Evangelio del martes 5 de Mayo de 2020
Lectura del Evangelio según San Juan (10,22-30):
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor
Jn 10, 22-30: Escuchar su voz
1) Abiertamente: Jesús habla con claridad y sin ocultamiento alguno. Vos también tenés que aprender a decir las cosas claramente, no andes en grises ni en interpretaciones. Sé claro en tu actuar y en tu obrar, no dejes que nadie haga notas a pie de página de lo que haces o decís.
2) Sos de Dios: escuchar a Jesús implica seguirlo. No dejes de escuchar a Dios y de buscarlo, sos de Él y de su equipo. Ponete su camiseta y jugá para Él. El seguimiento es porque Jesús te encandila, te enamora, te cambia la visión de las cosas. Por ello es una aventura.
3) Vida eterna: es a ello lo que te lleva y te dispone a ser eterno, a vivir, a relacionarte. No tengas miedo que a lo que Dios te invita y te propone es a algo grande. ¡Vamos! Que se puede hacer mucho en este mundo y vos podés hacer mucho en la vida de los que te rodean.
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