Cristina quiere un nuevo formato para el gobierno con Alberto relegado

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Nota extraída de TN por Adrián Ventura

El escenario político está a la espera del discurso que dará hoy la vicepresidenta. En su entorno reclaman una “presidencia colegiada” donde el jefe de Estado deba consultar las decisiones en una mesa de diálogo.

El dato político más importante de hoy se conocerá a las 17, cuando hable Cristina Kirchner: ¿le dará la vicepresidenta una tregua al primer mandatario o seguirá alimentando su desgaste diario?

Esta tarde, la vicepresidenta recibirá un título Honoris Causa y dará una clase magistral. El título ya sugiere buena parte del contenido: se llama “insatisfacción democrática”. A su lado estará Jorge Capitanich, uno de los varios precandidatos que ella habilita para correr en 2023.

Hace 66 días que Cristina y Alberto Fernandez no se hablan. La última vez fue durante la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso. Ese día se les escucharon cruzarse apenas palabras protocolares y ella no aplaudió ni una sola palabra del discurso del Presidente.

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El resto es historia reciente: las críticas de Andrés Larroque y de Maximo Kirchner en contra de Alberto y de Martín Guzman y el tuit de Cristina sugiriendo que el Presidente perdió legitimidad de ejercicio, esto es, que la gente ya no confía en él.

Ayer anticipábamos en esta columna de TN que uno de los escenarios que evalúa Cristina pasa por instalar una mesa de diálogo, para que Alberto le consulte todas las medidas de gobierno más importantes. Una suerte de “bi-presidencialismo”, una presidencia colegiada. Ya forma que imagina para ejercer ella misma el poder y dejar a Alberto en la posición de un devaluado jefe de gabinete. Volver el tiempo atrás.

Ayer a las críticas contra Guzmán se sumó Wado de Pedro en una reunión con industriales sub 40. El ministro dijo que “ni peronistas ni antiperonistas están contentos con la marcha de la economía”.

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Claro está que Alberto no lo considera aceptable: sería dejarse vaciar de todo poder. El peso específico de Cristina inclinaría esa mesa y enajenaría la menguada autoridad que le queda al Presidente.

Mientras tanto, Alberto solo atinó a ejecutar unos pocos movimientos. Por una lado, organizó una promocionada reunión de gabinete, intentando dar una señal de gestión.

Su vocera ratificó a Martin Guzman. Y el ministro de Economía, por su parte, confirmó ayer el rumbo económico frente a los empresarios más importantes del país. Afirmó que cumplirá con las metas de reducción de emisión y déficit fiscal que pactó con el FMI.

Para los empresarios, Guzman es el eslabón más racional del Gobierno, comprende la necesidad de radicar inversión y tiene buenas relaciones con el sector petrolero y otros rubros. Pero los tiempos los marca Cristina.

El otro dato, que debe ser soslayado, es la decisión de Alberto de realizar una nueva gira europea en medio de una semana que, se vislumbra, será difícil: la marcha piquetera de 3 días, que Juan Zabaleta intenta desactivar; las audiencias para aumentos de tarifas de luz y gas, que siempre desnudan el conflicto entre Guzman y Energía y el dato de inflación del Indec (que, según Guzman, será más bajo que el exorbitante 6,7 por ciento de abril).

Por lo demás, la estrategia de Alberto es clara: hacer oídos sordos a las críticas, con la esperanza de que terminen desgastando a la propia vice.