jueves, marzo 28

El efecto Cristina y las intrigas contra Guzmán por la inflación

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Por Marcelo Bonelli paraClarín

En el ámbito empresario se explica así: la Casa Rosada y el ministro Guzmán hacen propuestas racionales y el Instituto Patria las bloquea. Lo que pase con el acuerdo con el FMI será clave para despejar dudas.

Las últimas acciones confirman una cuestión: hay desorientación y pocas ideas en la Casa Rosada para frenar la inflación. El “monitoreo” de los movimientos sociales en las góndolas fue para la tribuna: sólo hacer de cuenta que se combaten las remarcaciones.

Paula Español confirmó la ausencia de ideas con el duro pero repetido recurso de culpar a las principales empresas de alimentación. El ataque a las “multis” y los piqueteros en los súper no cambian nada de fondo: es cosmética. En otras palabras: vender humo. La secretaria de Comercio negoció y vigiló a las compañías durante todo el último año. Exigía el detalle y no autorizó pedidos de aumentos. Según un memo secreto de COPAL, en promedio, las empresas tuvieron aumentos de costos del 20% y solo remarcaron un 6%.

Pero esa vigilancia de Español fracasó y la secretaria de Comercio no pudo evitar la inflación. El alza de los precios obedece a cuestiones más complejas que la persecución y armado de un “relato”.

Por eso, ahora -y cuando las papas le queman- la funcionaria utilizó remanidas recetas: acusarlas de desabastecimiento para responsabilizarlas de la inflación.

Dicen que Español también actuó para responder a intrigas internas. Con su decisión le tiró un Exocet al diálogo con los empresarios en la Casa Rosada. Muchas de las empresas acusadas ahora por la Secretaría de Comercio concurrieron hace una semana a apoyar y aplaudir a Martín Guzmán.

Aunque cueste creerlo, ese aval al ministro no agradó a parte del Instituto Patria. En la Cámara de Comercio afirman que el entorno más duro de Cristina habría alentado el accionar de la Secretaria de Comercio. Para marcarle la cancha al ministro.

Al “cristinismo duro” le molestó que Guzmán ponga racionalidad y afirme que la inflación era causa de desajustes macroeconómicos. También, que diera como seguro que se va a cerrar un acuerdo con el FMI.

Hace tiempo que –a su vez- La Cámpora le cuestiona a Español la falta de acción política. La acusan de “light” y de tener muchas contemplaciones con las empresas.

Cerca de Máximo Kirchner dicen: “Paula es seria. Pero actúa poco”. La secretaria de Comercio responde a Axel Kicillof, que tiene fuertes cortocircuitos con Máximo. Kicillof –a su vez – le disputa a Guzmán y está molesto por la acumulación de poder del jefe del Palacio de Hacienda. Todo habría influido para el último accionar: la secretaria de Comercio se endureció y los compromisos de Guzmán con los formadores de precios se relativizaron. Entre los hombres de negocios dicen una cosa: que se trata del “efecto Cristina”. Se refieren a la convicción “antiempresaria” de la vicepresidenta.

En la Unión Industrial insisten en que esta cuestión fue clave en el último ataque a las compañías privadas. La “bipolaridad” de ideas que existe en el Frente de Todos solo genera mayor incertidumbre. Entre los hombres de negocios, cada vez más se habla del “efecto Cristina”. En la UIA y la Asociación de Bancos se explica de la siguiente forma: la Casa Rosada y Guzmán hacen propuestas racionales y el Instituto Patria las bloquea.

El “efecto Cristina” se refleja en las dudas que existen sobre un acuerdo con el FMI. Sería clave para despejar dudas y en el Gobierno se esmeran en decir que será un seguro y exitoso convenio. Pero desde el entorno de la vicepresidenta se cuestiona el acercamiento y se insiste en que, en un año electoral, mejor sería “vivir con lo nuestro” y moderar los ajustes -que propicia el FMI- en las tarifas.

Alberto y Cristina superaron el enojo de fin de año y ahora tienen un diálogo más fluido. Pero la situación política aumenta la confusión frente al recalentamiento de la inflación.

Alberto lanza hoy el Consejo Económico y Social, que va a liderar –su hombre de confianza– Gustavo Beliz. El funcionario quiere buscar consensos para enfrentar la crisis argentina, pero tiene un desafío ciclópeo: que la iniciativa no se transforme en otra bala electoral perdida. El Presidente no pudo concretar su idea original: que el Consejo lo lidere Roberto Lavagna o una figura como Alberto Barbieri, rector de la prestigiosa UBA.

El éxito de la iniciativa estará medido, también, por la participación de la oposición. Difícil en un año electoral. En el encuentro secreto entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta se habló de todo. Entre ambos sigue la buena sintonía, pero se blanqueó una diferencia sustancial. Macri pidió “palos” contra Alberto e insistió en no dejarle pasar una a la Casa Rosada. Su propuesta es radicalizarse.

Rodríguez Larreta dijo que ya no confía en el Presidente y que cree lo peor: que la Casa Rosada no va a corregir su errado rumbo. Pero no compartió la teoría de “pintarse la cara” y dinamitar todo. Larreta se va a concentrar en su gestión y profundizar la búsqueda de consensos. Capitalizó la vuelta de los alumnos a clases. Así le dijo: “Se puede ganar una presidencia por un voto. Pero para gobernar después se necesita un consenso del 70%”.

Hasta ahora, la Casa Rosada evitó tener un plan de estabilización y crecimiento que permita vislumbrar un amesetamiento de los precios.

Así va a ser difícil bajar el índice. La primera proyección de Orlando Ferreres dice que febrero tiene un piso del 3,5%. Entre el BCRA y el Palacio de Hacienda existe confusión y por lo menos hubo –en el último semestre- tres cambios de estrategia monetaria y cambiaria. Miguel Pesce –primero– defendió a rajatabla un dólar estable. La demanda de billetes se llevó puesto al Banco Central.

Martín Guzmán –después– tomó la batuta, cuando le torció el brazo al jefe de la autoridad monetaria. El ministro pidió su cabeza y Pesce estuvo a punto de renunciar. Alberto fue quien mantuvo a su fiel amigo en el BCRA.

Pero desde ese septiembre hubo, por lo menos, tres modificaciones en la estrategia del dólar. Guzmán sugirió –en medio de la corrida- un ajuste fiscal y tarifario con un dólar con fluctuaciones variables y desconocidas por el mercado.

Después apareció Cristina –con sus cartas y el acto de La Plata- y cambiaron las cosas: se anunciaron pautas generales del 30% y se dejó de hablar de tarifazo. Ahora hubo otra modificación: el dólar no se va ajustar con la inflación y se va a retrasar para que sea un ancla sobre los costos. En esta estrategia habría influido Daniel Heymann. El reconocido asesor ministerial fue uno de los autores del Plan Austral y creador del “desagio”.

La “prueba y error” metió incertidumbre y expectativas de remarcaciones. Ahora Guzmán trabaja sobre eso. Pero el empoderamiento del ministro le abrió complots internos. Esta semana fue la medida de Paula Español. Las “intrigas” surgieron también de La Cámpora. Los soldados de Máximo acusan a la dupla Guzmán-Sergio Chodos de meterlos en el zafarrancho de la negociación de YPF.

También cuestionan la actitud inicial de Pesce. La crisis comenzó cuando el BCRA le negó en diciembre los dólares, que en febrero aprobó para abonar la deuda de YPF.

El convenio salvó la situación. También evitó una bravuconada de Fidelity. El “lobo” de Wall Street –si no había acuerdo- quería ir a fondo y atacar: amenazó con denunciar en los tribunales de Manhattan la utilización de fondos de YPF para promocionar figuras del Frente de Todos.