Cuarentena sin billetera «para todos y todas»: Alberto inicia la fase de la asistencia selectiva

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Cuarentena sin billetera "para todos y todas": Alberto inicia la fase de la asistencia selectiva

Ante el desplome de la recaudación impositiva, el Gobierno decide ajustar su plan de ayuda con un criterio más «quirúrgico» en el uso de los recursos

En las reuniones del equipo económico que una vez por semana se realiza en la Casa Rosada, Martín Guzmán es el menos participativo. Ya sea porque se retira antes de tiempo o directamente se ausenta -siempre con el argumento de un encuentro (virtual) impostergable por negociación de la deuda-.

A pesar de los faltazos a esas reuniones donde se diseña la estrategia oficial para enfrentar la pandemia, la «filosofía Guzmán», sin embargo, es la que se impone. El ministro, en sus largas charlas en Olivos con Alberto Fernández, convenció al Presidente de la necesidad de ser lo más ordenados posible en materia fiscal.

El argumento del ministro de Economía va en dos direcciones: por un lado, mostrarse racional en materia fiscal, de cara al cierre de las negociaciones con los acreedores. Y, segundo, porque cree -y así se lo hizo saber a sus interlocutores- que a la salida de la pandemia, el mejor escenario para la Argentina será con un esquema fiscal manejable.

En público, Guzmán se muestra como un defensor del trabajo del Estado para sostener a los más vulnerables por la pandemia. La última vez fue durante un encuentro virtual con sus colegas del Mercosur, el último martes.

Allí ponderó la distribución del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) a casi nueve millones de personas: «Permitió evitar un aumento sustancial de la pobreza e indigencia», dijo. Y también el subsidio a empresas para pagar parte de los salarios.

Pero también dejó en claro que su objetivo pasa por «restaurar la estabilidad macroeconómica». 

Detrás de esa definición subyace la concepción de Guzmán de ser cuidadoso con las cuentas públicas. Una idea que a primera vista luce contradictoria con la idea de Alberto Fernández de endurecer la cuarentena. Esa decisión, totalmente respetable en pleno ascenso de la cantidad de contagios y récord de fallecidos diarios, se choca con la concepción fiscalista.

Ahora, en momentos en que el Gobierno propuso un cierre mayor de la economía, justo cuando se necesita de una mayor presencia del Estado para evitar complicaciones sociales, la idea de ponerle límites a esa asistencia no parece lo más aconsejable. Lo que ocurre -y esto también es cierto- la fortaleza del Estado argentino es mucho menor que otros que no están en default y pueden salir a financiar ese gasto en los mercados de crédito voluntario.

En este contexto, lo que viene tiene que ver con funcionarios utilizarán los recursos fiscales con un criterio más selectivo: que buscarán ser más eficientes y hasta quirúrgicos en las medidas de auxilio.

Y, en simultáneo, poner en la agenda la salida de la pandemia para empezar a darle lugar al escenario del «día después».

Obviamente, la Casa Rosada plantea que esa agenda se pondrá en práctica con el arreglo de la deuda. Sólo con ese horizonte despejado, el Gobierno puede aspirar a financiar sin una explosión un agujero fiscal que, así como están planteadas las cosas, crecerá al 6,5% del PIB hacia fin de año. Y que habrá que imprimir la friolera de $2 billones para financiarlo.

La caída histórica en la recaudación llevó a la idea de la moratoria y limitó severamente la capacidad de asistencia del Estado

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La nueva asistencia «quirúrgica»

Para no agrandar más ese bache, el planteo es achicar el IFE, y sólo dejarlo para unos 4,5 millones de personas que viven en el conurbano, los barrios más postergados de la Ciudad de Buenos Aires y algunas ciudades muy puntuales del interior del país.

Un dato que le acercaron a Guzmán: el costo del IFE reducido -de «sólo» unos $40.000 millones- equivaldría a los subsidios mensuales de Cammesa, y que permite mantener congeladas las tarifas de energía eléctrica.

La premisa, en principio, será entrar en una fase más «quirúrgica¨, con mayor eficiencia en la salida al rescate de empresas e individuos que la están pasando muy mal en medio de la pandemia.

Por eso mismo, Matías Kulfas, desde Desarrollo Productivo, está trabajando en líneas de asistencia crediticia a empresas golpeadas por el coronavirus, con especial atención en el foco industrialista.

Guzmán cree que tiene a favor algunas variables de la economía que en los últimos años había dejado a la Argentina postergada frente a los países de la región. Una de ellas refiere al costo laboral medido en dólares. Después de las devaluaciones sucesivas y, ahora, con la postergación de las paritarias generalizada, los salarios han perdido terreno.

Por eso es tan importante que el Gobierno sea exitoso en el control de la dinámica inflacionaria. Si esa baja salarial (en dólares) luego también queda rezagada frente a la inflación, no hará más que preparar el terreno para que haya presiones de aumentos de sueldos que vuelva para atrás la ganancia competitiva.

Si, en cambio, los precios reducen su dinámica alcista, en el Gobierno creen que podría tratarse del puntapié para volver a ser atractivos en materia de inversiones.

Hay otra variable que el Gobierno ha encauzado: la cuenta corriente, que se ha vuelto muy superavitaria. Es muy probable que la actual relación sea de corto plazo, ya que en algún momento volverán los viajes al exterior y las importaciones también (y sería saludable) vuelvan a crecer.

Pero ni uno ni otro partido están ganados. En Economía creen que, tras el acuerdo por la deuda, se abrirá un camino auspicioso para marcar el camino hacia la recuperación sostenible.

Esa es la base sobre la que Guzmán cree que tendrá que trabajar. Y por ese motivo pretende mostrar solidez técnica: si el rojo fiscal se descalabra y la emisión de pesos se exacerba (más de lo que ya se sabe), el temor a un verdadero fogonazo inflacionario asoma en el horizonte.

Con el anuncio de la vuelta a la cuarentena estricta, el Gobierno asumió la necesidad de mejorar la eficiencia de la ayuda a los sectores en crisis

Con el anuncio de la vuelta a la cuarentena estricta, el Gobierno asumió la necesidad de mejorar la eficiencia de la ayuda a los sectores en crisis

Por ahora, la economía argentina se movió de acuerdo a lo sucedido en los demás países de la región. No hubo sorpresas. Salvo respecto de Chile y Brasil -que registraron retrocesos históricos pero inferiores al de la Argentina- en los demás casos, el desplome fue parecido.

Si se coteja con los vecinos, Chile aparece como el mejor parado frente a la crisis. En relación a abril del año pasado, la economía trasandina cayó 8,7 por ciento. También se trata de una contracción histórica, pero se trata de una baja tres veces menor a la de la economía argentina, en el mismo mes que allí también fue el primero de gran impacto por el Covid-19.

También Brasil mostró una caída menor: fue del 9,7% (también versus abril del año pasado). Marina dal Poggetto, directora de Eco Go, la consultora que realizó el relevamiento regional, comentó a iProfesional que en esos datos supuestamente más alentadores de Brasil refieren a la metodología de medición en el socio del Mercosur.

Colombia y México tuvieron caídas muy similares a la de la Argentina -siempre en comparación entre abril y marzo últimos- a pesar de que en esos países (sobre todo México) prefirieron evitar un aislamiento de la población bajo el supuesto objetivo de un cuidado sobre la actividad económica. Algo que finalmente no sucedió.

Colombia, por caso, ha mostrado una retracción del 14,4% en abril, siempre en relación al mismo mes de 2019.

A México le fue peor: registró un achicamiento del 17,3% en aquel mes, en comparación con marzo último.

Acaso el dato de cómo le fue a la economía argentina desde la última gran crisis global -allá por 2008- hasta este momento marque con elocuencia la gravedad de la situación argentina en comparación con sus vecinos. Y ahí resulta que esta pandemia la deja con un achicamiento del 20% respecto de lo que era la actividad económica en aquel momento.

¿Y hacia adelante?

No hay margen para la ilusión. Con los datos que se conocen hasta el momento, el economista de la Fundación Mediterránea Jorge Vasconcelos concibe una caída histórica para el trimestre en curso. Lo dice así:

«Las medidas adoptadas para moderar los efectos negativos del confinamiento y de las restricciones para funcionar alcanzan hasta el momento a los 3 puntos del PIB, básicamente por mayor gasto público. Las facilidades financieras que también se implementaron agregan 2 puntos del PIB a ese arsenal. Esto no habrá de evitar, de todos modos, que el PIB del segundo trimestre registre una caída del orden de 15% respecto de igual período de 2019″.

¿Será en este contexto una buena decisión disminuir la ayuda estatal? ¿O tendrá razón Guzmán, al plantear los límites fiscales? Como viene enseñando la crisis pandémica, seguramente la mejor respuesta aparecerá a medida que avance el año… Y los problemas.

f:IProfesional