miércoles, abril 24

El kirchnerismo busca que el costo caiga sobreAlberto,hay ministros que palpitan su salida

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Confidencial: el kirchnerismo busca que el costo caiga sobre Alberto y hay ministros que palpitan su salida

El oficialismo se resignó a que tiene por delante una elección perdida, lo que nadie prevé es que ocurrirá después, frente a dos años de «pato rengo»

Ya no queda un solo dirigente oficialista que nos venga a mostrar las encuestas de hace dos semanas, cuando buscaban operar una supuesta recuperación milagrosa de los resultados de las primarias. Los cálculos son siempre sobre el volumen de la derrota, estrategias para evitar una crisis mayor y como «arrastrarse» hasta 2023.

Las caras son circunspectas, los modos malhumorados, el futuro es percibido como oscuro. «No estamos pudiendo hacer cálculos. Sabemos que el costo interno va a caer sobre Alberto, lo que no sabemos es con qué contundencia y nivel de presión, ni se las va a poder soportar», explica un dirigente del PJ porteño, siempre muy cercano al presidente.

¿Cómo se sigue con la eventual cesión completa de poder en el Congreso? Una profundización de la derrota de las PASO, un par de puntos abajo, dependiendo de como se distribuyan territorialmente, genera: la pérdida de la primera minoría en diputados, y la pérdida del quorum propio en el Senado.

Al margen de sí la oposición se decide o no, a quitarle la presidencia de la Cámara baja, el gobierno enfrentará dos años sin sacar una sola de las leyes que necesita, y tendrá minoría en una Comisión clave: La Mixta que controla y aprueba o no, los Decretos de Necesidad y Urgencia. Es decir, no tendrá como sacar normas generales que le permitan dar sentido al Gobierno, sin ayuda de la oposición.

En el kirchnerismo están decididos a que el costo interno de una derrota recaiga sobre Alberto

«¿Vos entendés que eso es no gobernar? No hay como mierda hacer nada. Aparte, los jueces se nos van a empezar a dar vuelta, nos van a llover quilombos. La Corte ya es un problema desde la renovación de autoridades, (Horacio) Rosatti nos va a traer mas de un dolor de cabeza», explica un diputado kirchnerista. «Dicen que vamos a radicalizarnos, ¿Cómo se te ocurre que podríamos hacerlo?, nada podemos hacer», completa.

El término «pato rengo» esta acuñado por la ciencia política norteamericana, para señalar el período entre el momento en que el presidente en funciones pierde su reelección y el día que entrega el cargo a su sucesor. Son unos meses sin poder, sin capacidad ni margen de acción, sin agenda de futuro. Pues bien, ¿Cómo pilotear un pato rengo de dos años?, parece inviable.

Ministros ya se ven con un pie afuera

No hay ministro en el gabinete que sepa cómo seguir el 15 de noviembre, ni si sigue. Matías Kulfas está preparando sus pertenencias personales; Martín Guzmán también; Juan Manzur ya avisó que le vayan tendiendo la cama en su residencia en Tucumán, Gustavo Béliz y Vilma Ibarra, albertistas de la primera hora, caminan por la Rosada mirando el suelo, meditando su futuro.

Los cristinistas tampoco saben qué va a pasar con ellos. Esperan el mandato de la jefa. «Es que no sabemos todavía, si vamos por todo el gabinete o nos retiramos y que se arregle Alberto que en definitiva es el que nos llevó a esto. Si la jefa dice ‘nos vamos todos’, renuncias indeclinables y chau, que haga lo que pueda».

No obstante, no todos los cristinistas piensan lo mismo. «Si nos retiramos así, entramos al cementerio con Alberto ¿Cómo volvés de eso? Tenemos que encontrar una fórmula que nos permita desligarnos de la culpa del resultado o quedarnos pudiendo gobernar, dependemos de la genialidad de Cristina», explica un camporista que siempre tiene una respuesta y ahora, solamente tiene preguntas, dudas y vacilaciones.

Kulfas y Guzmán, dos ministros que dudan de su propia continuidad en el Gobierno

A la incertidumbre de qué va a hacer Cristina, se suma la de qué va a hacer Alberto. La batalla interna post PASO es irrepetible. Al menos como se dio entonces. Si el kirchnerismo va por todo el gabinete, el Presidente no podrá resistirse, tampoco lo intentará. Si lo abandona, podría completar un gabinete con puros y los gobernadores que le queden como apoyo (pocos y de mínimo poder electoral) y tratar de alcanzar un cogobierno con la oposición que le permita llegar a 2023.

«Sentarse con ellos, consensuar al menos cinco puntos elementales como el acuerdo con el Fondo, el diseño del Estado y los mecanismos para frenar la inflación y generar trabajo y transitar hasta el fin del mandato sin expectativa de reelegir pero con la institucionalidad en orden, ¿Por qué no?», casi ruega un moderado del entorno íntimo de Alberto Fernández.

Perder una elección de medio término no debería ser un drama, pero el formato de la política argentina genera estos temblores. Tenemos un sistema presidencialista y personalista, pero a la vez, desde 2015 no hay partido político que pueda alcanzar el poder sin una coalición con otros espacios que la sustente. Ante las crisis electorales, las coaliciones ceden, los pases de facturas se intensifican y los gobiernos tambalean. Lo que en un sistema parlamentario se arregla formando un nuevo gobierno de acuerdo a la composición de las cámaras del parlamento, aquí genera, la suma de todos los miedos.