jueves, marzo 28

El Gobierno considera que hay evidencia científica para aplicar la vacuna rusa a mayores de 60 años

0
349

Nota extraída de Infobae Por Román Lejtman

El Fondo Ruso de Inversión Directa envió al Ministerio de Salud un estudio técnico que asegura que la Sputnik V se puede usar en ese grupo de riesgo que sufre la mayor cantidad de contagios y muertes causados por el COVID-19.



Alberto Fernández aguarda que la ANMAT recomiende la Sputnik V para mayores de 60 años antes que concluya esta semana, si los traductores oficiales del Poder Ejecutivo terminan de traducir del ruso al español un informe técnico de más de 200 páginas que asegura que la vacuna rusa no causa efectos colaterales en el grupo de riesgo que más padece la faena implacable del COVID-19.

El Fondo Ruso de Inversión Directa remitió desde Moscú a la Casa Rosada y al Ministerio de Salud ese voluminoso dossier que sostiene que la Sputnik V es efectiva. Y desde el sábado un equipo de traductores acelera la marcha para permitir que la ANMAT pueda leer las bases científicas del Instituto Gamaleya que habilitarían la aplicación de la vacuna a 7.414.866 adultos mayores que componen el principal grupo de riesgo de la Argentina.

El jefe de Estado, el ministro Ginés González García, la secretaria de Salud, Carla Vizzotti, y la asesora presidencial Cecilia Nicolini no hablan una sola palabra de ruso, pero han comentado en la intimidad del poder que la evidencia científica aportada por el Instituto Gamaleya será ratificada por los reconocidos técnicos de la ANMAT.

Cuando la ANMAT cumpla con las formalidades de su estatuto legal, y el Ministerio de Salud emita su informe oficial asegurando que la Sputnik V se puede aplicar sin inconvenientes a los mayores de 60 años, Alberto Fernández y Ginés González enfrentarán a las cámaras de televisión y pondrán su mejor sonrisa al recibir el pinchazo de la primera dosis de la vacuna rusa.

Esta probable puesta en escena puede coronar un hecho inédito en la geopolítica del siglo XXI: Alberto Fernández será el primer presidente de Occidente que se aplicará una vacuna rusa contra el COVID-19. Y esta circunstancia atípica tiene una twist temporal que jamás hubieran imaginado los expertos de propaganda política del Kremlin: Alberto Fernández usará la Sputnik V antes que Vladimir Putin, líder inobjetable del comunismo mundial.

En Gobierno aún no decidieron publicar el informe científico completo que avalaría la aplicación de la vacuna rusa a los mayores de 60 años. Y frente a este debate político puertas adentro, la comunidad de expertos que asesora al Presidente propuso la publicación full del dossier para evitar un juicio público en los medios y las redes sociales que afecte la decisión mayoritaria de los adultos de más de 60 años.

Se trata de una estrategia de difusión que intenta bloquear una posible secuencia contra la aplicación masiva de la Sputnik V. Si el informe del instituto Gamaleya es recomendado por la ANMAT y aprobado por la cartera de Salud, pero sin el dossier que justifica su eficacia sanitaria, podría ocurrir que miles de eventuales pacientes mayores decidan aguardar la llegada de otra vacuna cuando ya inició la segunda ola de COVID-19.

Las dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Sinopharm recién tendrán un aterrizaje masivo para mediados de marzo, y lo único que habría a la mano -si Putin cumple con su promesa política- serían 10 millones de Sputnik V hacia fines de febrero.

En este contexto, el Gobierno enfrentaría la extraña paradoja de administrar un voluminoso stock de vacunas que pocos utilizarían frente a la desconfianza causada por la eventual decisión política de negar a la opinión pública los argumentos científicos que sustentarían la eficacia de la Sputnik V en el grupo de riesgo de mayores de 60 años.

La decisión pertenece a Balcarce 50. Y es poco probable que Alberto Fernández convenza a los indecisos sonriendo cuando reciba la primera dosis de la vacuna rusa, sino hay una publicación oficial del dossier secreto que llegó desde el Kremlin al Poder Ejecutivo.

Esa foto del Presidente dará la vuelta al mundo, pero no alcanzaría para seducir a los remisos que exigen evidencia científica antes de usar una vacuna que aún no fue aprobada en Estados Unidos, Europa y la mayoría de los países de Asia, América Latina y Medio Oriente.