viernes, abril 19

Cristina se concentra en su frente judicial y mide los resultados de la gestión deMassa

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Nota extraída de TN por Jesica Bossi

La única bandera que le queda en pie al kirchnerismo es “Todos con Cristina”. La defensa sobre la figura de la vicepresidenta a medida que avanza el juicio oral es un insumo básico para mantener viva la militancia y permite plantear una batalla épica en la antesala del año electoral.

El ministro de Economía, Sergio Massa, y vicepresidenta Cristina Kirchner (Foto: Télam).
El ministro de Economía, Sergio Massa, y vicepresidenta Cristina Kirchner (Foto: Télam).

No hay nada más en el menú K. La etapa de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía los llevó a hacer silencio sobre el rumbo de la gestión. El funcionario llegó respaldado por “la jefa” bajo la misión de terminar el mandato en diciembre de 2023. Faltan 16 meses.

Axel Kicillof, el principal consejero económico de Cristina, se cuida de hacer comentarios ásperos sobre Massa. Incluso mantiene cautela en las reuniones de gabinete de los lunes, donde solía despacharse a gusto con críticas a Martín Guzmán. El gobernador dice ante los suyos que hay que esperar que se cumplan las “promesas” por las que arribó al cargo. Poco se sabe acerca de ese punto.

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Entre otras cuestiones, Massa garantizó que traería fácilmente 5 mil millones de dólares, algo que aún no ocurrió. Hizo anuncios de baja del gasto y quita de subsidios, de los que se desconoce alcance e instrumentación. Los detalles de la suba de tarifas que iban a ser anunciados durante esta semana, pasaron para este lunes, y parece que van a ser menos agresivos que lo planteado.

El equipo económico sigue el frenético ritmo de Massa y pide paciencia. “Hace cinco días que no me siento a comer”, dice un colaborador, cuando se le marcan demoras para implementar medidas.El reloj cuenta distinto porque el crédito político con el que llegan se desgasta rápido y quizá el ministro sobrevaluó su capacidad para encaminar el barco.

Las señales no convencen a los mercados. El corrimiento del eje del poder nutrió la expectativa de un cambio de 180 grados. Esa fantasía quedó atrás. No hay en marcha un plan de estabilización, que implicaría tres patas en simultáneo: aumento de la tasa de interés, ajuste del gasto y devaluación.

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Para cualquier político con ambición electoral eso sería como entrar en un túnel negro. Es difícil de calibrar y en una primera etapa siempre es inflacionario. Pero apuntaría a crecer luego sobre una base sólida.

El Gobierno no eligió un plan de estabilización sino más bien un “plan llegar”. El botón de la devaluación está bloqueado por pedido de Cristina Kirchner. No quiere un salto drástico del tipo de cambio, hizo saber a distintos interlocutores. Se verá cómo se lleva esa decisión con la realidad.

La vicepresidenta, para sorpresa de varios, no objetaría la llegada de Gabriel Rubinstein como viceministro, luego del escándalo por sus tuits, si viene “con la fórmula de la Coca Cola bajo el brazo”. Massa revelará al elegido en las próximas horas. La necesidad de un macroeconomista para ocupar esa silla es real no solo porque él es abogado sino porque sintonizar políticas y variables con el FMI requiere de profesionales de primer nivel.

Por fuera de las intrigas de Palacio, la calle se recalienta al ritmo de los precios y el crecimiento de la pobreza. En un clima de desconcierto, la CGT organiza una movilización para el 17 de agosto.

La CGT organiza una marcha para el 17 de agosto. (Foto: TN)
La CGT organiza una marcha para el 17 de agosto. (Foto: TN)

“La marcha es cualquier cosa”, se sincera uno de los organizadores. Por ahora, decidieron que no habrá oradores, ni documento. No es contra el Gobierno, pero tampoco a favor. Van del Obelisco al Congreso, en una especie de kermese que incluye a los “Gordos”, el moyanismo y el Polo Obrero.

En la CGT no quieren que el conflicto social se agudice, pero están a disgusto con algunas cuestiones. La mayoría rechaza una suba salarial fija por decreto, como sugirió Cristina Kirchner. Prefieren reabrir las negociaciones paritarias y ajustar por inflación. Para peor, el último trimestre puede ser una pesadilla porque será recesivo.

Entre los gremialistas también hay interna: los más K sospechan que algunos de “los Gordos” ya arreglaron y se pasaron de “Alberto a Horacio”. Horacio es Rodríguez Larreta

La crisis económica se monta sobre la crisis política. Alberto Fernández no se resigna a un papel decorativo y la dinámica de toma de decisiones del tridente no está resuelto. Los cambios en el Banco Central, por mencionar un ejemplo, están demorados por la lapicera del Presidente.

En 10 días, si no hay sobresaltos, el fiscal Diego Luciani pedirá una condena con pena de prisión para la vice. Luego, seguirá el turno de los alegatos de cada uno de los acusados, que puede llevar varias semanas. A Cristina Kirchner le tocó el sexto lugar, en una ronda que arranca con Lázaro Báez. La sentencia del Tribunal Oral Federal 2 se espera para diciembre.

Cristina Kirchner se concentra en su frente judicial y mide los resultados de la gestión de Massa

El kirchnerismo va a poner el cuerpo ante la condena de su líder. Se empezó a evaluar una convocatoria masiva para cuando le toque hablar frente al fiscal y los jueces a quienes acusó de ser operadores del “lawfare”. La defensa no es jurídica sino política y en la calle. Ya lo advierte una de las canciones de La Cámpora: “Si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar”.