jueves, abril 25

Diálogos secretos deMassa, interna enLaCámpora y ¿retirarán aLilitaCarrió?

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Nota extraída de Clarín por Ricardo Kirschbaum

La experiencia que encarna el nuevo ministro de Economía es clave para el futuro inmediato del oficialismo.

Diálogos secretos de Massa, interna en La Cámpora y ¿retirarán a Lilita Carrió?

Lilita Carrió en La Rural. Pocos días después arremetió contra varios integrantes de Juntos por el Cambio. Foto Maxi Failla

Hay un adjetivo que hoy abunda en el poder para ilustrar la situación actual. Y ese calificativo es “fino”. Se lo usa cuando se menciona el casi inexistente nivel de reservas, el estado de ánimo de la sociedad o la tolerancia interna en el oficialismo. Quiere significar la precariedad de un estado de cosas que la portavoz presidencial prefiere traducir como “sensación de estabilidad”, otra muestra del surrealismo argentino.

Ese adjetivo alude más a la delgadez del hilo del que cuelga todo el cuadro político y económico argentino que a la finitud de la experiencia actual. En cualquier caso, quien la usa deja abierta esa doble interpretación nada inocente.

Hay un consenso: la experiencia que encarna hoy Sergio Massa es decisiva para el futuro inmediato del oficialismo. Si hay una oportunidad -aunque para muchos la suerte ya está echada- es ahora, no ya que tenga éxito sino que se dan por cumplidos si todo no se derrumba. Es el objetivo mínimo; de conseguirse, el resto vendrá por añadidura.

Por eso, Massa se ha lanzado a un maratón de reuniones discretas para establecer algunas reglas de juego, consciente de que la magia del marketing, que acompaña su gestión, dura lo que un suspiro. El ministro ha cenado con sindicalistas de la CGT y habló con dirigentes de la CTA, así como con empresarios. El objetivo es establecer cuál es el umbral social que resiste el ajuste imprescindible para la macroeconomía. También lo está explorando con los empresarios.

Sergio Massa en su nuevo rol de ministro de Economía. Foto: Reuters

Sergio Massa en su nuevo rol de ministro de Economía. Foto: Reuters

Lo que primero quiere establecer el ministro es que todos los factores de poder interno del oficialismo estén de acuerdo con el objetivo. En primer lugar, Cristina Kirchner que está avalando, por ahora, lo que el ala más a la izquierda del Frente de Todos denomina “giro conservador”.

La vicepresidenta está con un ojo mirando la crisis y con el otro el demoledor alegato de los fiscales sobre el esquema de corrupción armado durante el kirchnerismo. Una pieza descriptiva de un método que explica la necesidad del autoritarismo para sofocar cualquier investigación como la necesidad de permanencia en el poder.

Otra de las preocupaciones es que la devaluación política de Alberto Fernández en un espacio que es cruel para exhibirla no se convierta en un factor negativo. El anuncio intempestivo de Fernández de que se llamaría a empresarios y sindicalistas a una concertación quiere demostrar que esa política no es de Massa sino también de la Casa Rosada. Una muestra de que el paciente respira.

Por último, y no menos importante, es poner orden allí donde manda la interna. Los espasmos y la parálisis del Gobierno es atribuida a esa lucha fratricida: presupuestos que no se ejecutan, gastos innecesarios, superposición de funciones. Vendettas personales, como las que tienen lugar hoy en la Jefatura de Gabinete, donde Santiago Cafiero pretende seguir metiendo baza y choca con Juan Manuel Olmos, en una disputa entre los restos del “albertismo”.

Quizás en el forcejeo habitual haya que prestarle mucha atención a la disputa que se abrió en La Cámpora, entre los “territoriales” y los “funcionarios”, a los que aquellos ya denominan despectivamente como los “militantes yuppies”, aludiendo al manejo y ostentación de poder y dinero.

De esa fragua salió la versión de que Máximo Kirchner desertaba del territorio bonaerense para probar suerte como candidato a gobernador de Santa Cruz. Una remake rancia de la trayectoria de sus padres.

Está claro, sin embargo, que el apoyo que precisa Massa exige resultados rápidos. Es la realidad la que le marca el ritmo al ministro: la inflación de julio obligó a aumentar fuerte la tasa de interés, algo que le tenían prohibido a Martín Guzmán y que Batakis no pudo hacer en su fugaz paso por el quinto piso de Economía.

La ex ministra llegó al Banco Nación y exigió lugares para los suyos. Fernández unió lo útil a lo agradable y se sacó de encima a Claudio Lozano, un crítico que usa su independencia como un comodity para su permanencia en el establishment de la izquierda argentina.

Antes de dejar su cargo de ministra, Batakis firmó una adenda del contrato sobre las represas del Sur que exigían los chinos desde hace tiempo. Se acusó a Guzmán y, sobre todo, a Gustavo Beliz, de “cajonear” esos contratos.

Los acuerdos, si es que existen, con sindicalistas y empresarios que busca Massa tendrán que aparecer pronto. La presión de los movimientos sociales, cuyos dirigentes están muy inquietos por la auditoría oficial sobre el uso de fondos, va a continuar porque el paso que viene es un intento de desguace paulatino, con un plan de conversión de planes en trabajo.

Mauricio Macri en el almuerzo en el que el PRO buscó dejar atrás el conflictó que desató Carrió con sus declaraciones. Foto: Lucía Merle

Mauricio Macri en el almuerzo en el que el PRO buscó dejar atrás el conflictó que desató Carrió con sus declaraciones. Foto: Lucía Merle

Las preocupaciones del oficialismo por el sombrío panorama actual ha coincidido con la más grave crisis interna que enfrenta la oposición por las críticas que Lilita Carrió desparramó urbi et orbis.

Salvo con Macri y Larreta, a este último en tono perdona vidas, la líder de la Coalición Cívica no dejó títere con cabeza en Juntos por el Cambio. La reacción por primera vez fue masiva para rechazar la embestida. El método Carrió, como lo denominó un alto dirigente opositor, ha demostrado que no tiene el efecto paralizante de antaño. Sin embargo, ha quedado demostrado que Lilita mantiene poder de fuego.

Luego de las explosiones verbales, resolvieron cerrar el episodio en público y mantenerlo en sordina. Una fuente muy informada sostiene que existe in pectore una decisión muy arriesgada con la que Macri, inclusive, está de acuerdo: ofrecerle un retiro digno a Carrió cuando aparezca la oportunidad.

¿Se animarán a cruzar ese Rubicón?