martes, abril 16

Coronavirus en la Argentina. ¿Cuántos muertos dejará la pandemia en el país?

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Nota extraída de La Nación por Martín De Ambrosio.

Más allá de las posibles secuelas que deje el coronavirus en los cuerpos de quienes se infectaron, algo aún bajo análisis, el conteo más importante al final de una epidemia es el de fallecidos.

Ahora que la Argentina está por pasar los 10.000 muertos por Covid-19, ¿en qué momento se detendrá esa curva? Los expertos, epidemiólogos y científicos de datos, hacen diferentes estimaciones a partir de un escenario actual que ya mostró números difíciles en la proyección de julio y agosto: al 1° de julio había 1310 muertos, al 1° de agosto, 3558; y 8730 al 1° de septiembre, con una duplicación de entre 20 y 25 días que, no obstante, es una progresión que no podría extenderse demasiado por los límites biológicos de la epidemia (por ejemplo, la cantidad de personas susceptibles y la propia circulación viral).

Desde luego, el número final de fallecidos es para todos un número muy difícil de estimar porque requiere una serie de supuestos, cuya pequeña modificación podría generar un cambio importante en el resultado: si continúa la letalidad en alrededor del 2% de los casos confirmados, si no colapsa el sistema sanitario, si se toman medidas desde el Gobierno, si la sociedad actúa o no con responsabilidad. Aun así, el número podría ir desde la duplicación de los 10.000 actuales hasta un escalofriante 100.000 en el momento en que una o más vacunas empiecen a generar una base de inmunidad en la población durante el primer semestre de 2021.

Algunos de los cálculos los hacen seres humanos, pero otros son realizados por inteligencia artificial. Es el caso del sistema creado por el científico de datos Youyang Gu del MIT (Estados Unidos) que usa el llamado machine learning, que devuelve un análisis a dos meses e indica 19.266 fallecidos en el país para el 1° de noviembre. En esa tabla, la Argentina es el único entre los primeros 20 listados que duplica sus fallecimientos en ese plazo. En tanto, la proyección que publica el Institute of Health and Metrics, de la Universidad de Washington, llega a 33.220 muertes en la Argentina al 1° de enero de 2021 (y 26.000 para el 1° de noviembre) para un total de algo más de 2.800.000 en todo el mundo.

Lo que hay que tener en cuenta es que estas predicciones están basadas en extrapolar tendencias actuales, por lo cual “son pésimas frente a cambios abruptos del statu quo, por ejemplo, saturación de las terapias intensivas”, tal como sostiene Humberto Debat, virólogo e investigador del INTA en Córdoba. “Estos modelos de predicción son de gran utilidad para trazar horizontes probabilísticos a corto plazo, pero no pueden anticiparse a decisiones que pueden tener gran impacto en la realidad sanitaria”, indica.

Debat agrega algo que con palabras similares repiten todos los consultados: “Los fallecimientos podrían reducirse drásticamente si se toman medidas restrictivas de vuelta a fase 1 en el territorio argentino. Nada está escrito en mármol y siempre existe la posibilidad de cambiar los escenarios futuros (y salvar vidas)”.

“[Si no se actúa], vamos a tener de 14.000 a 16.000 muertos a fines de septiembre como mínimo. Y a fines de octubre, entre 20.000 y 30.000”, dice Rodrigo Quiroga, investigador del Conicet y docente de la Universidad de Córdoba. Esto último sucederá, agrega, “si no hay un cambio significativo de conducta de la sociedad con una cuarentena dictada por el Gobierno o motivos propios”.

En cuanto al número total, estima que si se deja correr “biológicamente” el virus hasta la inmunidad de rebaño, “serían unos 90.000 muertos en el país, como mínimo, sin considerar la saturación del sistema de salud. Pero, de nuevo, predecir qué medidas se van a tomar y cómo va a reaccionar la sociedad es muy difícil”, sigue Quiroga.

Jorge Aliaga, exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y hoy en la Universidad de Hurlingham, por su parte, coincide en que “salvo un colapso enorme del sistema de salud, si sigue el aumento por goteo, lento, el número puede andar en el rango de las 100.000 personas”.

“Es un número máximo con el sistema de salud no colapsado, pero casi todo el país infectado. El punto es que podría ser menos si logramos que no se contagien todos hasta que llegue la vacuna. Eso entra en tensión con la economía y las reaperturas programadas. Al reactivarse la economía, salvo que se aumente el cuidado de las personas, habrá más casos y por lo tanto más fallecidos. No indefinidamente, pero ese es un poco el análisis que hago”, dijo a LA NACION.

Aliaga remarca también que se trata de aproximaciones porque puede haber fuentes de error incluso a la hora de la consignación de la causa de defunción. “Los números confiables, por ejemplo en España, marcan una letalidad del 0,6% de quienes se enferman, no de los detectados”.

Pero a la vez destaca que eso cambia con las diferencias de edad. Se sabe que el coronavirus es más letal a medida que la población es de mayor edad. Y cita que en Europa el 20% tiene más de 60 años, mientras que en la Argentina el promedio es 10% y en CABA es 14%. “Eso marca una diferencia en cómo afecta. Por ejemplo, en la Villa 31 no hubo tan alto porcentaje de muertes aún con virtualmente todos contagiados porque no hay tantos mayores”.

Para el exministro de salud Adolfo Rubinstein, también habrá “entre 30.000 y 40.000 fallecidos hacia fin de año” por el Covid-19. “Hoy estamos en un promedio de unas 200 muertes diarias que corresponden a contagiados de hace tres o cuatro semanas, cuando no teníamos un promedio de 11.000 casos diarios como ahora sino de 6000 o 7000”, dijo

Como los otros consultados, la consideración se hace con la suposición de mantener idéntica letalidad y sin colapso sanitario generalizado, algo que no ve posible, al menos en la escala que sufrieron España, Italia o la ciudad de Nueva York. Respecto de la salida o posibles soluciones, Rubinstein mencionó la responsabilidad individual en el uso del barbijo, el evitar aglomeraciones y el distanciamiento social, además de aumentar el plan Detectar y generar un campaña comunicacional segmentada a los jóvenes y adolescentes para promover una conducta más solidaria. «Ellos son de bajo riesgo y lo saben, pero pueden llevar el virus a población de riesgo», dijo.

Tensión crónica en el sistema

El problema de hablar de números es que, casi indefectiblemente, lleva a olvidar que cada caso mortal conlleva su propio drama. Como señala Leda Guzzi, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología que trabaja en el Hospital Maternidad de Vicente López: «La situación es muy preocupante y algo que no se puede naturalizar. La realidad es que, en la medida en que sigan aumentado los casos, seguirán aumentando los fallecidos. Si uno mira lo que pasa, hay una duplicación en el número de fallecidos cada unos 25 días y esta tendencia es muy mala».

Guzzi insiste en que hasta que llegue alguna vacuna efectiva, «la única herramienta es la distancia social, el aislamiento, el tapabocas, mantener una distancia de dos metros y el lavado de manos frecuente».

Enseguida aparece un problema anexo: si los terapistas y el sistema sanitario en general podrán mantener en el tiempo lo que hasta ahora es un porcentaje relativamente bajo de letalidad: y si ese desgaste va a impactar en la mortalidad. «Un sistema sanitario que comienza a colapsar tiene menor capacidad de respuesta y esto sin duda impacta en la mortalidad. Si tenemos un sistema crónicamente tensionado en el tiempo va a haber un impacto negativo en esas tasas», lamenta Guzzi.

Su colega Analía de Cristófano, miembro del comité de control de infecciones del Hospital Italiano de Buenos Aires, recalca que la progresión de fallecidos aún sigue lineal respecto de la cantidad de casos y no hay una mortalidad (medida por millón de habitantes) más alta que en otros lugares. «Hay algo de base que hay que entender: la cuarentena temprana sirvió para prepararse y no saturar el sistema, pero eso no significa que no haya casos y muertos, porque los casos seguirán hasta que no exista la vacuna», dice.

Y agrega que con tanta cantidad de infectados empieza a verse no solo mortalidad para gente con factores de riesgos sino también para gente sana. «A todos les puede tocar. Lo nuestro es paulatino por la cuarentena, pero de acá a un par de semanas con más contagios matemáticamente habrá más muertos. Pero no es que la cuarentena no funcionó, sí funcionó».

El presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Omar Sued, coincide en que la cantidad de casos fatales solo disminuirá cuando disminuyan las nuevas infecciones. «Mientras tengamos un número tan alto de nuevas infecciones y se generen focos en las diferentes provincias es muy difícil hacer una proyección [hacia la baja]».

Y agrega: «Todavía hay muchísima gente en el país que no se infectó, por lo cual el riesgo de que siga habiendo tantos casos sigue existiendo. Dependemos del esfuerzo de cada uno de no infectarse. Si no colaboramos todos, vamos a sufrir lo que vemos en Jujuy con el sistema de salud totalmente lleno y sin capacidad para atenderlos».