viernes, marzo 29

El verdadero temor: la brutal aceleración inflacionaria ahora amenaza con instalarse en la Argentina

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Lo que hasta hace un tiempo se asumía como la «inercia inflacionaria», es decir, las remarcaciones «por las dudas», amenaza con subir un escalón

La sorpresa que se llevó Roberto Feletti cuando asumió en Comercio Interior, por la fuerte remarcación de los precios de la canasta básica en el comienzo de octubre, podría esconder un escenario mucho más complicado en la ya difícil dinámica inflacionaria.

La remarcación de precios durante los primeros diez días del mes superó el 20% en varios casos, tal como publicó iProfesional.

Los empresarios no lo van a admitir en público, pero esa realidad denota una situación cada vez más compleja en la economía argentina: un notable empeoramiento de las expectativas en general, y de los formadores de precios en particular.

Lo que hasta hace un tiempo se asumía como la «inercia inflacionaria» -las remarcaciones «por las dudas»- amenaza con subir un escalón. O más de uno. En un momento en que la inflación interanual supera el 50%, se trata de una pésima noticia.

Ya no es un ajuste de precios «por las dudas» sino más bien de «cobertura» ante un escenario futuro, que cada vez más empresarios piensan que podría empeorar. En otras palabras: que la crisis podría agravarse.

No es algo inexorable, por ahora. Pero el hecho de la realidad da cuenta de esa secuencia.

Anoche, Feletti y los empresarios de la cadena alimenticia -desde fabricantes a comerciantes grandes, medianos y barriales- pusieron un cuarto intermedio para llegar a un acuerdo que congele los precios de 1.650 productos por los próximos tres meses.

Feletti y los empresarios de la cadena alimenticia buscan llegar a un acuerdo de precios para 1.650 productos

En el tema de la inflación puntualmente, la aceleración se vincula con un escenario cambiario que empeoró en las últimas semanas. A saber:

Incremento de la presión sobre la brecha cambiaria, por pérdida de reservas, y que obligó al Banco Central a tomar medidas adicionales para que quienes tienen acceso al mercado «oficial» no adelanten la compra de dólares para pagar importaciones de manera anticipada.

-Esa decisión de Miguel Pesce posibilitó que, desde ese momento, el BCRA pueda comprar divisas en el mercado. La contracara radica en que se incrementó la expectativa de que, más temprano que tarde, volverá a incrementarse la presión sobre los dólares «alternativos«.

-Algunas grandes empresas empezaron a notar que el acceso al mercado cambiario «oficial» es menos fluido. La mayoría, según las cámaras empresarias, no evidencian inconvenientes. Sin embargo, en el mercado empezó a ganar terreno la idea de que las restricciones a las importaciones se extenderán en las próximas semanas. Bajo esa suposición -que luego podría confirmarse o no-, las grandes empresas ajustan los precios de antemano.

«El riesgo de un cambio en la dinámica inflacionaria existe y es cada vez mayor», asegura un economista que no forma parte del elenco oficial pero que suele ser consultado por la Casa Rosada.

La negociación de Feletti con las principales alimenticias del país, en este contexto, parece ser más una señal en «modo campaña» que otra cosa.

Más que la suerte que corra la negociación de una canasta hasta fin de año, lo que se está jugando ahora es el escenario económico para los próximos dos años. Por lo menos.

Sin un ancla de expectativas será muy difícil contener la pérdida de reservas del BCRA. Está visto que los controles, por más perfeccionamientos que aparezcan, terminan perdiendo poder con el paso de las semanas.

Hay un dato clave que no pasa por alto: al revés de lo que sucedía hace unos años, cuando las «anclas» cambiarias funcionaban y permitían ciertos períodos de baja inflación -sobre todo en la previa a las elecciones-, esta vez eso no está funcionando.

Ahora, con un dólar «oficial» que subió nada menos que 20 puntos menos que la inflación desde que empezó el año (18% vs un IPC que corrió un 37% en los primeros nueve meses), la inflación no se detiene.

Tampoco alcanzó con el congelamiento de las tarifas, que siguen habilitando un creciente gasto en subsidios.

El escenario luce bien diferente a otros tiempos -por ejemplo en 2015- cuando también había un ancla cambiaria y retraso tarifario, pero la inflación se ajustaba a esa realidad. Ahora no. Los precios se siguen zafando. Y no solamente los de los alimentos. Ese es el rubro más preocupante pero no el único.

Feletti, flamante secretario de Comercio Interior, habló de una suba del 82% en el precio de una marca de detergente. Pero no el único. Ni el más preocupante. A tal punto que el propio funcionario admitió que los incrementos en los primeros diez días de octubre podrían disparar el índice de precios del mes «a 3,5% o incluso al 4%».

En la primera quincena de octubre hubo subas de hasta 23% en alimentos. Es el caso del café soluble. Y de hasta 22% en los enlatados (lentejas).

El recalentamiento de la dinámica inflacionaria sobresaltó al Presidente e incrementó las dudas de empresarios y también de los financistas.

La suba de precios por encima de lo que tanto el Gobierno como las consultoras privadas preveían para esta altura del año extremó las precauciones para el futuro cercano.

La visión de empresarios e inversores financieros es que se van incrementando los desequilibrios de la economía argentina. Y, acaso lo peor, que la Casa Rosada no encuentra ni el diagnóstico ni las recetas acertadas.

El recalentamiento de la dinámica inflacionaria sobresaltó al Presidente

La escalada de la inflación perturba no sólo la dinámica social y política. Lo dicho más arriba: Se da a pesar de que el Gobierno había activado los supuestos botones que enfriarían el escenario. Pero ni el atraso cambiario ni el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos logró siquiera frenar la dinámica.

Para colmo, el Gobierno siente que no sólo son los precios los que se les escurren de las manos. Guzmán sabe que está llevando adelante un ajuste fiscal que rechaza la propia Cristina K. y que -encima- no es valorado por el «mercado».

Mientras tanto, el acuerdo con el FMI se demora y el propio ministro percibe que se le escapa una de las anclas que tendrá la dinámica en este momento tan complicado.

La política tiene la responsabilidad de resolver los enigmas, de cara al futuro. Se espera que eso recién suceda luego de las elecciones de noviembre. Los tiempos apremian. Y la pregunta que empieza a aparecer en el horizonte es si no será demasiado tarde para evitar una crisis mayor.