miércoles, abril 24

El día después del día después

0
269

Nota de ElCronista por Ricardo Delgado

En cuánto abrirá la Bolsa este lunes o cómo se moverán el CCL o el blue son juegos de adivinanzas, más allá de lo ajustado del resultado de anoche. Si el futuro se pudiese predecir, decía John Kenneth Galbraith, no habría manera de pagarlo. De todos modos, pueden trazarse algunas líneas acerca de lo que puede venir a partir de hoy en estos dos meses en camino a la elección general de noviembre y en especial qué no debería ocurrir:

– El Gobierno tendrá que seguir luchando para que la economía, si no suma, le reste lo menos posible en la decisión de voto. Neutralizar los impactos del desplome de la pandemia y responsabilizar también a la gestión anterior, con el argumento que desde 2018 la inflación hace estragos sobre los salarios, el empleo (básicamente, el informal) y la pobreza.

– En el margen, con paritarias al 40-45%, los ingresos registrados pueden recuperarse levemente, bajo la lógica de una inflación que podría estabilizarse en algo menos de 3% mensual promedio. A los ingresos de los sectores informales ya les está llegando la inyección de gasto fiscal, que llevará el déficit a la zona de 3/3.5% del PIB para el año.

– La volatilidad en los mercados financieros puede profundizarse, pero un salto brusco del tipo de cambio es poco probable. El BCRA cuenta con instrumentos a mano para administrar la escasez de dólares (algunos, como la suba de tasas o el dólar futuro, no utilizados hasta ahora) y la cercanía de un acuerdo con el FMI debería ayudar a coordinar las expectativas privadas. La propia vicepresidenta insistió en el cierre de campaña con este arreglo. Esta semana, además, el gobierno presenta el presupuesto 2022, donde habrá una primera mirada oficial acerca de la economía poselectoral.

– En comparación, hay pocos jugadores de peso en el mercado, a diferencia de 2019, y una economía con cepo es menos susceptible a los humores de los inversores que una cuenta capital desregulada como la de la gestión del ex presidente Mauricio Macri.

– El temor a una radicalización del Gobierno tampoco encuentra fundamentos sólidos, porque no hay financiamiento disponible para una opción extrema. El fuerte ajuste fiscal y monetario hasta julio confirma que el oficialismo comprende los límites estrechos sobre los que debe gestionar. No hay dólares excedentes en las reservas, la deuda en pesos se refinancia, pero cada vez con más dificultades, y acelerar la emisión con una brecha del 80% sería suicida.

Por supuesto, siempre pueden surgir imponderables, factores que saquen a la economía de este equilibrio arriesgado de filo de navaja. Evitar una crisis antes de noviembre es esencialmente función de la política. Nada de lo esencial se está resolviendo y el «empujar con la barriga», si tácticamente útil, es una estrategia pobre para desandar la década de estancamiento con alta inflación.

Más relevante que este lunes, o incluso que el camino hacia noviembre es el día después de las legislativas. Allí aparecerá el cierre del acuerdo con el FMI, que vaya paradoja, puede convertirse en un remedo del programa económico que el gobierno siempre negó transparentar. En el mar de dudas, hay una única certeza: en 2022 la economía deberá ser otra.

f; Cronista