martes, abril 16

El gobierno de Alberto Fernández no existe más, al menos como lo conocíamos

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Nota extraída de TN por Diego Sehinkman

OPINIÓN. Ya no es gradualismo sino shock. Empezó una nueva etapa en donde cambia la configuración del poder: Sergio Massa como cara visible, de frontman, y Cristina Kirchner detrás, reservándose las decisiones aunque más escondida.

El trato entre Sergio Massa y Cristina Kirchner es claro: para el tigrense, esta crisis representa la oportunidad de llegar casi a lo más alto del poder, lugar al que por vía de las urnas y la voluntad popular difícilmente accedería. Y para la vice. es la forma de intentar llegar a la orilla del 2023 sin que explote su gobierno, pero tomando estratégica distancia: si el experimento sale mal intentará convencernos de que el choque lo produjo el Frente Renovador.

En los hechos, Alberto Fernández pasa a ser un presidente testimonial, con bajísima influencia. Es el modo que encontró el peronismo para dar un golpe de palacio sin darlo oficialmente y sin apelar a mecanismos institucionales de reemplazo del primer mandatario, que le hubieran agregado un estigma extra a la catastrófica gestión actual.

De esta manera, no habrá un “presidente peronista que no termina” sino un reemplazo en los hechos. Massa no será oficialmente el primer mandatario ni un primer ministro porque aquí no existe esa figura, pero él se siente presidentesi tomamos en cuenta lo que posteó su esposa Malena, que en Twitter puso: “Primero la Patria, luego el movimiento y después los hombres (y mujeres). Desde siempre y para siempre espalda con espalda. Juntos los cuatro”. Y mostró fotos familiares donde se los ve disfrutando en familia con sus dos hijos. Es claro: para los Massa-Galmarini representa el tan soñado desembarco en la Rosada.

El presidente Alberto Fernández y Sergio Massa. (Foto: NA/archivo)
El presidente Alberto Fernández y Sergio Massa. (Foto: NA/archivo)

Cómo ocurrió este golpe de palacio no oficial

Por la actitud del presidente que, además de no estar de acuerdo en el rumbo con Cristina Kirchner, fue demasiado negador o procrastinador para tomar decisiones y, sobre todo, que nunca quiso hacer su propio trabajo de parto para nacer como líder. Del otro lado, la vice lo demolió en incómodas cuotas: las cartas públicas sobre “los funcionarios que no funcionan”, sus discursos de advertencia o humillación al presidente que incluyeron una amenaza de vaciamiento del gabinete luego de las PASO, decenas de voces del kirchnerismo duro que le dijeron mequetrefe o borracho.

A esto se agregaron las críticas de sectores que el presidente sentía como aliados y que mostraron signos de alejamiento: movimientos sociales que empezaron a marcharle en contra, incomodidad del sindicalismo y un último capítulo decisivo: el ultimátum de los gobernadores. En su última reunión, Alberto Fernández fue literalmente intimado a tomar medidas fuertes por los mandatarios provinciales que ven peligrar sus reelecciones por el descalabro económico.

En otras palabras, el peronismo le dijo: “Alberto, salí con las manos en la cabeza, estás rodeado”. Cuidando las formas pero con la paciencia ya agotada, el kirchnerismo, los gobernadores, gran parte de los intendentes y una parte del sindicalismo obligaron a un presidente atrincherado en la parálisis a dejar virtualmente el cargo. Perotti y Bordet pedían en Twitter la llegada de Massa, al igual que Insaurralde. Y la CGT saludó en un comunicado el nombramiento del tigrense. La ceremonia concluyó: rey muerto, rey puesto.

El gobernador de Santa Fe Omar Perotti presionó al presidente Alberto Fernández para que sume a Sergio Massa al Gabinete (Foto: captura Twitter @omarperotti).
El gobernador de Santa Fe Omar Perotti presionó al presidente Alberto Fernández para que sume a Sergio Massa al Gabinete (Foto: captura Twitter @omarperotti).

La cuestión de fondo no está resuelta: la economía.

A Massa le corre el reloj. Deberá “acomodar la macro” y frenar la inflación, que lo espera en pocos días con una trompada: entre 7 y 8 por ciento para julio. ¿Bastará con el apoyo de los “compañeros” y de una parte del empresariado para tener éxito? ¿Será suficiente la hipotética capacidad de articulación del nuevo ministro para enderezar el timón y generar confianza o se necesita además un ajuste fuerte del gasto?

El miedo a que una superinflación se los lleve puestos impulsa al kirchnerismo a renunciar a seguir “distribuyendo” y quizás congelen los proyectos de Salario Universal o moratorias previsionales. ¿Pero es suficiente o hay que hacer un ajuste en serio? Traducido: ¿La crisis económica está pidiendo un médico o un cirujano?

Para una enorme cantidad de economistas, si no se corta violentamente el gasto, el panorama puede empeorar muchísimo. Pero es improbable que Cristina Kirchner o Massa quieran tomar medidas drásticas o impopulares. Con 100 por ciento de inflación prevista, 50 por ciento de chicos pobres y 40 por ciento de trabajo informal, el partido gobernante se resiste a hacer reformas estructurales y sigue repitiendo su mantra: “cualquier plan tiene que cerrar con la gente adentro”. Vamos de vuelta: 100 de inflación, 50 de chicos pobres y 40 de trabajo informal. La gente, ¿está adentro?

¿Cuál es el material más duro del universo? La ideología. La evidencia no perfora la creencia.