jueves, marzo 28

Coqueteos entre Macri y Javier Milei: una larga charla y una propuesta concreta para 2023

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La intimidad del poder-Nota extraída de Clarín por Santiago Fioriti

De qué hablaron el ex presidente y el libertario en una conversación reservada. La tensión entre el PRO y el jefe de la UCR. El juego de Larreta, Bullrich y Carrió.

Hace una semana, Mauricio Macri y Javier Milei hablaron durante más de una hora. Lo hicieron de modo reservado, por Zoom, para evitar que algún intruso los viera y les sacara una foto. El encuentro se concretó a pedido de Macri y lo gestionó el pensador liberal Alberto Benegas Lynch. Milei dio un paso que, por lo intempestivo, acaso tomó por sorpresa a Macri: le propusoconformar una alianza para competir bajo el mismo paraguas en las presidenciales del año próximo. Primero lo planteó de modo torpe: le pidió que el PRO se sume a La Libertad Avanza y, luego, ante la lógica reacción del ex presidente, habló de la posibilidad de explorar algún mecanismo para asistir a las PASO sin sus socios del radicalismo y de la Coalición Cívica. Milei buscó seducirlo con una apelación más propia de la casta que de los outsiders: “Si yo pierdo, te acompaño”.

El juego de seducción electoral irrumpió durante la cuarta conversación que ambos mantuvieron en poco menos de un año. La primera, la única en la que se vieron cara a cara y que Clarín reveló en octubre del año pasado, fue apenas una presentación, una charla eminentemente técnica en la que el libertario expuso su diagnóstico sobre la economía.

Aquel día la más entusiasmada resultó Karina Milei, la hermana del economista, fanática de Boca, que se quedó un largo tiempo hablando de fútbol con el ex presidente. Karina es la persona que Milei más escucha desde que ella intercedió a su favor en una feroz pelea con su padre, que lo golpeó y humilló cuando tenía 11 años. “Ahí viene mi jefe. Hablen siempre con ella”, suele decir cuando la ve llegar, delante de testigos. Ayer, Carlos Maslatón, que se define como puntero de Milei, criticó a Karina: pidió que su aliado la aparte para que no lo lleve a “una catástrofe irreversible”.

La segunda y la tercera vez que Macri y Milei se vieron, para preservarse de las críticas que habían alborotado la convivencia en Juntos por el Cambio cuando trascendió el primer encuentro, también fueron a través de una pantalla: aquellos diálogos ya no solo pasaron por la economía, sino que incorporaron elementos políticos. Ahora, en la cuarta, la reunión abarcó pasajes relacionados con la estrategia para derrotar a Cristina y Alberto Fernández. Macri, con la ayuda de Benegas Lynch, a quien Milei considera un prócer, intenta moldear el perfil del economista. Ambos le piden que sea menos virulento. Benegas Lynch considera que el lenguaje soez atenta contra la batalla cultural que los libertarios dicen librar.

“No te tenés que calentar tanto con los periodistas”, le sugirió Macri en la conversación. El economista le contestó que él no puede dejar pasar ciertas cosas. El ex presidente le cuestionó una serie de intervenciones en los medios. Milei se plantó ante cada una. Y reforzó su idea de llevar a juicio a un grupo de periodistas que, según él, lo acusaron de nazi. Macri le contestó que no estaba de acuerdo.

El fundador del PRO se siente atrapado. Milei, un ácrata que viene de obtener el 17% de los votos en las elecciones legislativas de 2021 y que hoy, según la mayoría de los encuestadores, tendría un número similar en el país, le genera un gran dilema. Ve en él ideas propias, incluso más de una que no pudo o no se animó a llevar a cabo durante sus cuatro años en la Casa Rosada.

Observa, al mismo tiempo, que un sector de sus votantes más extremos lo mira con cierta devoción. Pero sus socios de la UCR y la propia Elisa Carrió lo desprecian. Es, ciertamente, un desprecio mutuo: en la charla con Macri, Milei los tildó de socialistas, de populistas y hasta de inútiles.

Macri no se propone romper Juntos por el Cambio. Es su creador, junto a Carrió y a Ernesto Sanz. Pero se diferencia de ellos. Le parece natural hablar con Milei y considera un error que sus compañeros de ruta lo ataquen porque piensa -a tono con una línea de conducta de su ex asesor estrella, Jaime Durán Barba- que sus votantes serán indispensables en una eventual segunda vuelta con el kirchnerismo.

El encuentro por Zoom, sin embargo, coincidió con la calificación de “populista” que Macri hizo sobre la figura de Hipólito Yrigoyen. “Fue un error”, asumiría en seguida en privado. Ya era tarde. La UCR, con Gerardo Morales a la cabeza, había salido al cruce. “Si querés romper Juntos por el Cambio, lo mejor es decirlo concretamente”, dijo en su carta del lunes, para la que no consultó a nadie a la hora de escribirla. La redactó en su computadora personal y antes de publicarla se lo informó a sus correligionarios y a los presidentes del PRO y de la Coalición Cívica. La mayoría de los radicales prefirió eludir la polémica y hablar con Macri en privado. Alfredo Cornejo, por ejemplo.

Carrió se lo tomó con más calma. El jueves estuvo en la casa de la esposa del gobernador, en Los Perales, y almorzó largo y tendido con Morales. No son habituales los encuentros entre la ex diputada y el jujeño, aunque se conocen desde hace varias décadas. Los dos tienen temperamento fuerte. Tras su visita a Jujuy, Carrió se comprometió a “amansar” -así lo dijo- a los aliados rebeldes del espacio. En el mismo mensaje avisó: “El que vota a Milei vota a un genocida”.

Los asesores de Macri dicen exactamente lo contrario que Morales: es el radicalismo el que se ve perdedor en una interna (frente a Rodríguez Larreta, Bullrich o eventualmente ante Macri) y el que estudia ir por afuera. Uno de ellos asegura que ese es el plan de Manes y que se acaba de sumar Morales. Que no lo blanquean por miedo.

La tensión en la oposición transita en el período de mayor debilidad del Gobierno y frente a una inédita pelea pública entre el Presidente y su vice. “Es como si quisiéramos empatar. Es un papelón lo que estamos haciendo”, reconoce uno de los principales protagonistas de la fuerza. Hoy la chance de una explosión en Cambiemos aparece lejos, pero aparece. Hace unos meses no estaba. Que los propios actores ventilen ese fantasma habla por sí solo.

Si algo los frena es el interminable circuito de focus group que encargan por igual los halcones y las palomas y que arroja siempre la misma conclusión. La gente los quiere juntos y pide que no se peleen. Allí radica el gran temor: el que salte del barco pagará los costos frente a buena parte de la sociedad que quiere ver fuera del poder al kirchnerismo.

El que más cómodo se siente con ese reclamo es el alcalde porteño. Larreta habló con Morales y con Macri esta semana para apaciguar las aguas. Para él no hay futuro si se disgrega Juntos por el Cambio. Larreta no pasa por su mejor momento. Hay quienes se preguntan si no se anticipó al jugar tan fuerte en las elecciones pasadas. Le prometieron el paraíso si salía airoso de la contienda electoral. Le fue bien, o muy bien, pero el paraíso está a la misma distancia o incluso más lejos que antes. Hay tres dirigentes que se lo advirtieron, cenando en Pizza Cero antes de las primarias: Joaquín de la Torre, Emilio Monzó y Jorge Macri.

También Bullrich intercedió en la disputa entre Macri y los radicales. “Le pedí a Mauricio que afloje un poco”, le aseguró a Morales, cuando el jujeño le dijo que para él había un operativo de demolición de la UCR. Los radicales y Larreta tienen un punto fuerte que los aglutina: le dicen que no a Milei. Rechazan la mayoría de sus ideas, pero también su estilo confrontativo y polémico.

Milei ha comenzado a trabajar ese costado. Es otra coincidencia impensada con Macri. Ambos tienen guías espirituales. Macri llegó a visitar a Cristina, la suya, hasta en sus tiempos de presidente. La mujer lo armonizaba con cuencos tibetanos y lo ayudaba a liberar energías.

El economista apela a Axel, un rabino con el que comparte un ritual. En algún momento del día, Axel le envía un mensaje a su celular con una consigna y le da diez minutos para pensarla. Cuando transcurre ese lapso, a Milei le suena el teléfono y usan el mensaje como disparador para la charla. La última vez, cuando vibró su teléfono, Milei leyó: “¿Qué es ser un sabio?”. A los diez minutos exactos, el celular volvió a sonar. La conversación con el rabino duró tres horas.