Según el INDEC, los precios de los alimentos se encarecieron 39,9% en el primer semestre del año, por encima del 36,2%.
Frente a un contexto de inflación muy elevada, los consumidores argentinos comienzan a definir sus estrategias como “malabaristas de los precios”: buscan ofertas, comparan y deciden sus compras. No solo en lo que respecta a bienes durables, sino también en compras de todos los días. En particular, con los alimentos.
Según el INDEC, los precios de los alimentos se encarecieron 39,9% en el primer semestre del año, por encima del 36,2% que aumentó el costo de vida durante el mismo período. En tanto, con respecto a junio de 2021, esos productos están 66,4% más caros, cuando la inflación trepó al 64% en esos 12 meses.
Por eso, frente a una fuerte suba de precios que asfixia los bolsillos, los especialistas aseguran que el consumidor argentino actual es un “experto en beneficios”, dadas las limitaciones que impone la situación económica. Esto lleva a que todas las clases sociales compren a través de programas oficiales como Ahora 12 o Precios Cuidados.
Sin embargo, para los analistas, la aceleración de la inflación desembocará en una restricción del consumo a partir de la disminución del poder adquisitivo y el deterioro de las expectativas, tal como informó TN.
Para enfrentar este panorama, el consultor Diego del Río sugirió que el Gobierno podría replicar acciones similares a otros países para fortalecer el consumo. Por ejemplo, los “Días sin IVA” para incentivar la compra de productos esenciales, principalmente alimentos.
Más inflación, más dispersión de precios
Para Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica, “está demostrado empíricamente que a mayor nivel de inflación, más alta es la dispersión de precios”. “Por un lado está la que corresponde a un mismo bien o servicio, relacionada por ejemplo con la velocidad de adaptación que tienen tanto productores como comerciantes a la variación de sus costos”, detalló.
“Eso es lo que vimos en las últimas semanas: ante el salto de los dólares paralelos, rápidamente algunos proveedores aumentaron sus precios. Cuando ese traslado llega a los consumidores, la dispersión es aún más alta, se pierden las referencias y quienes compran tienen que dedicar más tiempo comparando entre distintos vendedores”, indicó el economista a TN.
Caprarulo aseguró que la pérdida de eficiencia en la asignación del tiempo es otra consecuencia de la inflación y es una conducta que se profundiza a medida que el poder adquisitivo de las familias se deteriora.
Por su parte, el economista Ricardo Delgado, también alertó esta semana por la inflación y sus consecuencias en el consumo de bienes esenciales. “Estamos viendo que el consumo está cayendo, que la aceleración inflacionaria es real, el piso es 6% para julio. Se están frenando muchas decisiones y por eso son necesarias reglas de juego muy claras, al menos en el corto plazo”, dijo a Radio Rivadavia.
A su criterio, la inflación “se despertó de golpe y los pesos corrieron al dólar”. “Esos saltos hacen mucho mal porque suben en un tiempo muy corto. Y entonces la gente, cuando el dólar sube, se asusta mucho, porque los argentinos pensamos y ahorramos en dólares”, manifestó.
“Muchos comerciantes forman sus precios en dólares. Por eso es necesario que se calme el tipo de cambio. Esa es una decisión que nos permitiría planificar. El dólar es una variable crítica en la Argentina”, enfatizó.
El ánimo de los consumidores, por el piso
Según un trabajo de investigación de la consultora Trendsity al que accedió TN, los argentinos conforman una sociedad “preocupada, ansiosa y cansada” por los desequilibrios macroeconómicos. El país presenta los mayores porcentajes de resignación y desgano en comparación con otros de la región, como Chile, Paraguay y Perú.
En forma desagregada, el relevamiento arrojó que el 50% de los consumidores locales se muestran preocupados, luego mencionaron el cansancio (25%) y la angustia (23%) entre sus sensaciones.
En cuanto a la situación individual, 9 de cada 10 consumidores argentinos está preocupado por la suya, con el agravante de que es también alto el porcentaje de los que no ven perspectivas de mejora, al menos durante los próximos meses.
El 75% de los consultados –sobre mil encuestados- reconoce que su situación económica es negativa, un territorio donde también se refleja el pesimismo: de cara al corto y mediano plazo, la negatividad con las finanzas propias atraviesa toda la pirámide social, aunque se expresa con más intensidad en los niveles socioeconómicos más bajos.
Trendsity detectó también un “síndrome FOMO” (acrónimo en inglés de “miedo a perderse algo”) por temor al desabastecimiento de ciertos productos alimenticios, como el café y el aceite.
Sensaciones similares reflejó otro relevamiento, en este caso de la consultora Kantar, que observó que “planificación e indulgencia” son las principales estrategias de los consumidores argentinos ante la crisis y la escalada inflacionaria.
Ante una inflación que no cede, los consumidores reducen gastos suntuarios o asociados al entretenimiento fuera del hogar, dando prioridad a cuestiones de alimentación y educación, según el informe.
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“Por un lado, ante el 27% de los argentinos que eligen una mayor planificación, se necesitan marcas realistas y responsables, que muestren certezas y planteen seguridad al consumidor, con empatía hacia su necesidad de ajustar su presupuesto y sus compras”, evaluó Manuela Urrutia, Directora de Marca de Kantar.
Y añadió que “por otra parte, el 25% que no quiere ser pesimista prefiere pensar que hay esperanza de salir adelante y decide darse algunos gustos” (indulgencia), por lo cual las marcas deben mostrar un “escape” con propuestas al alcance de diferentes segmentos, aún en un contexto complicado.
¿Y si compramos churros por unidad?
En los últimos días circuló por redes sociales fotos que mostraban las góndolas de una cadena de hipermercados con bandejas recubiertas de celofán y con un solo churro adentro, expuesto como si ese alimento fuese una joya preciada.
A un precio de $59 por unidad, Twitter se llenó de comentarios irónicos sobre la decisión empresaria de fraccionar los churros para venderlos de a uno para quienes extreman las medidas de austeridad frente a la malaria inflacionaria.
La suba de la inflación de alimentos, una tendencia global
Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el índice de precios de los alimentos a nivel mundial se situó en junio de este año un 23,1% por encima del mismo mes del año pasado.
Ese índice es una medida de variación mensual de los precios internacionales de una canasta de productos alimenticios Si bien durante junio los precios cayeron 2,3% con relación a mayo –el tercer descenso mensual consecutivo- la inflación golpea fuerte a este sector en todo el planeta.
“En vista del aumento de los precios de los insumos, las preocupaciones por las condiciones atmosféricas y el incremento de la incertidumbre del mercado por la guerra de Ucrania, las últimas previsiones apuntan a la probabilidad de que se contraigan los mercados alimentarios y que los costos de las importaciones de alimentos alcancen un nuevo récord”, evaluó el economista de la FAO Upali Galketi Aratchilage.
Según el organismo, el costo mundial de las importaciones de alimentos va camino de alcanzar un nuevo récord de US$1,8 billones en 2022, pero la mayor parte del aumento previsto corresponde a la suba de precios y los costos del transporte y no al incremento de los volúmenes. “Es preocupante que muchos países vulnerables paguen más, pero reciban menos alimentos”, alertó la FAO.
Por Gerardo Choren, especial para TN