“25 años. Brazos fuertes por levantar a Helena (su hija). Mente podrida de escuchar críticas por no estarla amamantando. Sin embargo, nosotras estábamos bien”. Así comienza el posteo de Florencia. Luego continuó: “Yo tenía mi cuerpo otra vez -el embarazo me fue una guerra- y el cuerpo de ella que se movía a través del mío. Deseaba que comenzara a caminar para ser al fin dos chicas”.
En su posteo, recordó la entrevista que en 2016 le hizo la periodista Agustina Carman en la que manifestó que no daba la teta “porque no quería, me generaba pánico”. A su vez comentó, a su parecer, lo que se oculta detrás de la lactancia: “depresión, estrés, mastitis, querer dar la teta pero no tener leche suficiente o, directamente, no tenerla llegando a la total caída en la frustración por no poder cumplir con el mandato y en algunos casos, el deseo. Expresé -aunque no recuerdo si con estas palabras- que la alimentación del/a recién nacidx no puede estar estrictamente ligada al cuerpo de una mujer porque eso lo vuelve tiránico”.
La reflexión también dio lugar a la critica al movimiento feminista. Allí asegura que: “Me llovieron críticas tildándome de mala madre, snob y niña rica. Porque claro, yo pude pagar la leche. Pero estas críticas hacían caso omiso a lo ya mencionado: esto debería ser una política pública, todxs deberían acceder a la leche ¿Por qué mi cuerpo solo es mío para elegir cuando hablamos de aborto? ¿Qué pasa con el cuerpo y la mente de la mujer que elige ser madre? Entre tantas luchas feministas, una quedó olvidada: la maternidad y ese después del sí quiero”.
Por ultimo concluye: “Nos dicen a las demás que no damos amor. Otra vez nos corren por el lado del amor. ¿Qué patriarca las convenció que dar la teta es el gran acto de amor? Promover y explicar es necesario. Apoyar que la alimentación del/a recién nacidx sea una política pública y no una tiranía más sobre nuestros cuerpos, también.”
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11 noviembre, 2024