viernes, julio 5

Cartón lleno: apareció Firmenich y denuncia una provocación terrorista

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Nota extraída de Clarín por Ricardo Roa

Está claro que habla para el kirchnerismo, que exalta la lucha armada de los 70 como una epopeya de jóvenes idealistas. Marketing revolucionario, gastado pero todavía en uso.

No éramos pocos sino muchos y apareció un nuevo pacifista del odio, oficio de moda si los hay: el indultado Mario Firmenich. Para los que no vivieron ni los 60 ni los 70: Firmenich, como fundador de Montoneros, fue uno de los parteros de la violencia de aquellos años que se resiste al retiro y uno de los que secuestró y asesinó al ex presidente de facto Aramburu.

Una de las características de la esquizofrenia es la pérdida de contacto con la realidad que es peor cuando, sufriéndola, se cree ser el dueño de ella. Firmenich habla hoy de guerra civil, hablando del atentado contra la vicepresidente. Dijo exactamente: hay una “provocación terrorista para la guerra civil”. De eso sabe porque fue un terrorista. Pero se fue directo a la banquina asociando los copitos de Sabag Montiel y su novia Brenda Uliarte con el terrorismo. Mucho peor: llegó a decir que con el ataque a Cristina, ellos habían mandado un “aviso” a otros líderes de la región.

Firmenich es el Firmenich de siempre: ni una sola palabra de autocrítica sobre su responsabilidad en las muertes y en la violencia terrible de los 70. Y algo que dice quién es él de verdad: en el momento de la represión más brutal de sus compañeros, estaba a resguardo, fuera del país. Y sigue viviendo afuera: desde hace muchísimos años, en la comodidad de Barcelona.

Ya había aparecido en plena pandemia para denunciar que el establishment mundial busca reducir la población del planeta. El ex comandante montonero no se anda con chiquitas. También imaginó que la prolongación de “una cuarentena ruinosa …. puede terminar en una rebelión social”. Otra vez a la banquina. Volvió a aparecer en Nicaragua para defender al dictador Ortega, con el que hace negocios, y adherir al relato de la “persecución judicial” contra Cristina Kirchner. No será Sabag Montiel, pero en eso de repartir odio, no le anda atrás. Le gana lejos.

Ahora Firmenich acaba de ampliar el extenso catálogo de exculpaciones K: la culpa de la crisis es de la democracia liberal “que ha llevado a nuestra patria a la más grave situación de su historia”. Le añade liberal queriendo decir que ellos son nacionales y populares. Y pega el atentado a los otros: la oposición, la justicia y los medios. Casi como Wado de Pedro, el ministro político, quien se sacó el traje de moderado para tuitear: “No es un loco suelto ni es un hecho aislado (el ataque fallido contra Cristina): son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a discursos violentos”.

Tanto a De Pedro como a Firmenich les faltó decir que en el operativo previo y posterior al ataque no falló nada, como sí dijo el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. A él se le permite lo que venga. Ahora: las increíbles distracciones de la custodia y las de la propia vice y la impericia o la negligencia con que la policía hizo (o no hizo, en realidad) el peritaje de los teléfonos ¿fueron responsabilidad de los periodistas?

Si Firmenich nunca fue un ideólogo ni un intelectual, mucho menos lo es ahora. Las ideas que trae son bien parecidas a las que tenía. Propone un pacto progre con movimientos sociales, pequeños empresarios nacionales, La Cámpora e intendentes del Gran Buenos Aires. Está claro que habla para el kirchnerismo, que exalta la lucha armada de los 70 como una epopeya de jóvenes idealistas contra militares genocidas. Marketing revolucionario, gastado pero todavía en uso. Lo notable es que un personaje como Firmenich sea tomado en serio y hasta considerado un referente por el camporismo. El tiempo pasa en todos lados pero se detiene entre nosotros.

Y bien del camporismo es lo que acaba de pasar en su cuartel general de Santa Cruz. Fernando Basanta, un abogado no matriculado y ex funcionario, fue designado nada menos que juez de la Corte provincial. Una explicación: es amigo y aportante de la campaña de Máximo Kirchner. Otra, que es complementaria: el kirchnerismo lo puso ahí para protegerse. Queda claro: no está ahí sólo por las dudas sino por las dudas de la que se viene.