viernes, marzo 29

Demasiados pobres, demasiada corrupción

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Nota extraída de La Nación por Carlos Pagni

El último dato de la UCA dice que en Argentina hay 44,2% de pobres. En dos años aumentó alrededor de 10 puntos porcentuales.

La semana que pasó nos puso frente a un fenómeno que transcurre en la Argentina en cámara lenta. Ese tipo de fenómenos que, justamente porque evoluciona con parsimonia, son más difíciles de ser percibidos en toda su dimensión. Y es un problema central de la Argentina. Un problema difícil de percibir por esa evolución lenta, que se va volviendo algo obvio, algo que está ahí y uno no ve de tan obvio que es. Además hay otra razón por la cual su percepción se ve dificultada, que es que se trata de un fenómeno muy doloroso, que desmiente dramáticamente la imagen que nosotros tenemos de nosotros mismos como sociedad y como país.

Me refiero al dato del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que, junto con el Indec, son las dos instituciones que producen estadísticas sociales en gran dimensión en la Argentina. Puede haber hasta discusión entre una y otra forma de medir, pero en ambos casos nos están poniendo frente a una circunstancia muy complicada. Un problema muy complejo y dramático, que es la pobreza en gran escala.

El último dato de esta encuesta de la UCA es que en la Argentina hoy hay 44,2% de pobres. Hace dos años había 33,6%. Quiere decir que en dos años aumentó la pobreza alrededor de 10 puntos porcentuales. Hay que mirar este número, hay que analizarlo, detenerse, porque si uno lo hace va a entender una cantidad de cuestiones que dominan hoy la vida pública de manera muy conflictiva. Primero, uno podría decir que hay 44,2% de pobreza porque este año hubo una pandemia, una cuarentena, etc. Si uno mira la serie, lo que está pasando en el país desde hace cinco o seis años es un ascenso, un aumento de la pobreza bastante constante y en una proporción que se va manteniendo. Este es el primer dato curioso de esta encuesta. No parece que hubiera un pico ocasional. Parece que hubiera una inercia de creación de pobreza.

Este es el segundo dato importante. En el mundo hay muchos países con muchos pobres. Pero no hay tantos países que tengan más pobres que los que tenían antes. Que produzcan pobres. Y esto es crucial para entender todas las consecuencias de este fenómeno en la Argentina. Leonardo Gasparini, que es un economista, probablemente el que más intensamente se ha dedicado a estudiar los fenómenos de pobreza en el país, señala que en los últimos 25 años la Argentina es el único país del mundo que ha aumentado sus niveles de pobreza. Hay lugares donde hay muchos pobres, pongamos Etiopía, pongamos Brasil. Pero los pobres que hay hoy son menos que los pobres que había allí hace 25 años. En la Argentina es al revés.

Los argentinos, que nos considerábamos excepcionales, sobre todo respecto de América Latina, por no tener el drama de la pobreza, ahora somos excepcionales porque somos una fábrica de pobres. Y esto implica que la internalización, la forma en que se percibe subjetivamente este empobrecimiento es peculiar y produce estados de ánimo, emociones peculiares, porque se está volviendo pobre gente que antes era de clase media. Se convierten en pobres con categorías y expectativas de clase media. Y la promesa del progreso se ve desmentida, traicionada.

Durante esta cuarentena hubo muchos testimonios, sobre todo de gente que gobierna en el conurbano bonaerense, dirigentes sociales e intendentes, que dicen: “Lo que más nos llama la atención es que ha habido gente que apareció a pedir comida en un comedor por primera vez en su vida”. Gente que antes no pedía, ahora pide. Pero no es la única manifestación del empobrecimiento. Hay que ponerse en los zapatos de ese señor que mandaba a su hijo a un colegio bilingüe y tiene que avisarle al colegio que va a sacarlo y mandarlo a la escuela parroquial, o del parroquial al público, porque ya no puede pagar. O que va a la prepaga a que le reduzcan el plan de cobertura porque la que tenía hasta ahora no la puede solventar.

Esto está en el corazón de la política. Y de esta realidad se desprenden otras realidades que se proyectan sobre la economía y el juego del poder.Otro dato importantísimo. No es solamente que aumenta el número de pobres, no es solamente que gente de clase media se convierte en gente pobre. Además, hay otro problema ligado al futuro. Según esta encuesta de la UCA, el 64% de los jóvenes de menos de 17 años son pobres. A medida que aumentamos la edad es menor el número de pobres. Quiere decir que va a haber más pobres en el futuro, que hay una hipoteca sobre el futuro. Estamos hablando de la Argentina. Aclaro esto porque tenemos una imagen de nosotros mismos que radica más o menos en el año 1925 y entendemos que este empobrecimiento es circunstancial. No, esto viene ocurriendo desde hace décadas. De hecho, la economía argentina está estancada desde hace 10 años.De todas las villas de emergencia que hay en la Argentina, la mitad son posteriores al año 2000. Y el 25% es posterior al año 2010. Esto que ocurrió en Guernica y llamó la atención de todo el mundo, está ocurriendo desde hace 20 años de manera silenciosa en todos los conurbanos del país. Toma de tierras, asentamientos, la expansión de la pobreza crónica sin infraestructura, sin prestaciones básicas.La mitad de la población argentina trabaja en la informalidad. Trabaja fuera de la ley, en negro, con todo lo que eso significa, contrastado con lo que Tulio Halperín Donghi llamó «La Argentina peronista», o lo que los sociólogos llaman «la sociedad salarial», con vacaciones pagas, cobertura de salud, jubilación. El 50% de la fuerza de trabajo en la Argentina está fuera de esas condiciones. Es decir, aquella fiesta peronista se acabó hace mucho tiempo.Esto impacta sobre el fisco porque un país con un índice de pobreza del 44,2% tiene mucho Estado y, en consecuencia, una alta presión impositiva durante mucho tiempo. Sumado a esto, si el 50% de la fuerza de trabajo es informal, eso también genera un problema previsional estructural prolongado. Cuando los gobiernos intentan resolver el problema tributario descubren que no pueden modificar ningún impuesto porque enseguida queda al descubierto el enorme bache del sistema previsional y, por eso, todos -de una manera u otra- tienen que hacer un ajuste sobre el Anses, que es lo que ocurre hoy.De todos modos, esto no solo impacta sobre la economía de mil maneras (como la cuestión fiscal, los niveles de competitividad del país y la capacitación de su gente), sino también sobre la política: obviamente, en una Nación donde la pobreza supera el 35% habrá movimientos sociales de protesta.Los movimientos que nacieron como piqueteros ya tienen 20 años, están totalmente institucionalizados y son un actor político de primera magnitud (probablemente más, incluso, que los partidos). En este contexto, amenazan en su territorialidad a intendentes, gobernadores y otros funcionarios y, cuando las misiones del Fondo Monetario Internacional llegan a la Argentina, quieren hablar con estos dirigentes sociales y ver su mundo.También hay un impacto en la política tradicional porque es obvio que, si hay un 44,2% de pobreza, el voto va a tener entre los pobres un determinado estímulo, enteramente racional: quienes no tengan ni para comer intentarán cambiar su voto por comida o prestaciones muy elementales.

  • Esto empieza a regir a la política porque, como decía Santo Tomás, «el que maneja la necesidad maneja la libertad». Por eso, en los grandes partidos tradicionales empieza a haber un sesgo «pobrista» para responder a este mercado, a esta demografía.
  • Sin embargo, esto no ocurre solo con el peronismo. En las últimas entrevistas, Mauricio Macri dijo que «el peronismo está secuestrado por el kirchnerismo», pero no es así. La política está capturada por la pobreza. El kirchnerismo es incomprensible sin este fenómeno que se viene produciendo en cámara lenta desde hace, por lo menos, 20 años. Entonces, es lógico que el kirchnerismo sea el nombre del peronismo en esta época y que tal vez lo siga siendo, aunque quizás con cambios de apellido. Va a haber una variable populista dominante.
  • Esto también existe en Juntos por el Cambio. Es curioso que ahora se debate si Horacio Rodríguez Larreta gobierna una ciudad similar a Bruselas: opulenta y rica. Pero su principal proyecto político, su nave insignia al momento de mostrar su administración es la Villa 31. Es decir que lo que más le interesa a él, en su configuración como líder político, es que la sociedad observe lo que hace con la pobreza. Toda la política empieza a estar regida por esto. En este sentido, ¿quién es Cristina Kirchner? Es la figura más competitiva que tiene la política argentina representando esta tendencia, que no es coyuntural ni episódica, en los grandes conurbanos y, sobre todo, en el conurbano bonaerense.
  • ¿Cuál es la encrucijada que enfrenta el oficialismo? Tiene esta identidad, pero al mismo tiempo, debe hacer un ajuste fiscal y monetario. Esto quiere decir que, con la pobreza en ascenso, debe subir la tasa de interés y encarecer el costo del dinero para que haya un atractivo por el peso y la sociedad deje de volcarse al dólar, en medio de una recesión.
  • Esta es una tarea muy compleja que nos explica que hoy el peronismo gobernante incluye sus dos variantes históricas de los últimos 20 años: hay un rostro menemista y ajustador y otro kirchnerista y distributivo. Si se los quiere encarnar en dos figuras son Martín Guzmán y Máximo Kirchner, quienes están en tensión.
  • Ni La Cámpora ni todo el sector kirchnerista que milita en el conurbano quieren que se suspenda el IFE antes de fin de año. Sin embargo, Guzmán debe hacerlo porque está en negociaciones con el Fondo. Por esta razón, son más difíciles las negociaciones del actual ministro de Economía con su frente interno que con los técnicos del Fondo.
  • Hay una disputa respecto de quién representa a los pobres dentro del propio Gobierno. ¿Es Daniel Arroyo con la Tarjeta Alimentar, que es impersonal, o es el clientelismo de los movimientos sociales que distribuyen los planes cara a cara?
  • A este escenario se le agregan los ajustes provinciales, porque no se trata solamente de una cuestión a nivel nacional. En este sentido, la Ciudad sumó ahora el impuesto a las tarjetas de crédito y empieza a haber diputados porteños kirchneristas que le reprochan a Larreta, como si fueran liberales ortodoxos, este aumento. Según un video que difundió uno de ellos, Juan Manuel Valdés, los bares y restaurantes deberán enfrentar un incremento en el impuesto de Ingresos Brutos, después de que estuvieran cerrados durante casi un año por la pandemia del coronavirus. Es el ajuste en el medio de la recesión: una pesadilla.
  • ¿En que deriva todo esto? Es lógico que un oficialismo sometido a este desafío tema perder las elecciones. En relación con esto, nos enteramos ahora de que Alberto Fernández – que anunció que venía a cerrar la grieta, que se define como un hombre de consenso y que afirma que no lo sacarán de la senda del diálogo- pretende cambiar las reglas electorales. Más grieta que eso no hay.
  • Hay un esfuerzo por suspender las PASO con argumentos extraordinarios. El principal es que, en agosto, no se podrá ir a votar por el coronavirus, aunque se supone que va a estar controlado con la vacuna, que llegaría en marzo. Iremos a votar con Covid, pero sin Covid. No saben si utilizar el argumento del Covid para bajar las primarias o si decir que el virus desaparecerá con la vacuna. Malcom Gomez, un tuitero muy original, se burló de esto y escribió: «Han armado relatos más complejos. Les tengo fe».
  • ¿Por qué hay un impulso para suspender las PASO? En primer lugar, porque nadie en el oficialismo es tan valiente como para someterse a una elección en agosto cuando todavía no se sabe si se recuperará o no la economía. Prefieren que sea en octubre y esperar a que se desarrolle la curva.
  • Además, si se suprimen las primarias se suprime una encuesta muy fidedigna, y el voto opositor se puede dispersar más. Esto se debe a que existe la posibilidad de que en agosto haya gente que vote otras opciones, como por ejemplo los libertarios, que le restan votos al macrismo, y que luego se asuste al ver cuánto creció esa opción y decida no votarlos en la general.
  • Sumado a esto, el que gobierna no necesita demasiado de las primarias. Por el poder que tiene al controlar el Estado, tiene formas de ordenar a su grupo. Las internas son una herramienta más útil para la oposición y para quien quiera darle pelea al Gobierno. Por eso, ante esta situación, en Juntos por el Cambio están definiendo cómo dirimir sus conflictos domésticos. Probablemente, lo harán del modo tradicional, con las viejas internas partidarias que se hacían a escala de cada organización el día que ésta decidiera llevarlas a cabo.
  • ¿Esto perjudica a La Cámpora frente a los intendentes del conurbano? Quizás este era el instrumento que tenía pensado el grupo que lidera Máximo Kirchner para pelear posiciones, como aquellos cargos que se disputan en los concejos deliberantes. Ellos dicen que no. Sin embargo, los intendentes y los gobernadores están más tranquilos con que no haya primarias. Y el Gobierno les tiene que dar la derecha y decir que sí, porque les están pidiendo que los acompañen en un ajuste muy complicado, con muchos pobres, en un año recesivo.
  • Mientras tanto, la economía se proyecta sobre el temor electoral y este sobre la situación judicial de los que están inquietos porque pasa el tiempo y no se les cierran las causas. Cuando hay demasiada pobreza, la creación de nuevos pobres va reconfigurando toda la vida pública, no es que hay toda otra sociedad que sigue funcionando igual. La dinámica social cambia y toda la dinámica política también, en un país que persistentemente tiene más de 30% de pobreza.
  • Con la corrupción pasa lo mismo. Un país con mucha corrupción termina teniendo una dinámica política que hace juego con ese fenómeno. Es inevitable que, si hay mucha corrupción a lo largo de mucho tiempo, la política se judicialice y empiece a jugarse a la mancha venenosa. A su vez, es normal que, aunque no sea algo deseable, la Justicia se politice. Claro, primero porque hay jueces que empiezan a percibir el enorme poder político que tienen interviniendo o zanjando diferencias en el juego judicial, que dirime la pelea por el poder. Y además, objetivamente, los jueces toman decisiones que determinan a la política. Es obvio que esa decisión aunque sea tomada en el laboratorio más aséptico tenga una dimensión política de la que el juez podrá no hacerse cargo. Pero la tiene. Esto está pasando aquí desde hace mucho tiempo. Hay una enorme judicialización de la política y una politización de los Tribunales, sobre todo de los Tribunales de Comodoro Py.
  • Este problema se ha convertido en el eje principal del conflicto entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Hay datos objetivos que indican esto. La vicepresidenta no denunció ninguna política del Gobierno salvo una: la judicial. La presidenta del Senado dijo: «Esa reforma que está ideando el Gobierno no es la mía». Armaron la comisión Beraldi con la idea de darle una pátina de objetividad y cientificismo a una reforma que permita resolver los problemas judiciales del oficialismo, pero terminó fracasando cuando a cada pregunta esa comisión ofreció cinco respuestas.
  • La causa más relevante que tiene en curso Cristina Kirchner es la de las operaciones en vialidad nacional de la obra pública, que sigue su curso en el Tribunal Oral, con reclamos en la Corte, que están dormidos. ¿Por qué es tan importante esta causa? Por dos razones: como ya está en el Tribunal Oral es muy difícil que, una vez que alguien fue condenado allí, donde está todo el despliegue teatral de la Justicia, pueda dar vuelta esa condena en la Cámara de Casación Penal y aun en la Corte; la segunda dimensión muy relevante es que esta causa de la obra pública podría alimentar otras dos condenas en las causas por lavado de dinero en los hoteles de la familia Kirchner. ¿Qué dinero se habría lavado en los hoteles? El dinero de los sobreprecios de la obra pública. Sería importantísimo para la vicepresidenta que la Corte le dé la razón en lo que está pidiendo, que es que paren el juicio oral y que se haga una auditoría para ver si hubo o no sobreprecios. Algo similar pidió Julio de Vido hace poco tiempo y la Corte le dijo que no. Lo que constituye un antecedente importantísimo.
  • Lo curioso es que hay un pedido en ese sentido hecho por Beraldi que está dormido y él no pidió un pronto despacho. Es otra curiosidad de toda la parafernalia defensiva del kirchnerismo. Hay mucho activismo en las plazas, en los diarios, en los sitios propios de la militancia partidaria, pero no estoy tan seguro de que sean tan buenos mirando el expediente. Daría la impresión de que falta un poco de abogacía, o que hay una especie de asimetría entre militancia y abogacía. Sería bueno que miren los expedientes y lleven adelante los procedimientos que hay que llevar en los tribunales, además de en la plaza.
  • No son los únicos problemas que tiene Cristina y que la tienen inquieta respecto de Alberto Fernández. La Cámara de Casación penal acaba de convalidar la figura del arrepentido, en las que están basadas muchas causas, sobre todo la de los cuadernos. Hay un largo debate sobre el que participó la misma vicepresidenta, sobre todo cuando se empezó a discutir esta figura en el caso José Luis Cabezas, en 1997. Ahora el principal tribunal penal del país, que es la Cámara de Casación, confirmó que esa figura no es inconstitucional. En el caso de los cuadernos hubo muchísimas versiones de que hubo una manipulación, de que se presionaba a la gente con la posibilidad de la prisión preventiva si no involucraban a Cristina en determinadas cuestiones. Pero de todas esas versiones hay muy poca prueba de que alguien lo haya dicho abiertamente, que se haya tenido que arrepentir extorsionado por el fiscal o por el juez. No está constatado en ninguna denuncia concreta.
  • La última razón de disgusto por parte de la vicepresidenta es la designación del procurador. Ella debe estar viendo que pasó un año y sigue igual o peor en materia judicial y ahora ve que Alberto Fernández propone un procurador, que es el que acusa, en combinación con sus opositores de Juntos por el Cambio. Cristina debe pensar: «¿Va a tratar mis temas un procurador sostenido por dos piolines: la Casa de Gobierno y, del otro lado, Macri, Carrió, la oposición radical? No es para lo que llegamos al poder de nuevo».
  • Ahora reapareció la teoría del lawfaredel modo más burdo, que es como la formuló Amado Boudou. El exvicepresidente dijo en un video, en el que se dirigió directamente al Presidente, que ya hace un año que están en el poder y que los temas judiciales no se cerraron. Dando por sentado que el que tiene que cerrar estas cuestiones del kirchnerismo es el titular del Poder Ejecutivo y no un juez. La teoría del lawfare reproduce la vieja teoría que se llamó de derecho penal del enemigo. Es decir, que hay grupos que, por las razones que fuera, son enfocados por el sistema como merecedores de una persecución y que, por lo tanto, frente a ellos se puede prescindir de cualquier procedimiento correcto. Que no tienen derecho a nada. Se los persigue con una simulación de Justicia. El kirchnerismo dice que está en esa circunstancia, porque el gobierno de Mauricio Macri lo perseguía. Lo interesante es que alguien que dice que fue víctima, como Boudou, le pide al poder político que revierta esa situación, en una especie de contra lawfare.Es decir, que siga cometiendo el mismo vicio, solamente que ahora para garantizar la impunidad.
  • Boudou fue condenado en todas las instancias. Recurrió a la Corte, que no encontró que sus argumentos sean convincentes. Lo que dicen los jueces es que sobra prueba en el caso Ciccone y que además no encuentran que haya habido violación de la Constitución en todo el procedimiento. A partir de ese pronunciamiento hubo una manifestación frente a la Corte acusándola de perseguir a quien fue vicepresidente. Es un argumento extraordinario porque supone la desigualdad ante la ley: como fue vicepresidente merecería un tratamiento especial frente a la Corte. Lo otro extraordinario de este argumento es que fueron a presionar aquellos miembros de un oficialismo cuya ministra de Justicia la semana pasada le dijo a Horacio Rodríguez Larreta que deje de presionar a la Corte con el tema de la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Hay presiones buenas y presiones malas? ¿Cómo funciona el cerebro jurídico de Marcela Losardo? No sabemos.
  • En el caso Boudou hay que distinguir varios aspectos para entender la falacia del lawfare. Primero, hay una dimensión que tiene que ver con las humillaciones. Es cierto, fue detenido con las cámaras de televisión, mientras estaba en pijama. Lo imputaron y lo detuvieron al mismo tiempo. Todo eso lo hizo el juez Ariel Lijo. ¿Debe suceder eso? Obviamente que no y debería haber una sanción para el que dispone eso, del mismo modo que debería haber una sanción para el que espía a los presos, como pasó durante el gobierno de Macri. Son humillaciones, persecuciones absolutamente ajenas a la calidad de los procedimientos.
  • Además, hubo en este caso una denuncia que posiblemente haya sido manipulada: hay una versión poco demostrable, pero que circula con mucha verosimilitud, de que los Ciccone querían hacer un arreglo hacía mucho tiempo con el gobierno que fuere por los problemas que tenían con la AFIP. Entre las puertas que golpearon una fue la del empresario Ernesto Gutiérrez, que en aquel momento era muy cercano a Kirchner. Y después habrían ido por la vía de un publicista llamado Horacio D’Annunzio. Y por él llegaron a Antonio Stiuso. Aparentemente, Stiuso se interesó por el tema Ciccone y se lo llevó a Francisco Larcher, su jefe en la Secretaría de Inteligencia. Esto, insisto, es una versión. Podría haber llegado a Kirchner, y él decidió que el negocio con Ciccone no lo iba a hacer esta gente. Sigo diciendo que es una versión. Y le habría entregado el tema a Boudou. ¿Los dramas de Boudou se originan en el resentimiento de Stiuso porque le arrebataron el negocio de las manos? Se suma esa escena tan rara de un señor que se llama Jorge Pacífico, que viene de las Fuerzas Armadas, que curiosamente tuvo algún protagonismo muy marginal y raro en el tema de la AMIA, que dijo: «Yo escuché en un bar todo el tema Ciccone, lo anoté en un papel y fui a hacer la denuncia. No sé quiénes eran los que hablaban porque no me di vuelta, no los pude ver». ¿Tendrá algo que ver Pacífico con Stiuso y los servicios de inteligencia? ¿Toda esa maquinaria estaba detrás del caso Ciccone? Curiosamente, los abogados de Boudou, Richarte y Pirota, estaban muy ligados a Stiuso, tanto que casi cierran el estudio cuando lo echan de la Secretaría de Inteligencia. Se deshicieron de todos los casos que tenían. ¿Es verdad la versión que circula, inclusive en el periodismo, de que los abogados de Boudou filtraban información contra el propio Boudou? Todo un misterio.
  • Hay una gran probabilidad de que la denuncia contra Boudou tuviera una carga política muy importante. Ahora viene lo verdaderamente relevante. ¿Todo esto significa que los hechos que están probados en la causa no ocurrieron? Lo mismo pasa con la causa de los cuadernos. ¿Quién era Centeno? ¿Era militar? ¿Trabajaba para los servicios de inteligencia? ¿Para quién anotaba? Es intrascendente. Lo que importa es si lo que anotó se pudo verificar. Después, cuando uno mira todo el caso Ciccone, ¿Boudou tiene responsabilidades? La Justicia ha probado que sí, con infinidad de pruebas. Entonces, la acusación de lawfare porque se lo haya humillado en la detención o porque la denuncia vino de una pelea política o de negocios es intrascendente frente a las pruebas que se obtuvieron. Y a todo lo que todavía no se sabe.
  • En este programa contamos el año pasado que hubo una denuncia, que aparentemente provenía de un hermano de Boudou, de que en el subsuelo de una casa en la calle Niceto Vega hay dos millones de dólares del exvicepresidente. Fue Poder Ciudadano a hacer la denuncia al juzgado de Lijo, el juez mandó unas máquinas de reconocimiento subterráneo de la Gendarmería, no detectaron nada, pero después explicó Lijo: «No podemos romper el piso porque desde que Bonadio le destrozó el departamento a Cristina Kirchner decidimos no romper ningún tipo de mampostería». Por lo tanto, puede estar ahí la plata. O alguien se la habrá llevado, vaya a saber quién. ¿De dónde viene esa plata? ¿Existe o no? ¿Es verdad lo que dice ese supuesto hermano de Boudou? Gran signo de interrogación desde el año pasado. ¿Es verdad que el tema no avanzó porque se interesó Alberto Fernández, en medio de una campaña electoral en la que faltaban pocos días para las elecciones generales?
  • Alrededor de Boudou hay un ruido extraordinario, que hace reír cuando uno mira el afiche sobre el acampe que se va a realizar en contra del lawfare.Yo no sé si a Cristina la favorece aparecer en esa imagen, dirigiendo a un grupo donde, entre otros, está Ricardo Jaime, quien reconoció haber cobrado una coima para que le bajen la pena por colaborar con la Justicia. En la foto pareciera que la presentan como si ella fuera la jefa de una banda. ¿No habría que cuidar un poco más a la vicepresidenta?

Hay otras contradicciones llamativas más allá de Boudou y del lawfare. Es muy interesante que un Gobierno que presta atención, con tanta minuciosidad, a la calidad de los procedimientos judiciales, todavía no pueda decir que las elecciones en Venezuela han sido una truchada.Dieciocho gobiernos en América Latina y la Unión Europea se han pronunciado diciendo que fue un fraude, en el que la participación fue del 30%. Además, el régimen de Nicolás Maduro fue acusado por violación de los derechos humanos por Michelle Bachelet y por la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra de las Naciones Unidas. A través de estas elecciones, Maduro se quiere quedar con el Congreso, que es lo único que le falta dominar. Y voltear a Juan Guaidó.Sin embargo, la Cancillería argentina sigue en silencio y el Gobierno, que se envuelve en la bandera del lawfare, ahí no ve una dictadura. En una entrevista que publicó Perfil, del periodista uruguayo Pablo Cohen al historiador Gerardo Caetano, este último compara a la Argentina con Uruguay y, sobre el final de la nota, dice: «Para el Uruguay, la Nación es la república, y eso significa que es la cosa pública. A tal punto, que al presidente le decimos ‘presidente de la República’, y la misma regla seguimos con el principal banco del Estado».Para ellos, no es el presidente de la Nación, sino de la república, con todo lo que significa esta palabra: la limitación y división del poder y y la periodicidad de los mandatos. Además, el historiador uruguayo sostiene que allí «la independencia de poderes es entendida como un dogma» y que «el Derecho está primero sobre los impulsos políticos».El riesgo país de Uruguay es de 146 puntos, mientras que en la Argentina es de 1422. Uruguay toma deuda al 5% y la Argentina, si pudiera tomar deuda, lo haría al 16%. Saque sus conclusiones y reflexione acerca de si todo este desbarajuste institucional de demasiada corrupción tendrá que ver con la creación de demasiada pobreza.