miércoles, octubre 2

Cristina-Moyano, la fórmula que estudian en el Patria

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Nota extraída de The Post por Carlos Milra

El camionero sea probablemente una de las figuras con mayor rechazo en la opinión pública, pero el racional del Patria sale al cruce de esas comprobaciones diciendo que será la primera vez que un representante sindical integre una fórmula presidencial

En el Instituto Patria tienen bastante decidida la opción electoral que más posibilidades les da de ganar en 2023: Braden o Perón.

En esa usina de tinieblas están convencidos de que hay una Argentina negra, coya, indígena, resentida y con suficiente rencor acumulado como para respaldar una fórmula que materialice como ninguna otra esa división irreconciliable entre esa Argentina y la Argentina europeísta, blanca, instruida, admiradora de la integración al mundo y cómoda con el liderazgo global norteamericano.

Como fruto de esa convicción están decididos a explorar un experimento que, según ellos, puede darles el triunfo el año que viene. Siguiendo esa lógica sueñan con un binomio Cristina-Moyano.

El camionero sea probablemente una de las figuras con mayor rechazo en la opinión pública, pero el racional del Patria sale al cruce de esas comprobaciones diciendo que será la primera vez que un representante sindical integre una fórmula presidencial y que, a nivel gremial, Moyano es visto como el campeón absoluto en conseguir beneficios para su gremio. Especulan que entre los sindicatos ese “concepto” se va a extrapolar a los afiliados a otros gremios y ello arrastraría una fuerza importante de votos.

Pocos días antes de que Kirchner muriera, en octubre de 2010, Moyano llenó la cancha de River y allí afirmó: “¡Los trabajadores tenemos que dejar de ser un instrumento de presión para ser un instrumento de poder!” Para luego agregar que tenía que llegar el día en que un trabajador se siente en el sillón de los presidentes.

Por supuesto que por “trabajador” quería decir un “trabajador” como él que a esta altura tiene ya poco de “trabajador” y mucho de apretador mafioso a cambio de no ejercer represalias sobre sus víctimas. Pero, bueno, todo el mundo entendió lo que el líder de la CGT quería decir.

Para los dos Kirchner aquella había sido una demostración de desafío al monopolio de su poder y desde allí comenzarían días de frialdad. Es más, se llegó a decir que, pocos días después, Néstor Kirchner falleció a causa del disgusto que le produjo una fortísima discusión telefónica con el líder camionero. Algunas lenguas dijeron en ese momento que Cristina Fernández nunca le perdonaría eso.

Pero el tiempo ha pasado y la Reina está en peligro. Su propia libertad y la de sus hijos están en la mesa de las negociaciones. Quizás esos sean motivos suficientemente fuertes para ensayar un perdón.

La opción de la división entre dos Argentinas será presentada sin disimulos y a cara de perro: “Si, somos nosotros, los ‘negros’ contra ustedes los ‘blancos’ y vamos a por lo de ustedes”.

Se trataría de una reedición “evitista” (de Eva Perón) de la política que, 70 años después de inventada por la entonces mujer de Perón, volvería por sus fueros.

A quienes les advierten que Cristina y Moyano sean probablemente dos de las personas que más repugnancia causan en la sociedad hoy, preguntan muy sueltos de cuerpo “¿en qué sociedad?”, algo así como cuando uno dice “Cristina no puede caminar por la calle” y ellos responden ¿por cuáles calles?

Están convencidos de que, con un ejército de remises, pueden repetir lo que lograron entre las últimas PASO y las últimas elecciones generales en donde no dieron vuelta el resultado, pero sí redujeron mucho la diferencia.

Moyano viene de una relación serpenteante con la vicepresidente pero últimamente no ha dirigido una sola crítica al kirchnerismo y en 2018 había dicho que si no había nadie mejor Cristina Kirchner tenía que ser la candidata del peronismo. Su hijo, Pablo, es un referente directo de Cristina y Máximo Kirchner.

En el Patria entienden que los radicales de Juntos por el Cambio van a tentar al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti a integrar una fórmula de competición interna junto al médico Facundo Manes. Esa fórmula competiría contra otra del PRO: Macri-Vidal. Dan por muerto a Horacio Rodríguez Larreta, básicamente porque Macri no da señales contundentes de no querer competir: en su acostumbrada jerga militarista dicen “si el General no se baja, el Coronel no puede ascender”.

Si este escenario se concreta arrojará muchas conclusiones sobre la Argentina. Primero, que el peronismo es capaz de hacer cualquier cosa con tal de ganar, más el peronismo kirchnerista comandado por una enferma que no está preparada para perder frente a frente a mano de su peor enemigo (enemigo que ella fabricó porque Macri nunca estuvo interesado en darle esa entidad a ella).

Segundo, que el país, los pobres, los humildes, los negros, los coyas, los indígenas y los resentidos les importa muy poco a la nomenklatura que usa esa masa de idiotas útiles para su propio beneficio.

Tercero (y esto en el caso de un efectivo triunfo de esa fórmula en las elecciones presidenciales) quedará confirmado que la Argentina ha sido ganada por una mayoría de envidiosos y racistas inversos que han decidido incendiar todo con tal de quedarse con las sobras de lo que quede del incendio: prefieren esos escombros a participar de la fiesta del desarrollo (en la medida en que el desarrollo sea comandado por un conjunto de “blancos” cipayos que no sienten nada por la argentinidad profunda)

Y, finalmente, cuarto, que el país habrá perdido la última posibilidad de salir del laberinto por arriba y desde allí en más deberá buscar su supervivencia en los oscuros sótanos del odio.

Falta mucho aún para las elecciones. Pero anoten estos datos. De aquí a un año y medio esta columna podrá haber sido una primicia o una más de las especulaciones que rondan en las cabezas de quienes aspiran a gobernar un país sin destino.