viernes, octubre 4

¿Cómo se explica que el consumo privado continúe creciendo?

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La economía se está enfriando. Los salarios reales siguen cayendo, pero la inflación no les pega a todos por igual. Quizás esto explica por qué parece resistir el nivel de demanda de las familias.

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Mario Mosca | Ámbito Financiero

Los últimos datos de nivel de actividad económica empezaron a dar señales de cierto agotamiento, sin embargo el consumo continúa estoico y a pesar de la caída del salario real. Así lo refleja por ejemplo el sector comercial donde el enfriamiento de la actividad parece hacer mella a nivel mayorista, pero no sucede lo mismo a nivel minorista que sorpresivamente sigue en expansión.

Entonces, qué está sosteniendo el comercio, se preguntan todos. Al respecto los analistas de la consultora Ferreres esbozan una hipótesis: lo que se estaría produciendo es un quiebre en las clases de consumo, en la que los sectores de mayores ingresos aumentan su consumo, mientras que los sectores más pobres están reduciendo sus consumos esenciales. Informate más

Doble impacto

En primer lugar hay que entender el doble impacto que tiene la inflación sobre los sectores más vulnerables, que por un lado deja desproporcionadamente más rezagados a los salarios informales y de baja calificación, y por el otro genera un mayor aumento de los precios al mirar la estructura de consumos según nivel de ingresos. En tal sentido, es insoslayable la gran caída que muestran los salarios en los últimos años, perdiendo más de 21% respecto del nivel de 2017.

Otro tanto ocurrirá este año que ya muestra en el primer cuatrimestre una del 2,3% que a nivel de los trabajadores privados formales es del 1,4% pero entre los informales es de más del 12% (solo los empleados formales del sector público muestran una recomposición de sus ingresos del 2,2%). No hace falta recordar que el impacto de este proceso en la pobreza es directo trepando a niveles de más del 40%. Pero junto con el aumento de pobreza se ve un aumento de la desigualdad, o sea, no solo aumentó la cantidad total de personas por debajo de la línea de pobreza, sino que se incrementa la distancia de estos con los sectores de mayores ingresos.

“Este aumento de la pobreza y de la desigualdad se apoya a su vez en el segundo efecto negativo de la inflación sobre los sectores más vulnerables: por un lado sus ingresos aumentan nominalmente a un ritmo menor a los ingresos del resto de la población, pero incluso por encima de este efecto hay un segundo impacto que tiene que ver con cómo el incremento de precios se acelera más en las categorías de consumo que representan un mayor porcentaje de los ingresos de los sectores más pobres”, explica Rosendo Plana, economista de la consultora.

O sea, las categorías que más aumentan son a su vez las que se llevan la mayor parte de los ingresos de los sectores de menores ingresos.

“La categoría donde más se evidencia esto es Alimentos y bebidas no alcohólicas, que se lleva el 34,5% de los ingresos del quintil de menores ingresos, pero representa solo el 15,7% de los ingresos del quintil de mayores ingresos. Este rubro aumentó en los primeros cinco meses del año el 49,4%, superando no solo al nivel general del 42,2% sino a cualquier otra división, llevando lógicamente a un mayor impacto de la inflación en los sectores de menores ingresos”, señala Plana.

Gasto bipolar

Para hilar más fino el economista reemplazó en la serie de inflación general la ponderación general de las divisiones por la ponderación que corresponde a cada nivel de ingreso (dividido en quintiles), y así obtuvo cinco series de inflación, donde se verifica que las familias de menores ingresos afrontan un nivel inflacionario más alto: en el primer quintil (el de menores ingresos) la inflación acumulada a mayo fue del 43%, y va reduciéndose para los quintiles de mayores ingresos, hasta una inflación del 41,1% para el sector de ingresos más altos. De modo que no debería extrañar que el consumo se vea afectado por la coyuntura actual.

Días atrás los datos de CAME mostraron la sexta caída consecutiva de las ventas en comercios pymes, esta vez del 3,6% anual, dejando un primer semestre con una contracción de 1,8%.

Sin embargo, hay rubros del consumo que resisten, como las ventas de supermercados que subieron 2,3% en el primer cuatrimestre, y otros que parecen atravesar un boom de crecimiento, como es el caso de las ventas en centros comerciales que acumulan una expansión del 17,4%.

La consultora señala además como ejemplo de otros indicadores de consumo de la “clase alta”, que en el primer cuatrimestre la cantidad de espectadores en salas de cines ubicadas dentro de centros comerciales aumentó 47,6% interanual; y a su vez, en junio se patentaron 39.407 vehículos 0 km (+11,2% interanual, y 12% en el semestre) y en el sector se reportan demoras en las entregas por la alta demanda. “Esta composición heterogénea de indicadores de consumo refuerza nuestra conjetura de que estamos viendo un quiebre en los hábitos de consumo de la población dependiendo del nivel de ingresos de las familias”, señala Plana.

Así, en los sectores de mayores recursos hay un ingreso disponible que se está volcando al consumo, sosteniendo el crecimiento de algunos rubros comerciales, mientras que en los sectores más bajos se da la situación opuesta.

“Con ingresos que no alcanzan para mantener el nivel de gastos de hace unos años, el consumo se reduce y se vuelca a segundas marcas. Al respecto la consultora Nielsen IQ midió para el año pasado un crecimiento de 20% de estos productos”, agrega el economista.

Lo que sí resulta difícil de anticipar es cuánto podrá mantenerse este tipo de consumos en un contexto económico cada vez más frágil e incierto, con niveles de pobreza en franco ascenso y un aumento de la desigualdad que refuerza la división entre quienes enfrentan la inflación aumentando sus niveles de consumo y quienes se ven obligados a reducirlos.