Cuál es la temeraria promesa de Milei a acreedores de Wall Street a cambio de que «no molesten» en 2024
El plan que Caputo delineó ante el Tesoro norteamericano y el FMI prevé una audaz maniobra que ya empezó a negociar con sus viejos conocidos en el exterior |
Javier Milei no contó en público todo lo que sus principales espadas («los nicolos» Nicolás Posse y Nicolás Caputo) hablaron con el Tesoro de Estados Unidos y el FMI en el viaje relámpago de la semana pasada. Tampoco reveló que él y Caputo estuvieron en contacto habitual desde hace al menos tres meses, cuando el libertario se impuso en las elecciones primarias. Milei viene pensando en quiénes serían los hombres indicados para encaminar la economía en la complejísima primera etapa de su gobierno desde el mismo día en que se desayunó con la posibilidad de acceder a la Presidencia. Hasta ese día, ni siquiera cerca del libertario creían que podía salir primero, desplazando a Pato Bullrich y a Sergio Massa, como ocurrió. Pero el lunes siguiente a ese 14 de agosto que pasará a la historia, Milei retomó el diálogo fluido no sólo con Caputo, sino también con otros de los economistas por los que siente «respeto», como Federico Sturzenegger, entre otros.
Se lo ve contento a Milei. Sus allegados reales -muy pocos- dicen entre risas que es el «efecto Fátima», por su novia la diva Fátima Florez con quien parece que la relación marcha viento en popa. Pero la lectura más fina sería otra: a diferencia de lo que les pasó a los antiperonistas en estos 40 años de democracia -Alfonsín, De la Rúa, Macri-, el poder parece haberle sentado más que bien. No sólo bajó 10 kilos desde que ganó el balotaje. Sale casi corriendo como un adolescente los viernes a última hora del Libertador Hotel de Córdoba y Maipú, porque lo espera su novia en el nidito de amor que comparten desde hace un tiempo. «Javi está feliz, tal vez porque sabe que lo suyo por ahora es gobernar lo mejor posible cuatro años. Lo toma como un trabajo de cuatro años, nada más. Después Dios dirá», relata una fuente que es cercana y tiene una virtud: aclara ante el periodista que no se considera parte del círculo íntimo del presidente electo, una actitud casi imposible de encontrar en quienes rodean a un hombre que va ganando poder, cuando tienen a un periodista delante.
Pero Milei no toma esto sólo como un trabajo. Casi místico, considera que alguna «fuerza del cielo» lo puso en esta delicada coyuntura -cree que es la más desafiante de la historia moderna de la Argentina- para ver si tal vez puede convertirse en el primer presidente desde su admirado Carlos Pellegrini en poner algo de «racionalidad, orden y progreso» a una Argentina que alguna fue uno de los países más ricos, y ahora corre el riesgo de convertirse en «la villa miseria más grande del mundo…».
Con este marco, el libertario asumirá el domingo próximo como presidente, en medio de una expectativa enorme de vastos sectores sociales -incluso hasta los que podrían verse perjudicados por sus eventuales políticas-, de que la Argentina vire hacia un esquema político, económico y social más justo, honesto, donde se reconozcan los méritos de los que más trabajan, más estudian, más se esfuerzan, y se dejen de lado los ñoquis, los acomodos, las «ventajitas», la corrupción, el «roban pero hacen», y otras distorsiones que parecen haber crecido como hongos en la Argentina de los últimos veinte años al menos.
La «promesa» a los acreedores
Si uno repasa entrevistas de Milei de los últimos tres meses, en distintas oportunidades aludió a que venía trabajando con especialistas a los que «respeta» mucho. Ahora se confirmó que, al menos en materia financiera, el especialista «oculto» con el que venía teniendo conversaciones era Luis Caputo, quien le aclaró varias veces que él estaba para «acompañar», porque ni él ni su familia estaban dispuestos a soportar los «padecimientos» a los que lo sometió el kirchnerismo desde hace seis años. Caputo tiene tres causas abiertas por demandas presentadas por diputados ultra K. Una es la que más le preocupa. Tal vez en las próximas semanas haya novedades sobre esta cuestión. Sin embargo, algo seductor debe tener Milei en el cara a cara, porque finalmente Caputo terminó aceptando y será su ministro de Economía.
El plan que Caputo delineó ante el Tesoro norteamericano y el FMI -y una decena de banqueros locales- prevé una audaz maniobra que ya empezó a negociar con sus viejos conocidos -y ex empleadores- en el exterior. El «mago de las finanzas» (así lo llama Mauricio Macri), pretende armar un «paquete» con la bola de Leliqs y Pases (deuda con los bancos comerciales que tiene el BCRA por unos $23 billones), y «colocarla» para que la tomen grandes financistas y fondos de inversión de Wall Street, a cambio de liberar/prestar con garantía una suma que según la fuente que se consulte oscila entre los u$s 15.000 millones y los u$s 25.000 millones. La diferencia radica en cuál será el tipo de cambio de equilibrio que marque el mercado cuando Milei oficialice lo que todo el mundo descuenta: una devaluación que llevará el dólar mayorista a entre $700 y $900, es decir, una suba del dólar que se ubicaría entre el 100% y el 150%.
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Ejecutar esa parte del plan -la otra pata es bajar el gasto público en unos u$s25.000 millones anuales con una política de shock de consecuencias imprevisibles-, le tomaría, calcula, al menos un año, para que esa medida se empiece a traducir en una baja de la inflación.
A través de Caputo, Milei les prometió a los dueños del dinero equilibrio fiscal el año próximo y superávit de unos u$s 10.000 millones en el 2025. Eso, cree, animaría a los acreedores a darle un respiro -otro más- a la Argentina «deudora serial».
Quienes conocen algunos de sus planes, consideran que si Milei logra darle alguna salida a la «bomba» del Banco Central, podría pasar a la siguiente etapa: eliminar al BCRA como institución constitucional de «defensa de la moneda» y poner en marcha su idea más audaz (Milei dice que sigue siendo su objetivo) de dolarizar, por la que en definitiva mucha gente lo votó. Pero para eso faltaría mucho más de lo que se cree. Primero habrá que ver si el libertario supera su primera prueba de fuego de ir logrando equilibrio fiscal y bajando la inflación. Dos, de los innumerables desafíos que le esperan a su gobierno.
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