martes, abril 23

Canasta Básica Alimentaria: ¿un peligro para la salud?

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  • 2019-12-27

Investigadores del CONICET se sometieron a un experimento que demostró que los productos de la canasta básica son perjudiciales para la salud. 

Según los últimos datos del INDEC, un varón adulto debe contar con $4.886 al mes (o $163 al día) para comprar los alimentos de la llamada canasta básica alimentaria, y $124 diarios para una mujer.

En base a esto, un grupo de científicos del CONICET se sometieron a un experimento para comprobar si los productos difundidos por el Gobierno que forman la canasta básica son saludables. 

En un experimento inédito, al que bautizaron “Proyecto Czekalinski”, los investigadores en principio se comprometieron a solamente consumir dichos alimentos publicados mes a mes, por un período de 6 meses, realizándose controles regulares de salud para no poner en riesgo sus vidas. El resultado fue que debieron abandonar el proyecto a los 3 meses por los problemas físicos que les generó esta dieta y los graves riesgos a la salud que ya comenzaban a evidenciar y que ponían en peligro su vida de continuarla.

Según describen los científicos, la CBA es el principal patrón de medición de pobreza en Argentina, y está compuesta por 58 alimentos que proveen 2.700 calorías diarias a un varón adulto de 30 a 59 años. Y hacen la salvedad de que, si sos mujer, te corresponde el 76% de esa cantidad.

El precio mensual de esa canasta es la base sobre la que se calculan la Línea de Pobreza y la Línea de Indigencia que publica el INDEC cada seis meses.

Claudia Albrecht, licenciada en Nutrición, fue una de las voluntarias que no resistieron el desafío: bajó casi 3 kilos desde que comenzó a alimentarse con la canasta básica. “Las sensaciones fueron muchas y fueron mutando… tristeza, frustraciones, bronca, aburrimiento, dolor… pero ninguna partía desde el hambre. Comer pan todo el tiempo es aburrido, comer todo blanco es aburrido”, dijo la científica a La Voz del Interior.

Florencia Demarchi fue otra de las voluntarias que pasaron tres meses comiendo la Canasta Básica Alimentaria. Al principio del experimento, pesaba 60 kilos, y tres meses después llegó a 55, en “el límite del bajo peso”, según los médicos que la evaluaron.

Incluso en una densitometría pudo demostrarse la pérdida de masa ósea.

Florencia debió dejar el muestreo para cuidar su propia salud y recuperar el peso perdido. “Yo no lo percibía, pero la gente me veía la cara, los brazos… se notaban los huesos… ya no podía perder más peso sin que se comprometiera mucho mi salud… hubo que dejar”, dice Florencia, que como nutricionista sabe preparar, racionar y planificar su alimentación en base a lo elementos de los que disponía. “Imaginá los que no cuentan con esos recursos”, explicó.

“Tenés menos de una fruta al día. Casi no hay legumbres. Los casi dos kilos de pollo del mes no son de pechuga ni de pata-muslo, sino alitas y rancho, que casi no tienen carne. No hay asado ni vacío, sino hueso con carne, que es pura grasa. La leche es aguada. Todo así”, agregó.

Los especialistas en nutrición que monitorean este proyecto explicaron por qué Florencia y Claudia debieron dejarlo: “Primero, bajas defensas: esto provoca enfermedades frecuentes debido a que el sistema inmunológico está debilitado”, precisó Carina Grivarello, nutricionista y conductora del ciclo televisivo que releva la situación de los voluntarios del proyecto.

“También anemia, debido a la falta de hierro, ácido fólico y vitamina B12. Esto a su vez también afecta el sistema inmunológico. Otro problema puede ser la osteoporosis: la falta de calcio va debilitando la estructura del hueso. También puede aparecer sarcopenia: pérdida de masa muscular y de la fuerza, y alteraciones en el ciclo menstrual, como le pasó a Florencia”, agregó.

“Concretamente queremos que la Canasta Básica Alimentaria sea abolida y reemplazada por la alimentación sugerida en las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) de la Secretaría de Salud de la Nación”, aseguraron los investigadores del proyecto.