viernes, abril 19

El kirchnerismo retoma su marcha triunfal

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Humor polìtico.Nota extraída de Clarín por Alejandro Borensztein

Vuelve a sus ejes de siempre: medios, justicia y nuevo rol internacional

«Cristina y yo somos lo mismo». Lo dijo el presidente en octubre de 2019.

 Antes que nada, actualicemos los datos del Campeonato Nacional de Pelotudos.

Lamentablemente aún no clasificó el gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto pese a que le puso garra diciendo que “a la Argentina que trabaja le sobran porteños”. Si en las próximas fechas rescata un punto de visitante, puede clasificar.

Tampoco aseguró su clasificación el Ministro de Salud bonaerense Daniel Gollán aunque la viene pidiendo a gritos. Hace unos días declaró que “la Ciudad de Buenos Aires irradia virus”, luego publicó un mapa con la Capital en rojo y ahora avisó que “si levantamos la cuarentena vamos a apilar cadáveres”. Un funcionario de la ostia. Vamos campeón. Un frase más y adentro mi alma.

El que si clasificó es Miguel Pesce, presidente del Banco Central. El tipo venía peleando su grupo con Alejandro Vanoli (Ex ANSES) por aquella genialidad que ambos organizaron cuando mandaron a millones de jubilados a amontonarse en los bancos para cobrar y contagiarse.

Como a Vanoli lo invitaron a retirarse del gobierno de científicos, Pesce quedó puntero en su grupo. Le alcanzaba un triunfo de local y esta semana se le dió. El Banco Central entregó la lista de “los amigos de Macri que compraron millones de dólares para fugarlos”, tal como denunció Tío Alberto durante la campaña.

Pero resulta que la lista que entregó no estaba encabezada por los amigos del Gato sino por los de Cristina, empezando por los Eskenazi, dueños del Banco de Santa Cruz, adquirentes del 25% de YPF y admiradores de Néstor a quien le estarán eternamente agradecidos. “¡Que suerte para la desgracia!” diría Pepe Biondi.

Hay que decir que la compraventa de dólares era y es absolutamente legal. Pero el kirchnerismo necesitaba que esa lista la encabezaran Macri, Caputo, Calcaterra, Angelici, etc etc. Falló. Pesce de cabeza a la final. Felicitaciones.

No dió para chapa de favorito del torneo porque a último minuto se avivó de borrar a Cristina, que en 2016 fugó al menos 4.660.000 dólares. Eso le encontraron en las dos cajas de seguridad, llenas hasta el tope, según se pudo ver en las fotos que se difundieron. Ella declaró que se dolarizó por miedo a las políticas de Macri. Pregunta: ¿eso fue todo lo que fugó? Respuesta segura: eso es todo lo que entra en dos cajas.

Actualizados los datos del torneo, vayamos a lo importante.

La cuarentena es una buena oportunidad para tomar distancia y meditar sobre el presente.

Dejemos de lado el debate sobre las tediosas conferencias tripartitas y el mandoneo de Kicillof. Yo sé amigo lector que usted todavía está parado frente al televisor al grito de “¡mandoneame ésta, Axel!”. Pero lo mejor es calmarse, esperar que esta pesadilla termine y entender que, mientras tanto, están pasando cosas.

Para analizarlas mejor, retrocedamos a 2011 cuando Cristina, con 55.000 palos verdes en el Banco Central producto del yuyo ese, obtuvo su reelección con el 54%.

Lo importante de aquel resultado fue la distancia al segundo, Hermes Binner que obtuvo el 17%. O sea, le sacó 37 puntos. Atrás quedaron Ricardo Alfonsín con 11%, Rodríguez Saá con 8%, Duhalde con 6%, Altamira con 2,3% y Lilita con 1,82 % de los votos. En otras palabras, una oposición derrotada, dispersa e inservible. Casi tan inservible como ahora.

Despejado el horizonte, en febrero de 2012 Cristina anuncia “Vamos por todo” concentrando el fuego en sus tres objetivos preferidos: controlar que la justicia sea buena, controlar que los medios sean lindos y buscar el liderazgo del eje bolivariano, a sabiendas de que la vida de Chávez se apagaba.

Ella nunca fue muy revolucionaria que digamos. Pero el hecho de que Obama, el presidente más progresista de la historia norteamericana, no reconociera a Cristina como líder progresista, la llevó a enfrentar al imperialismo. No fue ideología, fue despecho. Aclaremos que llamamos imperialismo a ese lugar del mundo en el que Daniel Muñoz, el secretario de Kirchner, compró propiedades por 70 palos verdes, con la guita de ya sabemos quien.

En el tema medios, todo avanzaba hacia el inolvidable 7D (7 de diciembre de 2012), fecha en que felizmente liquidaban TN, Canal 13 y Radio Mitre.

En el tema justicia, empujaban la famosa “ley de democratización de la justicia” que incorporaba la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura (los que ponen y sacan jueces) en la misma boleta de las elecciones nacionales. Por ejemplo, en la boleta de Insfrán en Formosa iban los candidatos a elegir jueces en Formosa. Clarito, no?

Y en el tema del liderazgo bolivariano necesitaban resolver el malentendido que había con el principal socio del eje: Irán. De ahí el Memorándum anunciado a fines de 2012 según el cual los acusados de cometer el atentado ayudarían a investigar a quienes cometieron el atentado.

Frente a este combo, millones de argentinos salieron con las cacerolas, primero en setiembre de 2012 y luego en noviembre. Acá vale aclarar que la gente sale con cacerolas cuando no hay oposición que la represente. O cuando hay pero no sirve para nada. Anoten.

Sin embargo, el 7D y la reforma judicial fracasaron estrepitosamente al igual que el Memorándum que, aprobado de prepo en febrero de 2013, nunca entró en vigencia.

Furiosa cual Cruella De Vil cuando descubre que le birlaron los 101 dálmatas, Cristina aceleró a toda máquina hasta que el 13 de marzo de 2013 su poder absoluto chocó contra una pared tan gigantesca como inesperada: el Papa Francisco.

Por primera vez aparecía un argentino más importante y poderoso que Ella. Dejó de ser la 1 y pasó a ser la 2. Sólo podría avanzar con su plan hasta donde el 1 se lo permitiera. Y como todo el mundo sabe, ningún Papa quiere líos en el patio trasero de su casa.

De entrada, a Francisco lo ningunearon, lo insultaron y lo trataron de cómplice de la dictadura desde los medios del Estado y desde los medios privados kirchneristas. Un esfuerzo inútil. A los 15 días tiraron la toalla y fueron de rodillas al Vaticano a pedir perdón con el rosario en la mano. Tarde. Comenzaba la debacle.

Meses después, Sergio Massa liquidaría el sueño de la reforma constitucional y la reelección indefinida. El resto ya es historia conocida. En 2015, con el Banco Central en rojo, escapan de la Rosada antes de que llegue el Gato. En 2017 inventan una versión humilde de Cristina sin Rolex pero pierden contra Esteban Bullrich y Gladys González. Y finalmente en 2019, sacan de la galera a Tío Alberto para derrotar a Macri y su mejor equipo en 50 años.

Todo este relato es para entender que el kirchnerismo retoma su cuento de donde lo había dejado marcado con el señalador: exactamente en aquella fumata blanca de marzo de 2013.

Hoy, con todo el poder recuperado, volvemos a los mismos tres ejes de entonces: medios, justicia y nuevo rol internacional. Mientras todos estamos en casa cuidándonos del Coronavirus, ellos retoman su vieja agenda de siempre. Si entonces atrasaba, imaginate ahora.

Muchos suponen que Tío Alberto es otra cosa. Otros recuerdan su frase del 18 de octubre de 2019: “Cristina y yo somos lo mismo”. Ambos sectores pueden tener razón, después de todo se sabe que la palabra de Tío Alberto vale más o menos lo mismo que la moneda argentina. Para más pruebas están las grabaciones de sus grandes éxitos 2008/2018.

El Tío Alberto de los miércoles, el mejor de todos, se reunió con los empresarios para explicarles que “ellos no volvieron al poder para hacer locuras”. En principio los convenció y muchos suspendieron el plan de abandonar el país en setiembre. Se van en octubre.

En el tema medios y justicia la vieja maquinaria ya está en marcha. En el tema internacional, el rol que cumplía el Memorándum hoy lo cumpliría el default: liderar una causa global antisistema. Como si la causa global antisistema le fuera a dar pelota a la Reina Hotelera. Pero bueno, Ella debe creer que si.

El default es una decisión política. Si la Argentina lo evita significaría que Tío Alberto tiene autonomía. Si no lo evita ya sabemos quien manda.

Mientras tanto, más vale guardarse y cuidarse. Y estar atentos a lo que hacen con la República. No sea cosa que el trofeo del Pelotudo del Año lo terminemos ganando los hinchas de Occidente.