jueves, marzo 28

Gobierno sufre por el IVA a la leche: otra medida pensada como «buena noticia» que derivó en terremoto político

0
443

La unificación tributaria a la leche fue presentada como una rebaja en términos reales, pero el macrismo logró instalar la controversia sobre el aumento

A esta altura, los problemas de comunicación política ya se transformaron en uno de los rubros que más dolores de cabeza le ocasionan al Gobierno, al punto que le generan dificultades en la gestión y en el relacionamiento con otros sectores de la sociedad. Es un tema que abarca a todos los ámbitos: el empresario, el del coronavirus y también el fiscal.

En las últimas horas, con el debate sobre el IVA a la leche, se sumó un nuevo hito a la ya larga lista de errores de manejo comunicacional.

Al Gobierno, que tomó una medida con la expectativa de que fuera interpretada como un alivio –o, cuando menos, un efecto neutro- en los precios de un insumo esencial, se le generó un problema por la dificultad de interpretación de la nueva normativa fiscal para la leche. Ahora no sólo se generó la duda sobre si habrá un aumento de precio sino que se abrió un nuevo flanco para las críticas de la oposición y hasta existe el riesgo de ampliar la fisura interna en el peronismo.

Una comunicación confusa llevó al Gobierno a una crisis política por el IVA a la leche

Una comunicación confusa llevó al Gobierno a una crisis política por el IVA a la leche

Lo cierto es que sufrió un inesperado «efecto boomerang» en el que los más influentes comunicadores de los medios hicieron editoriales indignados sobre cómo justo en un momento de crisis se tomaba una medida que afectaba al consumo de los sectores más carenciados. El tema fue «trending topic» en las redes, donde abundaron las críticas y «chicanas» políticas, luego de la mecha encendida por un grupo de legisladores de Juntos por el Cambio, que denunció que la leche pasaría de estar exenta a tributar 10,5%.

La situación -al menos, en los términos en que expuso el Gobierno- era que la gran mayoría de los productos lácteos, que pagan un IVA de 21%, bajarían a la mitad. Pero la explicación del Gobierno fue confusa y tardía. Para cuando la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, salió a aclarar el tema, el daño político ya estaba hecho y todos los medios hablaban sobre el aumento del impuesto.

Del cero al 21% y del 21% al 10,5%

La situación real es la siguiente: el año pasado, como parte del paquete de medidas de alivio económico decididas por Mauricio Macri tras su derrota en las PASO, se decidió una baja de tributos para productos de la canasta básica, entre las cuales estaba alcanzada la leche fluida.

Fue una medida de neto corte político, ideada por Miguel Pichetto para ayudar al entonces presidente a salir del shock del revés electoral y a retomar la agenda política. Desde el inicio, fue planteado como un plan de emergencia.

Lo cierto es que la ley ya preveía la exención del IVA para la leche entera sin aditivos, que hoy representa una porción pequeña del consumo, ya que la mayoría de la gente compra otras variantes del producto. El alivio real se produjo, entonces, sobre las leches con aditivos, que pagaban el 21% y quedaron en cero.

Otros productos de la cadena, que tienen algún tipo de agregado, no fueron alcanzados por el alivio al IVA y seguía pagando la alícuota completa.

Por otra parte, como la medida de Macri tenía vencimiento a diciembre pasado, ahora la industria láctea funcionaba en una especie de «zona gris». En teoría, la lecha seguía en cero y la aditivada tributaba 21%. Pero el Gobierno estableció compensaciones temporarias a cambio de que el sector lechero no implementara la abrupta suba de precios del «día después» del período extraordinario.

Así lo explicaba Alberto Fernández pocos días después de asumir, al quejarse de la herencia recibida de Macri en forma de exenciones impositivas: «Ahora, el 21% del IVA que debió aplicarse sobre alimentos, que graciosamente lo sacaron, se convertía en un problema, porque trasladado a precios hubiera sido un 21% de aumento sobre productos básicos de la canasta que iban a pagar los argentinos».

«Por eso, les pedimos que absorban ese 21% porque aumentaron los precios sin ton ni son. Y gracias a Dios se pusieron de acuerdo entre todos y logramos esto: que por ejemplo la leche tenga cero aumentos de precios. Para nosotros eso es muy importante, porque la leche en la nutrición infantil es central», decía el Presidente.

Paula Español, secretaria de Comercio, argumentó la versión oficial sobre que lo de la leche fue una baja del IVA

Paula Español, secretaria de Comercio, argumentó la versión oficial sobre que lo de la leche fue una baja del IVA

Así resumió la situación Español: «El origen de este problema comienza en agosto del año pasado, luego de las PASO, cuando por decreto se modificó la alícuota del 21% al cero, por seis meses. Eso no redujo los precios y, además, el IVA al 21% se restituyó a fin de año. Por lo cual ese es el lugar del que partimos».

El «punto de partida» señalado por Español es, en realidad, polémico, porque la funcionaria da a entender que hoy la leche ya tributa al 21% cuando la realidad es que los tickets de los supermercados -que informan el IVA discriminado- marcan 0% para variedades de leche UAT.

En todo caso, el argumento en el que insiste el Gobierno es que ahora, la medida incluida en la ampliación del Presupuesto tiene el objetivo de unificar en 10,5% la carga impositiva en toda la cadena de producción láctea y eliminar distorsiones y posibilidades de evasión fiscal.

Esto implica que, para muchos productos lácteos funcionará como un alivio impositivo mientras que los que estaban exentos pasarán a tributar. Naturalmente, el eje de toda la polémica es si la leche fresca subirá de precio como consecuencia de tener la nueva alícuota. El Gobierno alega que no habrá aumentos para le leche fresca sino que se compensarán las cargas impositivas de tal forma que el efecto sea neutro.

Pero la polémica fue inevitable. Abundaron las acusaciones sobre insensibilidad por aumentos en un momento de crisis y el Gobierno se vio en la incómoda situación de tener que acusar de «populista» a una medida de Macri y argumentar en favor de la restitución de un impuesto.

De los aplausos a las chicanas

Lo cierto es que esa situación de tomar una medida esperando la aprobación de la opinión pública y encontrarse con una catarata de críticas no es una sensación nueva para el Gobierno. Más bien al contrario, se está transfomando en una costumbre.

La nómina ya incluía, entre otros, a la presentación pública del tema Vicentin, que al decir de Alberto Fernández tenía el propósito de llevar al campo la buena noticia del salvataje de una empresa en crisis y derivó en un conato de rebelión social en la actividad agropecuaria.

Pero hay mucho más, como por ejemplo el haber anunciado el fin del IFE para las provincias que habían ingresado en la cuarentena flexible, una medida que debió ser revertida ante las señales de alarma de los gobernadores provinciales y de los propios socios en la coalición de gobierno.

Por no mencionar la larga lista de contradicciones y errores de pronóstico en la cuestión sanitaria, como el anuncio, a cargo del ministro Ginés González García, de que la curva de contagio estaba a punto de tener su punto de inflexión gracias a las medidas de aislamiento, cuando en realidad lo que ocurrió fue que los casos de infección se duplicaron.

En el caso del IVA a la leche, recién se está viendo el primer efecto de la polémica. Por ahora, el foco del Gobierno es desarticular el argumento de la oposición en el sentido de que hubo un aumento de impuesto. Pero lo cierto es que el tema también es un potencial motivo de fisura interna en la interna oficialista.

Todavía sigue siendo un tema de alta sensibilidad la no concreción del impuesto a las grandes fortunas surgido desde el kirchnerismo y al que desde el sector más cercano al Presidente se lo ve con escaso entusiasmo. En ese marco, el 10,5% de IVA para un producto de primera necesidad que hasta diciembre estuvo exento es un recordatorio a la base de apoyo político kirchnerista sobre la lentitud de ciertas reformas prometidas.

f:IProfesional