EVANGELIO DEL DÍA💫🍃
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
Mc. 1, 29-39: No te quedes estancado.
1) Curar: la suegra de Pedro estaba mal y Jesús va hacia ella para curarla. Fiebre en latín se dice «locus», que significa fuera de lugar. Una de nuestras enfermedades de hoy es que hay situaciones y momentos que nos llevan a estar fuera de lugar, como que no estamos ubicados y hasta nos sentimos desubicados. Eso nos lleva a perder la dignidad. Hasta eso de preguntarte y decirte a vos mismo: «¿Está bien lo que estoy haciendo? ¿Voy bien?». Son cosas que nos cuestan y nos dejan en cama, como la suegra de Pedro, porque no nos podemos parar ante la vida y hacia la vida. Hoy Jesús viene a vos y quiere pararte, levantarte.
2) Orar: el tiempo de oración es clave para Jesús. Más allá de que todos le busquen y más allá de tantas cosas por hacer, lo primero es lo primero. El hablar con Dios es fundamental para todo tu día y para toda tu vida. Creo que esto nos enseña a vos y a mí, porque una de las excusas que usamos siempre es el «no tengo tiempo». Toma ese momento para hablar con Dios, a tu manera. O, aunque sea, escucha este audio y medita en tu interior y habla con Dios. Busca ese momento íntimo con Él, para llenarte de Él y ser siempre de Él.
3) Seguir: no hay que detenerse, ni ante el éxito ni ante el fracaso. Se debe seguir siempre para cumplir ese objetivo que te puso Dios. No te enamores de los éxitos que vas cosechando porque pueden embobarte y hacerte olvidar el objetivo final de tu vida; pero tampoco te tires abajo cuando las cosas no te salgan, porque hay un largo camino por seguir. Cumplir y seguir, esa es la clave. Recuerda que las guerras ganadas se logran después de muchas batallas ganadas y pérdidas. Son procesos, como los mundiales de fútbol: primero lo grupal, que podés ganar y perder; pero luego llega una etapa que si perdés quedas fuera. En esta vida siempre hay chances, por eso hay que seguir.
RECTITUD DE INTENCIÓN
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