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Detrás del toque de queda en Nueva York

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Nota extraída de The New York Times por Dana Rubinstein y Jeffery C. Mays- jueves 4 de junio de 2020

La última vez que Nueva York estuvo bajo toque de queda fue en febrero de 1945 en plena Segunda Guerra Mundial.



Faltaban pocas horas para que en la ciudad de Nueva York comenzara a regir un histórico toque de queda el lunes a la noche, pero el alcalde Bill de Blasio ya se daba cuenta de que no funcionaba.

Los manifestantes se estaban acumulando desde hacía varios días para protestar por la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis. El toque de queda de las 23 del lunes sacó a manifestantes pacíficos de las calles pero al parecer no hizo mucho por disuadir a aquellos que saquearon grandes sectores del Midtown de Manhattan y parte del Bronx.

En todo caso, el toque de queda pareció impulsarlos a comenzar más temprano.

En consecuencia, el alcalde decidió adelantar la hora de inicio del toque de queda a las 20, anunciando su decisión en una entrevista en el canal de cable NY1. El martes a la mañana, de Blasio dijo que extendería el toque de queda de las 20, el primero de Nueva York desde la II Guerra Mundial, hasta el domingo a la noche.

La decisión de instituir el toque de queda estuvo cargada de consideraciones políticas y estratégicas y una vez más dejó entrever la tensa relación entre el alcalde y su colega demócrata, el gobernador Andrew Cuomo.

Pero también reveló la voluntad de los mandatarios del estado y el municipio de sopesar medidas extraordinarias, una solución de algún tipo a un nivel de caos en las calles de la ciudad que, según las autoridades de Nueva York, no tenía paralelo reciente.

“No hay nadie hoy día en las fuerzas de seguridad – y estoy aquí desde fines de los 60 – que haya visto algo como esto en este país”, dijo William Bratton, el primer jefe de policía de de Blasio.

Hubo disturbios en los años 60, “pero no se acercaban para nada a lo que está ocurriendo en la ciudad de Nueva York ahora”, dijo Richard Ravitch, de 86 años, ex vicegobernador del estado de Nueva York.

Sid Davidoff, ahora uno de los principales lobistas de la ciudad, fue asistente personal del alcalde John Lindsay la noche en que Martin Luther King Jr. fue asesinado. Ni siquiera esa tragedia, dijo, ni los disturbios que provocó, se compara con lo que se está viendo hoy día.

“No había tanta indignación”, dijo Davidoff, quien también ha asesorado a de Blasio. “La gente estaba de duelo”.

Sin embargo, no está del todo claro que el toque de queda anticipado desaliente los delitos generalizados o permita a la policía restablecer el orden en las zonas que son blanco de los saqueadores. Entre los muchos escépticos están Bratton, que describió los toques de queda como “simbólicos”, y Donovan Richards, concejal de Queens que preside la comisión de seguridad pública del Concejo Municipal. A Richards le preocupaba que el cumplimiento del toque de queda recayera más sobre los trabajadores esenciales de color.

“Mi padre es empleado de limpieza de locales comerciales”, dijo Richards. “Trabaja hasta las 23. Alguien como él tendrá que lidiar con el toque de queda… un negro en medio de Manhattan. Por supuesto siento preocupación”.

La última vez que Nueva York estuvo bajo toque de queda fue en febrero de 1945. El alcalde era Fiorello LaGuardia. El presidente era Franklin D. Roosevelt. Las fuerzas aliadas acababan de bombardear Dresde, Alemania, y Estados Unidos se enfrentaba a la escasez de carbón. El director de movilización de guerra impuso en todo el país un toque de queda a medianoche en todos los “lugares de entretenimiento”. Duró hasta mayo.

Setenta y cinco años y 10 alcaldes después, mientras la violencia nocturna se apropiaba de manifestaciones por lo demás pacíficas, mientras la gente saqueaba la tienda principal de Macy’s, mientras partes del Bronx volvían a arder, de Blasio siguió el ejemplo de Roosevelt.

La decisión de implementar un toque de queda no fue fácil.

Todavía el 31 de mayo, de Blasio les decía a los periodistas que el toque de queda era improbable, aun cuando se estaba instaurando en grandes ciudades del país.

El domingo a la noche cambió de opinión. Los saqueadores rompieron vidrieras en el barrio del Flatiron y en SoHo y robaron todo lo que encontraron dentro. Prendieron fuego a los andamios.

A la mañana siguiente, antes de su habitual reunión informativa con la prensa, el alcalde y su actual jefe de policía, Dermot F. Shea, mencionaron la idea de un toque de queda.

Al mismo tiempo, la oficina del gobernador se mostraba alarmada.

“El lunes a la mañana, tomamos contacto y dijimos: ‘Estamos muy, muy preocupados de que lo que están haciendo no funcione en la ciudad para mantener el orden”, dijo un funcionario del estado.

Más tarde, el alcalde se reunió con Shea y Cuomo. Decidió que el toque de queda comenzara a las 23. La noticia luego fue difundida por el gobernador durante una entrevista en la radio local de Albany.

Esa tarde, de Blasio estaba presente en el lugar de los hechos cuando comenzaron las protestas y los saqueos.

“Vio que esa noche la situación se había agravado más temprano que el domingo y que en general había más saqueos”, dijo Freddi Goldstein, secretaria de prensa del alcalde.

Así que de Blasio tomó la decisión, que ella calificó de “inmediata”, de iniciar el toque de queda a las 20 del martes. De Blasio y Shea más tarde decidieron extender el toque de queda hasta el final de la semana, dijo Goldstein. Ninguna de las dos decisiones fue discutida con el gobernador.

David Dinkins, ex alcalde de Nueva York que gobernó durante la última gran oleada de disturbios civiles en la ciudad – cuatro días de violencia interracial en Crown Heights, Brooklyn – dijo no tener ningún consejo ni asesoramiento que ofrecer al actual alcalde, pero expresó su preocupación por los disturbios.

“El lenguaje que yo usaría es ‘preocupación’”, dijo Dinkins. “Me viene a la mente Rodney King. Tiempos difíciles”.

Kathryn S. Wylde, presidenta y directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Partnership for New York City, dijo que el futuro de la ciudad puede depender de que el alcalde entienda bien lo que pasa.

“El muy destacado propietario de un local me dijo esta mañana: ‘Esto es mucho peor que el COVID’”, contó Wylde. El dueño del local trabaja en capital de riesgo. “Es la primera vez en todo esto que piensa en cerrar su local y mudarse fuera de Nueva York.” “Y si no podemos detener esto, habrá un éxodo masivo”, añadió.

De Blasio está en una situación más difícil que cualquier otro alcalde moderno de Nueva York, dijo Davidoff.

Y es probable que la situación se extienda un buen rato más.

Bratton predijo que los disturbios civiles que precipitaron el toque de queda durarían hasta el funeral de Floyd el 9 de junio.

“Esto claramente va a durar otra semana o 10 días”, dijo Bratton.