jueves, marzo 28

EVANGELIO DEL DÍA

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Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):

AQUEL día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».

Mc. 4, 35-41: Cruza la otra orilla.

1) Crucemos la otra orilla: el misionero de lo cotidiano, como vos y yo, estamos llamados a ir a más, a estar al lado del que nos necesita. No nos podemos estancar en un solo lugar y en una sola persona. Somos pastores de las ovejas y no podemos estar dando exclusividad a una sola, peinándola y despeinándola. ¡No! Hay que cruzar, ir al otro, nosotros debemos buscar y no esperar que el otro venga.

2) Se desató un fuerte vendaval: el cruzar a la otra orilla, el ir al otro, el misionar implica asumir riesgos, el riesgo de incluso perder la estabilidad. La evangelización también corre riesgo porque puede ahogarte y hasta hundirte. Hay que reconocer que muchos evangelizadores se ahogaron y hasta se les movió el piso. El cruzar orillas puede traer crisis, incluso de pensar que Dios está dormido. Por eso el misionero cotidiano debe ser valiente y prudente, pero no miedoso.

3) Vino la calma: en este interrogar a Dios, Él actúa. Dios aprieta, pero no ahorca. Porque Dios también te invita a tener fe. La vida cristiana es una constante lucha de fe, en donde vencerás tus crisis desde la fe y la confianza. Por eso Dios en el transcurso de la vida te pondrá signos en donde luego, con el tiempo, si miras atrás te recordará que su mano está junto a vos. Cruza la orilla que, aunque entre agua en tu vida para ahogarte, si confías y tenés fe, no te pasará nada. Anímate al desafío de cruzar porque quien no arriesga, no gana.
¿Y sabes? Jesús es el Emmanuel, Dios con nosotros.