- 2020-05-22
Antiguamente, el chamán buscaba respuestas para las enfermedades y problemas de las tribus; hoy en esta sociedad actual nos encontramos estamos en el mismo lugar.
Hoy en día, el vivir en una sociedad hiperconectada e inmersa en la rutina lleva a que cada vez sean más las personas que elijan un nuevo camino de vida mediante el reencuentro con las prácticas ancestrales chamánicas, entendiendo a la misma no como un dogma o una religión, sino como la técnica más antigua utilizada para explorar la relación entre nosotros y la creación.
El chamanismo refiere al conjunto de métodos que nuestros antepasados desarrollaron hace miles de años con un propósito de sanación, empoderamiento personal y resolución de conflictos. Su práctica fue desarrollada por muchas culturas indígenas de América del norte, América del sur, Australia, Nueva Zelanda, centro y norte de Asia, y norte de Europa y África.
La palabra chamán proviene de Siberia y significa “el que ve en la oscuridad” y hace referencia a los videntes y sanadores que se introducen en un estado alterado de conciencia para acceder a una realidad oculta en el mundo de los espíritus con el propósito de traer sanación, poder e información a la comunidad.
Los chamanes creen que todos los
problemas, físicos, emocionales o mentales, tienen su raíz en un
desequilibrio espiritual. Por ende, trabajan para restaurar el
equilibrio y la plenitud abordando la raíz del problema.
Este concepto es utilizado actualmente por las personas que implementan los métodos antiguos para el equilibro de su vida cotidiana. Una de ellas es la antropóloga Flavia Carrión, quien enseña las prácticas chamánicas y, en el año 2014 fundó la escuela Espiritualidad Natural junto a su compañero Jaime San Martín.
Flavia siempre tuvo una conexión con las culturas nativas, luego de trabajar 10 años en investigaciones de las tribus, decidió mudarse a la naturaleza de un pueblo andino donde descubrió que necesitaba transmitir los conocimientos ancestrales a la población moderna.
Carrión viajó para formarse y
aprender de varios maestros chamanes del mundo: nativos americanos,
chamanes siberianos y zulúes africanos. “A
través de los maestros me di cuenta que si bien tenemos mucho que
aprender de ellos, también hay mucho en nuestro interior. Si dejamos de
lado lo material encontramos en nuestra memoria interna aquello que es
auténticamente humano”, explicó.
El camino de aprendizaje de Flavia dentro de las técnicas chamánicas comenzó a partir de la búsqueda de sanación de una herida que ella llevaba desde su niñez; su fuerte sentir con la naturaleza la llevaba a sentirse excluida por sus compañeros, sin embargo, las culturas ancestrales le dieron un giro de perspectiva a su vida. “Es un contraste muy fuerte con nuestra sociedad, mientras que acá parece que intentan moldear a todos por igual, los nativos te enseñan que ser raro o diferente es una ventaja que hay que utilizar para ayudar a los demás. Por eso, el foco de mi trabajo es llevar a las personas a abrazar su rareza y encontrar de qué manera sirve para la comunidad”.
Respecto a la metodología utilizada
en sus clases, la maestra le propone a sus alumnos pensar cómo vivían
nuestros ancestros en la antigüedad, cuando las personas en pequeñas
comunidades inmersas en la naturaleza se reunía alrededor del fuego para
contar historias. “Todas las
personas tenemos una sensación de disolución de los límites, de conectar
con nuestra identidad cuando estamos en contacto con la naturaleza. Por
eso, en nuestros encuentros nos ponemos en círculos para fomentar el
espacio con el otro y poder compartir quienes somos en realidad”.
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