jueves, marzo 28

Horror: Junto a su nueva mujer, buscó a su ex para degollarla delante de su hijo

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La pareja se hizo presente en el mininegocio de la víctima y la asesinaron.Dos clientes dieron una versión lapidaria. El hijo se desmayó en la escena.

Otra vez la tragedia en una familia salteña. Esta vez en barrio San Calixto. Pablo Yapura

La ira incontenible de un femicida acabó ayer con la vida de una joven comerciante del barrio San Calixto, a quien degolló con el cuchillo de cortar pollo delante del hijo en común que ambos tenían y de dos mujeres, ocasionales clientes. La tranquilidad de la siesta en el barrio se interrumpió de pronto.

Frente a la plazoleta del exasentamiento la comerciante Jessica Solís fue asesinada con un cuchillo de cortar pollo por su expareja, Ezequiel Domínguez (30), quien llegó enceguecido de odio junto a su nueva pareja (también detenida) al pequeño microemprendimiento comercial, donde la mujer se ganaba la vida preparando milanesas de pollo casi para todo el vecindario.

Domínguez, según testigos presenciales entrevistados por El Tribuno, llegó al lugar junto a su nueva pareja, una joven de nombre Rocío.

La mujer se sentó en el interior del negocio, donde se encontraba un hijo en común entre Domínguez y la víctima, y presenció sin inmutarse cómo el sujeto violentaba a su expareja. Los gritos hicieron que una mujer -Belén- se acercara al negocio en momentos que la víctima logró ganar la calle. Allí Jessica Solís llamó a la policía para que urgente le den protección. En ese ínterin llegó otra vecina a comprar milanesas, por lo que según testigos la mujer antes de ingresar le pidió a Belén que llame de nuevo a la policía e ingresó nuevamente al negocio junto con la clienta, sin saber que su ex, con el cuchillo de trozar pollo, la esperaba para degollarla de un solo golpe, prácticamente.

El hijo, de 8 años, en medio del alarido de la clienta, salió ensangrentado y cayó desmayado en la puerta del negocio mientras el sujeto -¿arrepentido?- alzó a su víctima y la sacó afuera, exigiendo a Belén que los llevara en su moto a un centro de salud. «La sangre le salía a chorros, dijo la mujer, que no pudo arrancar la moto.

Allí el femicida intentó detener la hemorragia hasta la llegada de la policía y la ambulancia, más de 40 minutos según los testigos, y al arribo de estos la mujer expiró.

El relato de las testigos presenciales muestran a la «otra» sentada en todo momento. Revelaron que la violencia y las amenazas devenían de la disputa por la propiedad del local comercial, del cual todos obtenían una parte y, al parecer, la nueva pareja del femicida intentaba dejar a la mujer sin su sustento y sin su lugar en el mundo. El barrio -consternado- casi al unísono dio fe de esta versión del brutal crimen y señalaron además la indefensión en la que viven decenas de madres solteras en ese lugar, signadas por la violencia y el abuso, un dato que revela la precariedad social de esas familias.

Dos mujeres y un destino fatal

Las testigos entrevistadas por El Tribuno dijeron con claridad meridiana lo que aconteció en la pollería de Jéssica Solís.
Las mujeres muestran paso a paso cómo se desencadenó el drama familiar y cómo el sujeto se quedó junto a su nueva pareja en el interior de la pollería cuando Jésicca, alarmada por la violencia de su expareja y de su “socia” en el negocio, ganó la calle y llamó a la policía. No llegaron a tiempo.

En ese contexto de violencia, es que se produce un lapsus, unos minutos de calma, la comerciante, asustada, le pidió a una mujer que estaba afuera, Belén, que también llame a la policía.
El femicida permanecía junto su nueva pareja en el interior.
Allí el sujeto se armó con la propia herramienta de trabajo de Jéssica, mientras la tal Rocío permanecía inmutable, sentada en una banca del local. Así lo relataron las testigos.
Llegó otra clienta y le pidió un kilo de milanesa y Jéssica, sin saber la brutalidad de la celada tendida en el interior de su negocio, ingresó con la joven para venderle y no terminó de ingresar y su expareja la atacó de manera demencial, delante de la cliente, de su nueva pareja y de su propio hijo.
Lo demás fue todo impotencia ante la muerte y la falta de recursos eficaces.

f: El Tribuno