viernes, octubre 18

Casa Rosada profundiza la intervención en Cancillería y tensa el vínculo con los diplomáticos de carrera

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Santiago Caputo suma más influencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores con las nuevas designaciones. Los motivos detrás de la renuncia del vicecanciller, Leopoldo Sahores.

La renuncia del vicecanciller Leopoldo Sahores confirma el momento de profundos cambios que está experimentando el Ministerio de Relaciones Exteriores, al tiempo que acelera y efectiviza el poder cada vez más grande que el círculo íntimo de Javier Milei tiene sobre los principales ejes de la política exterior de la Argentina.

El vínculo entre la diplomacia y la Casa Rosada se ha ido desgastando a lo largo de los últimos meses y parece estar llegando a un punto de no retorno. “En la Cancillería no se dieron cuenta que desde el 10 de diciembre el presidente es Javier Milei”, suele ser una frase utilizada para ejemplificar el malestar del Gobierno con el rumbo exterior de la argentina.

Desde la Rosada entienden que, muchas veces, la Argentina termina adoptando posiciones a nivel internacional sobre cuestiones de género, medio ambiente o derechos humanos, entre otros, que son contrarias a la ideología libertaria del actual gobierno. Por tal motivo, y ante la percepción de que no había una verticalidad clara de las directivas oficiales, poco a poco el Ejecutivo fue interviniendo la Cancillería.

El hombre que está detrás de esta avanzada es el asesor superestrella de Milei, Santiago Caputo. Entendiendo que Diana Mondino no buscaba poner palos en la rueda, pero tampoco tenía el respaldo político para responder a las exigencias de Balcarce 50, en junio de este año el Ejecutivo dio el primer paso de la “intervención” y trasladó a la abogada Úrsula Basset a la Cancillería sin un cargo formal, pero con permiso de incidir en los temas más sensibles.

El libertario Nahuel Sotelo llegó a Cancillería hace pocos meses para ser el principal vínculo con la Casa Rosada. (Foto: prensa La Libertad Avanza)
El libertario Nahuel Sotelo llegó a Cancillería hace pocos meses para ser el principal vínculo con la Casa Rosada. (Foto: prensa La Libertad Avanza)

En el mientras tanto seguía creciendo el descontento oficialista sobre la labor de la diplomacia y se empezaban a tejer controvertidas medidas contra los profesionales del Servicio Exterior de la Nación, como la de querer cobrarles el Impuesto a las Ganancias sobre los sueldos en el exterior, además del que ya pagan sobre el salario en la Argentina. La Justicia le dio lugar al reclamo de los diplomáticos y frenó esta medida.

El experimento de Basset no tuvo el impacto esperado y desde Casa Rosada decidieron apretar el acelerador con cambios más profundos que terminarían generando una división todavía más grande entre la política y la diplomacia. Nahuel Sotelo, un libertario de la primera hora y muy cercano a Caputo, fue nombrado el frente de la reformulada Secretaría de Culto y Civilización. Pasó a ser el principal vínculo con el Ejecutivo nacional.

Culto, que está dentro de Cancillería, absorbió muchas de las principales facultades que hasta ese momento tenía, justamente, Leopoldo Sahores al frente de la Secretaría de Política Exterior. En la lista se destaca lo referido a las políticas adoptadas por la Argentina en el ámbito internacional sobre derechos humanos y gran parte de los temas de lo que el propio Milei empezó a llamar “la batalla cultural”.

Esta influencia, conservadora, se materializó con la decisión de la Argentina de “disociarse” de la agenda del Pacto del Futuro impulsada por la gran mayoría de los países que conforman las Naciones Unidas (ONU) o de bloquear resoluciones sobre cuestiones de igualdad de género en el marco de las cumbres ministeriales del G20, como ocurrió la semana pasada, entre otras posturas.

Pese a que desde Casa Rosada están convencidos que esta es la forma en que debe llevarse adelante la política exterior del país bajo la administración de Milei, la posición que ha ido adoptando la Argentina en los últimos meses despierta cada vez mayor preocupación entre principales aliados, sobre todo del lado europeo.

Al tiempo el Ejecutivo extiende su influencia en la Argentina, y con una Mondino cada vez más debilitada pero sin una posibilidad de ser removida de su cargo en el corto plazo, el embajador argentino en Estados Unidos, Gerardo Werthein, también fue absorbiendo más facultades, casi como un “canciller en las sombras”. Hoy es la persona que habla con el Presidente sobre los temas clave a nivel internacional.

Este desgaste que la política le fue generando a la diplomacia hizo que el embajador Ricardo Lagorio, uno de los primeros de pasarse del equipo de internacionales de Horacio Rodríguez Larreta al de Milei el año pasado y quien había sido nombrado por Mondino como representante argentino ante la ONU, deje su cargo, así como también lo terminó haciendo Sahores en las últimas horas.

El diplomático Eduardo Bustamante reemplazará a Leopoldo Sahores como vicecanciller. (Foto: Cancillería)
El diplomático Eduardo Bustamante reemplazará a Leopoldo Sahores como vicecanciller. (Foto: Cancillería)

Los dos estaban en la mira de la Rosada. El mensaje publicado ayer por la noche en la cuenta de X del secretario Sotelo da cuenta de ello: “Excelente noticia! Sin lugar a dudas esto traerá buenas nuevas al Ministerio”, escribió sobre el comunicado oficial de la Cancillería donde se informaba de la salida de Sahores y que el diplomático Eduardo Bustamante lo reemplazará en el cargo. Quienes estaban debajo del vicecanciller también dejaron su cargo.

Bustamante, que se desempeñaba como como cónsul general en Montevideo, es un diplomático respetado entre sus pares y, pese a tener un vínculo con el PRO y al haber ocupado el cargo de Subsecretario de Fronteras en el Ministerio de Seguridad de 2016 a 2018 con Patricia Bullrich, desde Cancillería aseguran que fue un hombre convocado directamente por Mondino, sin influencia externa.

Los más optimistas en el Ministerio entienden que Mondino ahora tiene la posibilidad de formar un nuevo equipo propio y ganar peso en las decisiones importantes que se tomen sobre política exterior. Un gabinete que no tenga la influencia que supo tener Fulvio Pompeo, por ejemplo, en el armado de la estructura del Ministerio en diciembre del año pasado.

Pero, al mismo tiempo, no se descarta que estos fuertes cambios no sean el preámbulo de nuevas medidas que la Casa Rosada quiera adoptar sobre la Cancillería, que podría encontrarse, como muchos aseguran, en un punto de inflexión sobre el rumbo de la carrera profesional del Servicio Exterior de la Nación.