Con medidas de emergencia, Massa inyecta $2 billones en la economía: ¿alivio o más nafta para la inflación?
El «Plan Platita» equivale al 1,1% del PIB de acá a fin de año, compartido entre la Nación y las provincias. Cómo es el ranking de las medidas
Desde que se terminaron de contar los votos de las PASO, Sergio Massa hizo anuncios económicos por un total de $2 billones. La mayoría de las medidas -desde la devolución del IVA para la compra de productos de la canasta básica hasta la eliminación del impuesto a las Ganancias para casi todos los empleados en relación de dependencia- fueron para tratar de compensar los efectos negativos de la devaluación decretada el lunes 24 de agosto, y que dispararon los precios.
En efecto, la inflación del mes pasado fue del 12,4%, pero los alimentos registraron un alza promedio del 15,6%, de acuerdo al relevamiento del INDEC.
El recalentamiento de la dinámica inflacionaria augura un piso muy elevado para el IPC de este mes, que se dará a conocer apenas diez días antes de la primera vuelta electoral. De acuerdo a los pronósticos de las principales consultoras, la inflación de septiembre se ubicará en, al menos, un 11%.
Es lo que daría el índice si la inflación de las próximas semanas tiene un piso del 2% en cada una de ellas. Un cálculo conservador, en medio de esta situación de incertidumbre total ante la definición política y un estado desesperante en el Banco Central por la escasez de divisas en las reservas.
En este contexto, Massa hizo anuncios que tendrán un costo fiscal por unos $2 billones, el equivalente al 1,1% del PIB, según la estimación de la consultora Eco Go, dirigida por los economistas Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi.
Para la Nación, el costo del paquete será del 0,65% del PIB ($1,2 billones), mientras que para las provincias alcanzará a 0,43% del Producto, unos $801.000 millones.
Plan platita: analistas advierten por los efectos colaterales.
Causas y consecuencias del «plan platita» de Massa
El último reporte de Eco Go a sus clientes destaca al detalle los costos de las últimas medidas anunciadas.
De todas, la que mayor costo fiscal acarrea es la devolución de 21 puntos del IVA para las compras de productos de la canasta básica en los comercios, con un tope mensual de $18.800. En total al fisco le cuesta $854.000 millones, tomando en cuenta el período septiembre a diciembre próximo: ($375.000 millones por la devolución a los jubilados y pensionados, que ya estaba en marcha y otros $479.000 millones que acaban de lanzarse este lunes).
En segundo lugar del ranking figura la suba del mínimo no imponible de Ganancias, que dejó a sólo 80.000 empleados de la cuarta categoría pagando Ganancias. Esa medida tiene un costo de $593.000 millones.
El tercer puesto fue para el programa alimentario del PAMI, que acaba de anunciarse. Tendrá un costo -hasta diciembre- de $90.000 millones.
El cuarto lugar lo tiene el refuerzo de la tarjeta «Alimentar», con unos $82.800 millones.
El quinto es el costo por el bono de $30.000 mensual (octubre y noviembre) para los trabajadores del sector privado, por un total de $62.700 millones. Ese costo lo asume el Estado por las deducciones habilitadas a las Pymes en las contribuciones patronales.
Sergio Massa, decidido a ganar las elecciones, lanzó una batería de anuncios económicos en las últimas semanas.
Lo dicho más arriba, el costo total de las medidas trepa a la friolera de $2 billones, el equivalente a 1,1 punto del Producto.
La expectativa en el mercado es que la puesta en marcha de todas estas medidas terminará recalentando la dinámica inflacionaria, ya que se toman en un momento en el que la economía carece de un ancla.
En diálogo con iProfesional, Menescaldi opina en ese mismo sentido. «Está claro que esta emisión excepcional no ayuda a anclar las expectativas. Cada vez hay más pesos en la economía, con lo cual esta emisión genera expectativas de que vas a tener más inflación, con lo cual -efectivamente- habrá más inflación».
«Hoy en día no hay manera de anclar los precios», concluye el director de Eco Go.
Menescaldi también cree que en un contexto donde la oferta de bienes y servicios retrocede por la falta de dólares y por la caída de las importaciones, el impulso de la demanda desemboca en mayores presiones inflacionarias.
Corte de manga al FMI
A esta altura, a poco más de un mes para las elecciones generales, Massa se ha desentendido del acuerdo con el Fondo Monetario. Lo único que le interesa al ministro-candidato es ganar y convertirse en el próximo Presidente.
La relación de Argentina con el FMI, en suspenso.
La tiene difícil por la aceleración de los precios, pero en el equipo económico consideran que lo peor sería atarse al pedido del FMI para cuidar las cuentas públicas, tal cual lo firmado en el último acuerdo.
El problema, más allá de los desafíos del ministro, es que las distorsiones macroeconómicas se van a profundizar con estas medidas. No porque estas iniciativas sean buenas o malas, sino por el contexto en el que se toman. Un momento en el cual la falta de expectativas es total. También la incertidumbre,
Eso se traduce en la vida cotidiana de una manera muy sencilla: nadie es capaz, hoy por hoy, de saber qué va a pasar en el corto plazo. Quién va a ganar las elecciones y qué plan económico pondrá en marcha. Cómo hará el futuro Presidente para asegurar un empeoramiento de las variables.
¿Habrá dolarización? ¿Un desdoblamiento cambiario, como propone Carlos Melconian, en caso de un triunfo de Patricia Bullrich? ¿Qué haría Massa? ¿Se negociarán fondos frescos del Fondo Monetario? ¿Sabrán los propios candidatos cuáles son los verdaderos márgenes de maniobra? ¿Cómo llega la economía al recambio presidencial?
Como puede apreciarse, hay cada vez más preguntas sin respuestas. Este es el contexto de una crisis histórica en la Argentina. Otra vez.