El plan oculto de Javier Milei para gobernar sin la oposición que explica el fracaso de la Ley Ómnibus

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El Presidente mandó a bajar el megaproyecto del recinto en Diputados. Está decidido a no ceder ante la presión de los gobernadores. La configuración del poder dentro del gabinete con impacto en el futuro. La disputa entre Macri, Scioli y Bullrich.

“La casta tiene miedo”. El provocativo slogan de campaña de La Libertad Avanza empieza a desnudar un segundo sentido, más profundo. El de la autodefinición por oposición: Javier Milei no tiene miedo. El viernes, el Presidente publicó una foto de una pintada en una puerta de una oficina pública contra Karina Milei que decía: “Basura, dejá de echar trabajadores”. Un político ordinario hubiese mandado a pintar inmediatamente la puerta. Milei, no. Subió la foto a redes y escribió: “Todo el equipo lleva marcado a fuego el signo de la austeridad”. Tampoco tiene miedo Patricia Bullrich. “No vamos a dejar de actuar por miedo a un muerto”, dijo por el protocolo antipiquete.

Milei carburó y mandó a bajar la Ley Ómmibus. Después en un tuit quemó las naves: “La casta contra el pueblo”.

“No sean pelotudos”. La provocadora frase de Miguel Ángel Pichetto en el recinto de Diputados durante el tratamiento de la Ley Ómmibus parece ser la respuesta patentada de la oposición dialoguista a todo el agite incompresible del oficialismo.

“El PRO reforzó su identidad. Siempre fuimos el cambio serio. Nosotros votamos todo. Los que votaron en contra fueron Piparo y su cuñada. Ellas los cagaron y los radicales. En la UCR tenés hipermileístas como Campero y Monti, y otros que más o menos creen que esto es una dictadura”, decía anoche a TN un diputado del bloque que conduce Cristian Ritondo.

Milei siente asco por la rosca política y fascinación por la tosca digital. Hubo más de 1,2 millones menciones sobre la Ley en las redes durante el debate en Diputados la semana última, según un relevamiento de la agencia Ad Hoc. El que más habló fue el Presidente: entre posteos y RTs publicó 430. Pedrada de tuits. El último: “No estamos dispuestos a negociar con quienes destruyeron el país. Vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política que destruyó nuestro país”.

La política tradicional sigue cada vez más enroscada, pero ahora tratando de entender. “Inflexibles, falta de experiencia, soberbios, el kirchnerismo de la derecha”. En la oposición ligera despotrican contra La Libertad Avanza. “Si siguen así, esto termina mal”, señalan desde Hacemos Coalición Federal (HCF), el bloque “arcoíris” que conduce Pichetto.

Florencio Randazzo siente que llueve con sol. Alivio. Había dado el paso para conducir la Cámara de Diputados, pero Milei desoyó el pronóstico de Guillermo Francos y prefirió a Martín Menem. “Menos mal”, dicen ahora cerca de Randazzo. Ya había rechazado un sondeo para integrar el Gabinete. “Son cosas muy distintas”, fue entonces la respuesta a los enviados del Presidente.

Miguel Ángel Pichetto durante el debate por la Ley Ómnibus en el Congreso. Foto: Télam
Miguel Ángel Pichetto durante el debate por la Ley Ómnibus en el Congreso. Foto: Télam

En las conversaciones con Francos y con el eyectado Guillermo Ferraro, la gobernabilidad parecía ser la prioridad. “Siempre hablamos de la necesidad de ampliar la base de sustentación del Gobierno, que no quede reducida a libertarios y macristas para sumar a peronistas y radicales. Hubo un intento, pero ellos son especiales a la hora de tomar decisiones”, critican con sutileza desde HCF. “Por ejemplo, al Gringo Schiaretti le preguntaron por dos exfuncionarios de Córdoba. Fue un sondeo: no hubo un acuerdo político. (Osvaldo) Giordano asumió en Anses y (Franco) Mogetta en Transporte, pero los vaciaron de poder. No pudieron nombrar a nadie. No tienen estructura”, dicen y hablan del sumun: “Al ministro del Interior lo desautorizaron tres veces. Si vos sos gobernador para qué vas a hablar con Francos, si acordás algo, se da vuelta y Karina Milei dice ‘no’”.

Milei, otra vez, no tiene miedo. En el año que se van a cumplir 30 años del atentado a la AMIA, viajó a Israel y mandó a Francos para que siga de cerca la votación de la Ley Ómnibus. En una semana vence la prórroga de las sesiones extraordinarias y la Ley volvió a comisión a pedido del presidente del bloque de LLA, Oscar Zago, cuando empezaron a caerse los votos. “Yo veía las caras de los diputados libertarios. No entendían nada. No se daban cuenta de que se les caía la Ley”, contaba anoche un diputado macrista. “Hay una profunda inexperiencia”, remató. El jefe del bloque llegó a decir que la Ley seguía aprobada en general. El reglamento es claro: si la Ley vuelve a comisión se convierte en calabaza. ¿El que sabe sabe y el que no, Zago?

Francos, que también se enredó con el reglamento, tiene las manos libres: ya no lidia con los carpinchos intrusos con los que peleaba cuerpo a cuerpo en Nordelta. Ahora batalla para que a él -otra vez- no le suelten la mano.

Los gobernadores tienen la llave de oro en el Senado. Cómo creía el Gobierno que poniéndose de punta con las provincias, los senadores iban a aprobarle la Ley sin cambios. Los gobernadores necesitaban un gesto, que los convoquen al diálogo. Habían dicho ‘ok’ no se coparticipa el Impuesto País, pero ´qué nos dan’. Y la respuesta fue: ‘Nada’. Cuando las provincias no puedan pagar los sueldos, será demasiado tarde”, advierte un diputado del PRO. Milei, sin miedo, inmutable. “Las provincias tienen que hacer el ajuste, sí o sí, no hay plan B”, insiste.

El plan A: a las Fuerzas del cielo rogando y con la Trinidad mileísta dando. Milei y la tríada del poder: Karina, Santiago Caputo y Nicolás Posse. A tiro de piedra, un plebiscito, como una biblia para cortar con tanta dulzura.

El Presidente picotea de la oposición para sumar aliados. Políticos aislados. ¿Hay un patrón? Daniel Scioli y Patricia Bullrich, el último y el primer match, tienen en común haber participado de diferentes gobiernos, con cintura para esquivar el mote de traidores, el mal de la casta.

Javier Milei junto a Guillermo Francos y Daniel Scioli.
Javier Milei junto a Guillermo Francos y Daniel Scioli.

Scioli no conocía a Karina, se la cruzó en el pasillo cuando fue a la Casa Rosada para reunirse con Milei. Hacía tiempo que el exembajador en Brasil había aceptado la Secretaría de Turismo, Deporte y Ambiente, pero el anuncio no llegaba. Ya el 19 de enero, Francos se jactaba: “Quién te dice, por ahí lo convenzo”. Con los hermanos Milei, el advenedizo comparte el “don” de la desconfianza. Scioli llega al extremo de guardar habanos y aceites de oliva en su caja fuerte.

¿Causalidad? Milei decidió oficializarlo cuando Mauricio Macri levantaba el perfil desde el Sur. El expresidente tiró la caña de pescar y agitó las manos para mostrarse remador de la Ley Ómnibus. Viejos rivales políticos, Scioli y Macri juegan a Antón Pirulero con el gobierno de Milei. Cada uno atiende a su juego. Pero, como los cordobeses, el bonaerense tampoco tiene estructura propia. ¿Otro patrón de Milei? El gabinete milhojas – capas de funcionarios de distinto origen intercaladas- ya fracasó con Alberto Fernández.

No hay lugares, ni plata. Recortaron de verdad”, decían cerca de Scioli. La motosierra tiene efectos colaterales: una plaga de asesores y funcionarios informales, en la sombra. “Cero política, todo gestión”, se excusan ¿por ahora? desde el sciolismo. Después del portazo de Ricardo Schlieper,entra en calor como subsecretario de Deportes Julio Garro, el exintendente de La Plata. Schlieper responde a Bullrich; Garro, a Horacio Rodríguez Larreta. La Secretaría está loteada y esa parcela tiene la bandera del PRO. Elige Macri.

Scioli, el hombre de amianto, siempre espera.Karina Rabolini, su ex, solía graficar su poder de “encantamiento” con una escena de la vida conyugal. Cada vez que arrancaban terapia de pareja, Scioli se hacía amigo del psicólogo y lo llevaba a su casa a cenar.

Otra pareja en crisis. “Mauricio quiere presidir el PRO. Yo no sé. Lo estoy analizando”. Patricia Bullrich estira el misterio y deshoja la conducción partidaria. Macri aceleró y apuró los apoyos para asumir un rol que considera clave en la trabada gestión de Milei.

“La verdad que el PRO es Mauricio Macri, es su fundador, es el expresidente. En la campaña de Pato, cuando ponías un video de él, con un saludo, las ‘mabeles’ gritaban como si fuera Messi. Si Mauricio quiere ser, como quiere, va a ser”, admite un diputado que militó para la ministra de Seguridad en el conurbano durante el trajinado 2023. “Lo que tiene que decidir Mauricio es si va a ser un PRO macrista o si va a ejercer un liderazgo más amplio que nos incluya a todos: a nosotros y a Horacio Rodríguez Larreta”, completa. O sea, un PRO unido, el que faltó cuando Bullrich y Larreta encarnaron una durísima interna por las PASO.

Milei, junto a Macri y Bullrich después de ganar la Presidencia. Desde entonces, la titular del PRO y el expresidente no se hablaron más. (Foto: LLA).
Milei, junto a Macri y Bullrich después de ganar la Presidencia. Desde entonces, la titular del PRO y el expresidente no se hablaron más. (Foto: LLA).

Bullrich no olvida el insípido apoyo que recibió de Macri, tan efervescente y encandilado por Milei. Pudieron acercarse para el acuerdo de Acassuso, pero desde que Bullrich negoció mano a mano con el Presidente el ingreso al Gabinete, no cruzan palabra. Ahora, el recelo es mutuo y en espejo. La ministra intervino como mediadora con los diputados del PRO. Después, el expresidente apareció virtualmente en una reunión de bloque. También recordó en un tuit “las 14 toneladas de piedra” contra el gobierno de Cambiemos.

No es solo la conducción del PRO con la que ambos miden los pasos. “El PRO va a necesitar un conductor, alguien que baje línea y coordine con el gobierno nacional. Mirá lo que fue la Ley Ómnibus, un despelote. Macri está pensando en eso. Como lo conozco, sé que después de que le rebotaran gente suya para el Gabinete, él no se va a ofrecer como mediador ante Milei. Va a esperar a que lo vayan a buscar y se está preparando para eso”, dice un exministro de Cambiemos.

Macri pasa los días en Villa La Angostura en el Cumelén Country Club. Ya hizo llegar un mensaje a la Casa Rosada: “Milei debería atender todos los resortes de la administración para que el Gobierno arranque. No solo la economía”. Sabe de los desquiciados reclamos de los diputados por el “destrato” de La Libertad Avanza.

Bullrich vive una luna de miel en el gobierno de Milei. “Fluimos porque pensamos igual”, suele decir. Hasta las reuniones de gabinete discurren distinto. Con Macri, cada uno exponía. Con Milei, todos intercambian opiniones. El Presidente la deja hacer. La ata el acotado presupuesto de Seguridad. Después de la marcha de la CGT, Milei y Bullrich hablaron por primera vez de la gestión. La ministra tiene en su Ipad super pro un gráfico con los recortes que sufrió el área durante el anterior gobierno: la curva es como el dibujo del sombrero o la serpiente que se comió al elefante, de El Principito. Subida y picada.

Toda fantasía política termina con la realidad. Esto desemboca en una crisis profunda, cuando en los próximos meses lleguen las subas de la luz, el gas, los colegios. Y ahí va a estar Macri. Él ya avisó que esto es un despelote y está ahí para cuando lo necesiten”, dicen en el PRO.

Milei, otra vez, sin miedo. Una mano sí, pero no quiere las espaldas de Macri, ni de Scioli, ni de nadie. Se ve El Salvador y se mira en el espejo de Bukele. Gobernar sin oposición. ¿Forzar la máquina contra “la casta” dos años hasta las elecciones de 2025 para construir una mayoría propia en el Congreso? Sin intermediarios, como ya avisó Sandra Pettovello. ¿Cómo? Sin Ley, el ajuste será mayor, advierten. ¿El patrón? El Gobierno corta la bocha: retira comida de los comedores y fondos de las provincias. Gobernadores preparados para una economía de guerra. Axel Kicillof y Jorge Macri ya se coparticipan enfermos: los del conurbano que van a los hospitales de CABA y los turistas porteños que se atienden en MDQ.

Milei con la Trinidad mileísta: Karina Milei, Santiago Caputo y Nicolás Posse (Foto NA).
Milei con la Trinidad mileísta: Karina Milei, Santiago Caputo y Nicolás Posse (Foto NA).

En La era del individuo tirano. El fin de un mundo común, Éric Sadin, concluye que la década de 2010, con la explosión de las redes sociales a las que rinde culto Milei, surgió una categoría apolítica: los individuos aislados, con dos características, el rechazo a la democracia representativa y el ascenso de figuras agresivas. El filósofo francés dice que es el fin de la sociedad como la conocimos en el siglo XVIII. De solitarios solidarios a aislados antagónicos. El profesor Claudio Álvarez Terán, que hace una lectura de Sadin, resume el antagonismo: “Los que arden en deseo de liberar su propia ira y los que pese a la exasperación entienden que no se puede someter a una guerra civil de palabras y buscan a apaciguar estallidos de rencor y odios”.

Sadin menciona el ascenso de Donald Trump como ejemplo del narcisismo patológico de los libros de Freud. El de un individuo que se considera herido y que ya no escucha ni a su propia ley. Pero a diferencia de los líderes tiránicos de la década del 30, se trata -dice- de dirigentes semi autoritarios que si bien generan fascinación sobre las masas, esta fascinación proviene de un efecto espejo. Un fenómeno inédito: esos dirigentes -esos seres excepcionales- emiten un reflejo amplificado de un enorme número de personas. Para la gente es como tener un doble que detenta un poder infinitamente superior. ¿Otro patrón de Milei? ¿Casualidad? Su novia, la imitadora Fátima Florez, actúa como doble de famosos.

Milei fue a ver dos veces a Fátima en el teatro, en Mar del Plata (Foto  REUTERS)
Milei fue a ver dos veces a Fátima en el teatro, en Mar del Plata (Foto REUTERS)Por: REUTERS

Sadin advierte que este esquema tampoco escapa a la amenaza de ingobernabilidad permanente imperante de la época. Ante una desilusión, esos “seres excepcionales” funcionan como los fichines de Mar del Plata. Se quedan sin crédito. “No vengo a guiar corderos, vengo a despertar leones”, decía Milei en la campaña. La oposición ligera tiene miedo de que a los leones les pique el hambre. Temen que el Gobierno levante un muro de los lamentos. El escritor y periodista Miguel Wiñazki contaba sorprendido queen una provincia hay un cementerio con montículos de tierra sin nombre porque no hay plata ni para las lápidas. En semejante escenario, la polarización entre casta y anticasta. Entre políticos ordinarios y extraordinarios. ¿Por ahí no es por ahí?

Al final de cuentas, como dice la frase tallada en la piedra con la que termina la película En la Toscana: “Tan extraordinariocomo todos los demás”.