000 costó unos u$s 100 millones

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A un año de la decisión de dar marcha atrás con la edición del billete, que se convertiría en el de mayor denominación del país, sus críticos apuntan a los costos asociados a esa determinación.

Un año después, la historia de las marchas y contramarchas respecto de la impresión del billete de $ 5000 vuelve a irrumpir en escena. Aquella noche del 11 de mayo de 2020 en la que el presidente Alberto Fernández descartó que su administración estuviera analizando lanzar este nuevo billete -pese a que su producción ya se encontraba en fases avanzadas a tal punto que llegó a filtrarse su diseño-, los costos asociados a esa decisión vuelven al centro de la discusión.

El motivo de ello no es el aniversario de esa decisión política, sino la aprobación del presupuesto del Banco Central (BCRA) para el corriente año. Según detectó el economista Nicolás Gadano, quien entre 2018 y 2019 fue gerente general de la entidad, los gastos previstos para 2021 presentan un salto del 153% respecto a las erogaciones de 2019. Tal suba, indicó, estuvo impulsada principalmente por los costos de fabricar billetes, que en moneda constante crecieron un 86% anual en 2020.

Según precisó el economista, en 2020 la circulación monetaria aumentó un 66%, de $ 1,15 a $ 1,9 billones. Y el Central cubrió ese incremento de $ 750.000 millones con un aumento neto de 1523 millones de billetes en circulación, incremento similar al de 2015 y superior a la capacidad productiva de Casa de Moneda.

De acuerdo con Gadano, se sumaron 705 millones de billetes de $ 100, 553 millones de $ 1000 y 197 millones de $ 500 para llegar a un récord de 6959 millones de billetes. «La denominación media de los billetes puestos en circulación en 2020 fue $ 492, y el costo total de esa emisión rondó los u$s 135 millones. Si hubiéramos enfrentado el mismo aumento de la masa monetaria con billetes de $ 5000, nos hubiéramos ahorrado más de u$s 100 millones», expresó.

A una conclusión similar llegó Augusto Ardiles, quien integró el Directorio de la Casa de la Moneda durante el gobierno de Mauricio Macri. «En 2020 se emitieron 1000 millones de billetes de $ 1000, lo que tuvo un costo de unos u$s 84 millones. Si se hubieran impreso 200 millones de billetes de $ 5000, se hubieran gastado unos u$s 20 millones. Esto significa que no haber impreso un billete de denominación más alta tuvo un costo extra de unos u$s 64 millones en 2020», argumentó.

Debido a la decisión de no emitir los billetes de $ 5000, que iban a llevar la imagen de Ramón Carrillo y Cecilia Grierson, fue que el año pasado el Gobierno debió recurrir a la importación de billetes desde España y Brasil. Según informó en septiembre último el periódico Valor Económico, de San Pablo, el Ejecutivo pactó con la Casa de la Moneda de Brasil la compra de 400 millones de billetes de $ 1000 por un valor de u$s 20,6 millones. A ello se sumó un acuerdo con la Casa de Moneda y Timbre de España para importar unos 170 millones de billetes de $ 1000 más, por un valor de casi u$s 21,5 millones, a razón de u$s 126,32 por cada mil billetes.

Fuentes oficiales confirmaron a El Cronista que todos los billetes que debían llegar de España y de Brasil ya se encuentran en el país, y que no será necesario realizar nuevas importaciones este año. Pero, además, según pudo saber este medio, la decisión de no poner en circulación billete de mayor denominación se mantiene ya que apuestan a fomentar el uso del dinero electrónico.

Sobre esta decisión, Ardiles expresó: «Me parece muy bien que quieran favorecer las operaciones electrónicas, pero tenés que hacer cosas para incentivarlas. Un billete de $ 5000 o uno de $ 10.000 permitirían sacar de circulación billetes de menor denominación que están en mal estado. Hay que tener en cuenta que un billete tiene una vida útil de 36 a 60 meses, pero en la Argentina hay billetes de $ 100 que llevan más de 11 años circulando«, indicó.

El ex director de la Casa de la Moneda expresó, además, que emitir un billete de mayor circulación «también permitiría abaratar costos transaccionales y operativos de los bancos, que después se terminan trasladando a clientes».

Por último, reflexionó: «La Casa de la Moneda tiene un muy buen nivel de producción, de unos 800 millones de billetes al año. Más que suficiente para un país de 45 millones de habitantes. El problema es que el billete de mayor denominación equivale a 10 dólares al tipo de cambio oficial. Y así no hay capacidad productiva que aguante».