El billete de $1.000 se devalúa a niveles récord y los de $50 y $100 ya casi no valen nada

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Mientras se espera la llegada del nuevo billete de 2.000 pesos, el hasta ahora papel de máxima denominación no para de perder valor

El billete de $1.000 comenzó su curso legal el 30 de noviembre del 2017 con un valor nominal de $1.000. Proyecta finalizar el 2023 con un valor de $56,18. Es decir, lo que en 2023 comprás con $1.000 en noviembre del 2017 lo comprabas con $56,18. La pérdida de valor del billete de más alta denominación es record.

Incluso en términos reales, los trabajadores no registrados que recibieron como contraprestación de sus servicios billetes de $1.000 en ese mismo período perdieron 14 sueldos, los salarios públicos 10 sueldos y los salarios privados 8 sueldos, de acuerdo al Instituto Argentino de Análisis Fiscal.

Los otros dos billetes de más alta denominación son el de $500 y $200, los cuales comenzaron su curso legal en junio 2016 y octubre 2016, respectivamente, este año terminarán equivaliendo a $20,8 de 2016 el billete de $500 y $8,58 de 2016 el de 200 pesos.

A pesar de crear nuevos billetes hace menos de 6 años se fueron devaluando en el tiempo hasta desaparecer su valor real. El Estado argentino es un mago. Imprime billetes para solucionar sus cuentas y perjudicar a todos los representa: los ciudadanos. Ni siquiera un gran prestidigitador podría lograr semejante pérdida de valor en la desaparición de un billete en tan poco tiempo.

En términos reales, en los últimos 6 años el ajuste previsional se comió 114 millones de jubilaciones, de acuerdo al Instituto Argentino de Análisis Fiscal.

Billetes que se quedan sin valor real

Finalmente, tenemos los billetes de $100, $50, $20 y $10, los cuales comenzaron su vigencia entre 1999 y 2000 (el de $100 inició en diciembre 1999, el de $50 en julio de 1999, el de $20 en enero 2000 y el de $10 en enero 1998). En promedio, estos billetes tienen 20 años en circulación. 

En el transcurso de ese tiempo, su valor en términos reales desapareció, lo cual se puede ver cuando se piensa que lo que hoy compras con por ejemplo $100 o $50, en diciembre y julio de 1999 lo adquirías en $0,60 y 0,30 pesos.

Este recorrido por sobre la totalidad de los billetes que se encuentran circulando actualmente, nos muestra que la inflación deterioró el poder adquisitivo de la moneda a tal punto que hoy ya nada se puede comprar al valor de ayer con el valor de hoy de estos billetes.

Es decir, uno tiene que sumar varias unidades de $50 o $100 para adquirir un producto que antes equivalía a decenas o centenas de unidades del mismo bien que se desea comprar hoy.

Un claro ejemplo de esto es que ya se está gestando un nuevo billete de $2.000 con dos objetivos clave: reducir la cantidad de billetes para realizar compras y de cierta forma acomodar el mercado del dinero para que a nivel transaccional estos puedan cumplir de mejor forma con las características mínimas del mismo.

Efecto inflación

El economista austríaco Carl Menger en su trabajo «El origen del dinero» expresaba que «Sólo se puede entender verdaderamente el origen del dinero si aprendemos a considerarlo como una institución social, como el resultado espontáneo, el producto no planificado de los esfuerzos específicamente individuales de los miembros de la sociedad».

Desgraciadamente en la Argentina tenemos la cuarta institución estatal más mediocre del mundo que se lleva ese puesto con la mayor inflación a nivel mundial. La acción planificada del Estado para emitir billetes, solucionar su déficit, licuar su gasto y destruir el poder adquisitivo de los argentinos en nuestro país ha sido la peor en el Siglo XXI.

En la década del 70´ y 80´ también nos hacían compañía el resto de los países de América Latina. Ahora estamos solos junto a Venezuela en esta situación en la región.

Un billete que nacerá devaluado

A pesar de aumentar la nominalidad de los billetes estos pierde valor en menos tiempo debido al aumento de la inflación. Entre el timing de su creación en la casa de la moneda y su entrada en circulación, el billete ya nace devaluado.

Eso sucederá con el billete de $2.000 que de acuerdo a su lanzamiento terminará valiendo en términos reales entre $1.500 a $ 1000 de hoy. Es decir, no habrá valido la pena lanzar esa nominalidad ya que la inflación corroe el valor y poder adquisitivo del billete más rápido que los tiempos y planificación deliberada para su lanzamiento.

Hoy el billete de $1.000 debería valer $10.000 para recuperar el poder adquisitivo de su lanzamiento en noviembre de 2017. Sólo de existir esa intención hacia fin de año perdería nuevamente valor para valer en términos reales 7.500 pesos.

El problema es la emisión a destajo de billetes que cada vez valen menos a mayor ritmo en el tiempo. A su vez, controlar los precios que hacen referencia a los bienes que se pagan con nuestros billetes tampoco tendrán buen fin.

El economista alemán Wilhelm Röpke decía que «el camino de la inflación reprimida termina en el caos y la paralización. Cuanto más empuja la inflación los precios hacia arriba, tanto más refuerza el Estado la presión de su aparato represivo. Pero cuanto más ficticio se hace el sistema de los precios controlados, tanto mayor es el caos económico y el descontento general y tanto más se debilita la autoridad de Gobierno o su pretensión de seguir ostentando un carácter democrático».

f:Iprofesional – Nota de Damián Di Pace