El denominado Sector 5 en Salvador Mazza está dentro del catastro de un productor agroforestal. Denuncia que el Gobierno y empresas también avanzaron sobre sus tierras.
La obra de pavimentación dentro de la propiedad de Barroso.
En otra increíble muestra de vulneración sobre los derechos de la propiedad privada, un caso de tierras en Salvador Mazza, en la frontera con Bolivia, resume la desesperación de sus propietarios ante el implacable avance de usurpadores que justifican en la crisis habitacional, un fin que parece más cercano al contrabando -entre otras actividades ilegales-, que a la necesidad de vivienda.
Se trata de tierras que incluyen al denominado barrio Sector 5, ubicado a metros de la quebrada internacional que divide Argentina con Bolivia. Dicho lugar es el epicentro de frecuentes noticias sobre actividades que siguen restringidas por la pandemia. No obstante estas restricciones, el intercambio de productos entre un lado y otro de la frontera se mantiene a través de pasos ilegales que ya conformaron una estructura vial consolidada, que comenzó con picadas y caminos entre la selva y que hoy son calles totalmente pavimentadas y hasta con iluminación. Estas obras, que incluyeron el movimiento de maquinaria pesada, contratada en algunos casos por los propios contrabandistas, avanzaron sobre tierras privadas.
Tal es el caso que Héctor Ricardo Barroso viene denunciando desde hace tiempo en tierras de su propiedad. Se trata del catastro 17078 que incluye la totalidad del denominado Sector 5 en Salvador Mazza, más una forestación de 100 hectáreas que se encuentra dentro del catastro 14311, también de propiedad de Barroso. Son tierras geopolíticamente estratégicas al tratarse de la línea de frontera, pero además, por la actividad que allí se desarrolla y que tiene que ver con la ganadería y la forestación.
«Son tierras que cuestan mucho dinero; se ubican a 600 metros del centro de Salvador Mazza y colindan con Yacuiba y Pocitos», indicó Héctor Barroso a El Tribuno.
El hombre denunció que es víctima de permanentes robos. «Nos roban postes, alambres, guardaganado y se van metiendo dentro de la forestación. Las casas del Sector 5 ya están adentro del perímetro de la forestación», indicó.
Barroso recordó que dicha actividad la inició su padre entre los años 78 y 80. «Forestamos unas 100 hectáreas con eucalipto saligna, paraíso gigante y pino tadea. Hoy nos quedaron 60 hectáreas de aquel trabajo porque la gente entra y tala sistemáticamente, sin que podamos hacer nada», sostuvo.
Viendo que la situación se complicaba con el avance del Sector 5, Barroso hizo un ofrecimiento al Gobierno provincial, en aquel momento a cargo de Juan Manuel Urtubey. «Para solucionar esta situación de manera pacífica presenté una propuesta de venta por usurpación, en una nota dirigida al exgobernador Urtubey y a otros organismos del Estado».
Con los antecedentes del caso, Barroso propuso la venta de las 15 hectáreas más conflictivas, es decir aquellas que ya habían sido usurpadas por parte de «gente con doble nacionalidad y que obtiene sus documentos argentinos en cada elección por parte de los políticos locales», indicó. Un censo técnico ordenado por el Gobierno estableció que, en aquel entonces -a mediados de 2018-, en el sector existían 114 familias. El censo incluyó informes sobre la situación territorial y tipográfica.
La propuesta de venta fue de 5 millones de pesos por hectárea. No obstante, Inmuebles valuó la hectárea en 2,4 millones de pesos, con el dólar en ese momento a $38. Pese a que la revaluación bajó el valor de las tierras un 60%, Barroso aceptó la oferta, aunque el Gobierno solo accedió a comprar 12 hectáreas. Pero el proyecto nunca fue incluido en el Presupuesto y quedó «cajoneado».
La doble nacionalidad
Desde aquel momento todo ha ido de mal en peor para Barroso. En abril de este año, un grupo de personas ingresó nuevamente a la forestación y en cuestión de horas desmontó una superficie de aproximadamente 250 metros de largo por 10 de ancho. Barroso fue hasta el lugar acompañado por personal policial, quienes tampoco pudieron hacer algo al respecto y tuvieron que alejarse ante el clima hostil que reinaba entre los usurpadores.
«Es gente que consigue lo que quiere con violencia. Son usurpadores que además viven del contrabando y le sirven al nar cotráfico» aseguró.