viernes, marzo 29

Cristina, Alberto y Massa: 3 horas en Olivos en medio de tensión y nuevos rumores

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Nota extraída de Clarín por Santiago Fioriti

Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa estuvieron reunidos durante casi tres horas, el miércoles, en la Residencia de Olivos. El encuentro se dio en el momento de mayor tensión en la alianza gobernante y en medio de una crisis inflacionaria y política que sacude al país. Aunque los protagonistas mantienen fuertes diferencias plantearon la necesidad de cambios y de construir una hoja de ruta que le permita ganar aire al Gobierno. Algunos dicen que, también, para ilusionarse con retener el poder más allá de 2023. Otros son mucho más prudentes: deslizan que el único objetivo es llegar al último día de administración.

“Con Batakis sola no alcanza”, fue el eje que los unió en Olivos. Así fue planteado. Se referían a la reemplazante de Martín Guzmán en el Ministerio de Economía, que llegó al cargo tras 24 horas de rumores y amenazas de modificaciones radicales en el funcionamiento del Ejecutivo. Los primeros días de Batakis fueron un tembladeral. Cayeron los bonos, el riesgo país trepó a más de 2.700 puntos, se dispararon las diferentes cotizaciones del dólar y el Banco Central sacrificó más de 500 millones de dólares en reservas.

Cristina y Massa le transmitieron al jefe de Estado que sin cambios mayúsculos no hay posibilidades de eludir la tormenta que viene de frente. Alberto, como lo hizo el fin de semana, se sigue resistiendo. La preocupación de la ex presidenta es cada vez más notoria.

“El mercado no nos cree”. dijo a Clarín uno de pocos dirigentes con acceso a la intimidad del cónclave. La conversación entre los principales dirigentes del Frente de Todos se realizó de modo reservado. Se supone que había un pacto de que no trascendiera. Cristina suele decir: “No saben hacer política sin contárselo a los periodistas”.

La mayoría de los ministros no estaba anoticiado y hubo un operativo para negar el encuentro. La propia portavoz oficial, Gabriela Cerruti, lo desmintió ante distintos periodistas acreditados de la Casa Rosada. O no estaba al tanto o, simplemente, mentía. Pero la cumbre existió. “El Presidente está trabajando, estamos gobernando. No pensamos en rumores, se lo dejamos a los que tienen tiempo. El Presidente está en control del país”, fue todo lo que dijo en la conferencia de prensa.

Por estas horas, en lo más alto del poder se especula con cambios en el Gabinete y en diferentes áreas de la administración. No serían inminentes, pero están bajo análisis. No solo de nombres. Cristina se puso al frente de la política energética, está supervisando en persona cómo siguen los subsidios al gas y la luz y quiere interceder en la política del Banco Central.

El primer mandatario, su vice y el presidente de la Cámara de Diputados se encontraron el miércoles. Alberto arribó a la Quinta Presidencial a las 18. Media hora más tarde lo hicieron Cristina y Massa, en auto, pero por separado. Ninguno ocultó su fastidio con la situación ni intentó maquillar el malestar que atraviesa. Se fueron pasadas las 21. La noche anterior, Cristina había recibido a Massa en su despacho del Senado. Puede haberse gestado allí la convocatoria. El tigrense estaba enojado por el desgaste del fin de semana, donde sonó como jefe de Gabinete -e incluso como una suerte de súper ministro con control de la economía- y terminó con las manos vacías.

¿Por qué hubo tanto esfuerzo en negar el encuentro? “Cristina estaba enojada y aparentemente nadie quiso quedar mal con ella. Alguien mandó a bajar todo“, confió una fuente al tanto de la organización.

Cristina ya había puesto el grito en el cielo cuando el sábado, en tiempo real, los periodistas se enteraron de que ella y Alberto Fernández estaban hablando por teléfono. Aquella primera conversación entre el Presidente y su vice duró cerca de 50 minutos, el tiempo suficiente para que la noticia fuera publicada en los portales.

Cuando los lectores se lanzaban sobre las notas, todavía ellos charlaban sobre el reemplazante de Guzmán. Eso ayuda a explicar la excesiva cautela en la no comunicación. “Yo no entiendo por qué lo niegan. ¡Si es algo que todos queremos que ocurra!“, decía esta noche un integrante de la alianza.

Artículo publicado originalmente en Clarín.