viernes, marzo 29

EVANGELIO DEL DÍA

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EVANGELIO DEL DÍA🌾
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):

AQUEL mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».
Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Lc. 24, 13-35: Los discípulos de Emaús.

1) Hablaban y discutían: atravesamos la Pascua y está nuestra cabeza en otra cosa. En que no sabemos qué pasará con nuestras vidas, en que analizamos toda situación y en donde la esperanza parece estar perdida. Cuántas cosas hablamos y discutimos hoy. Cuántas cosas pasan por nuestra cabeza, pero no está la certeza que da la paz al saber que Cristo está vivo.

2) Semblante triste: la tristeza detiene y hace que no puedas seguir caminando por la vida. Esa tristeza que hace que no puedas reconocer a Dios en el caminar de tu vida. No dejes de mirar la vida con Cristo vivo. La tristeza hace que se frene el tiempo y que no puedas mirar el futuro. No mires el mundo desde la tristeza porque lo único que hace es generarte más dolor. Ahí está el trabajo, el caminar con Dios y dejarte tomar por sus palabras. Él quiere explicarte la vida misma y que así entiendas por dónde está tu caminar.

3) Al partir el pan: Jesús genera comunidad. La fe te lleva a experimentar comunidad, no aislamiento. Porque ser de Cristo es ser cristiano, y un cristiano aislado que genera división no está resucitado y no está con el resucitado. Hoy busca seguir tu vida caminando con otros o con la ayuda de otros. Porque estamos unidos en un solo Pan y en una sola vida. Como decían los primeros cristianos: «Un solo corazón y una sola alma».