EVANGELIO DEL DÍA

0
122

EVANGELIO DEL DÍA💫

Lucas 15,1-3.11-32:

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor
💫 MEDITACION DEL EVANGELIO💫

Lucas 15, 1-3. 11b-32:

💫La misericordia del Padre.

1) Todos, publicanos y pecadores:

Cuánto me anima a seguir este pasaje del Evangelio. Porque me hace recordar que yo, como soy pecador y débil, puedo decir que estoy aquí en la Iglesia de Dios para tratar de mejorar y cambiar. Porque los que se acercan a Jesús es porque saben su necesidad y sus límites y errores. El problema es aquellos que se sienten puros y sin pecado. El problema es aquel que se siente juez de sus hermanos y quien tiene la capacidad de condenar con el dedo, pero olvidándose que es pecador. Hoy te pido perdón si cuando fuiste a la Iglesia te sentiste señalado y corrido por nosotros. Te pido perdón por no haber entendido que teníamos que ayudarte a curar tus heridas y no dar el diagnóstico de defunción, por solo verte herido y embarrado. Muchas veces, como miembros de la Iglesia que somos, somos crueles. Muchas veces nos pusimos el chaleco de policía o FBI en vez de ponernos el chaleco de médicos del alma. También pedimos disculpas a aquellos hermanos sacerdotes que se les notaba su debilidad y errores y, en vez de curarlos, los mandamos a la guillotina por el solo hecho de creer que ellos tenían que ser perfectos, superhéroes. Perdón por ese hermano sacerdote que dejó el ministerio  por alguna situación que no sabemos (y no hay necesidad de saberla), a quien le dimos la espalda y, hasta cuando caminando lo vemos, cambiamos la mirada. Hoy Jesús me recuerda que aquellos de los que nosotros nos alejamos son aquellos por los que Él vino.

2) El hijo menor:

Representa la rebeldía y el recelo, pero más que nada su narcisismo, que lo lleva a no mirar el dolor de su padre y que todo lo que pedía por irse a vivir su vida, lo deja afuera. Cuando uno se enceguece en su propio narcisismo puede perderlo todo, en el orden que el Evangelio nos enseña: primero te distancias y lastimas a tus más íntimos como tu padre o madre, la declaras por muerta o muerto. Segundo, tomas distancia de tu ámbito y buscas gente que te siga en lo que vos querés. Te mueve lo material demasiado, cero esfuerzo y sacrificio porque no querés sentir el límite y el dolor. Por último, necesitas tanto ser el centro que solo te darás cuenta de tu error cuando ya estés solo y sin nada. Cúantas veces somos el hijo menor, ¿no?.

3) El padre:

Es quien está a la espera siempre. Es el rasgo de Dios y es su gracia que está por encima de mis errores y pecados porque Él sigue estando aquí. Hace unos días estuve visitando la cárcel y un preso me dijo: “padre, ya llevo 17 años aquí, no veo la hora de salir para ir al cementerio, visitar a mi mamá y pedirle perdón”, me dejó pensando…. Porque yo también cumplo la condena de mis errores: mi cárcel del enojo, del quedarme callado, mi cárcel de dejarme llevar por la imaginación, mi cárcel del miedo, mi cárcel del qué dirán. Esas cárceles de las que vos y yo tenemos que liberarnos para ir a ver a este Padre Dios que nos espera siempre y quiere darnos la oportunidad de tenerlo todo. Para salir de la nada y volver al todo, solo se necesita reconocer el error que cometes, salir a pedir ayuda y dejarse guiar. La coronación de tu vuelta a Dios es que a la vida la empieces a vivir como una fiesta, porque la vida es hermosa, y si no la ves así pedile hoy a Dios que te ayude a salir de tu cárcel. Algo bueno está por venir.