Inflación: el sueño de la casa propia se transformó en pesadilla

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  • 2019-10-05

Los créditos UVA se ajustan por inflación y algunos ya deben el doble de lo que recibieron. Hoy se reúnen para reclamar una reestructuración.

La situación ya se les tornó inmanejable e insostenible. No saben qué hacer y sufren literalmente el 5 de cada mes, cuando deben pagar la cuota del préstamo UVA (Unidad de Valor Adquisitivo) que adquirieron, esperanzados, para comprar sus viviendas.

La felicidad del sueño cumplido hace menos de dos o tres años se ha transformado en un verdadero suplicio para cientos de familias, que hoy piden en forma unánime «la eliminación de los UVA» y harán visible su reclamo en una convocatoria para este sábado, desde las 10, en el Centro Cultural Azulunala, en La Plata.

¿Y en qué quedó el congelamiento y la suspensión del ajuste por inflación decretado por el Gobierno en agosto? «Tiene topes y la mayoría quedó afuera. Igualmente el capital y la cuota siguen aumentando», aseguran a Clarín Perla Figueroa y Gabriela Spat, referentes del colectivo de familias autoconvocadas. «A las familias sobre-endeudadas, ya no les sirve, menos a los que ya no pueden pagar. Fue un manotazo de ahogado antes de las elecciones con muy poca visión política para un colectivo que desde hace un año viene intentando evitar esta situación», completan.

Débora Villalba, también «víctima» de las cuotas «imposibles» de estos créditos, cree que se trata de «un pseudo-congelamiento, porque en realidad se congeló la cuota pero no el valor del UVA, que sigue aumentando. A las familias que ya no estaban pudiendo afrontar el pago de la cuota no les sirvió de mucho esta medida. Y en enero, cuando se descongele, estaremos pagando cuotas abismales».

Noelia Vaccarini, junto a su marido Juan, pidieron un préstamo de $2.500.000 que el Banco de la Provincia de Buenos Aires les otorgó en octubre de 2017, a devolver en 27 años. «Justo hace dos años, estamos celebrando -ironiza-. Empezamos pagando de cuota $15.800 y hoy estamos en $31.600. ¿Querés saber cuál es la deuda total que tenemos? Arriba de cinco millones, más del doble y esto parece no tocar fondo», afirma indignada esta abogada que compró una propiedad en Gonnet (La Plata).

Vaccarini sacó el cálculo y cuenta que su capital adeudado aumenta alrededor de $100.000 al mes. «Termino agradeciendo que mi marido y yo tenemos trabajo, nos rompemos el lomo para pagar el crédito y el colegio de nuestros dos hijos. Nada de extras, ni hablar de tomarse una semanita en la playa. Restringimos todo. ¿Y por qué este castigo, qué hicimos mal? Nosotros pusimos todo nuestro capital en este crédito, la situación actual nos desespera», dice.

Esta familia apoya el reclamo de eliminación de los UVA, «ya que son inviables para el contexto en el que vivimos. En dos años de crédito yo estoy pagando el doble, se volvió irracional. No pueden existir este tipo de créditos en un país con una inflación descontrolada, no puede haber un sistema como éste que se rija por un índice de actualización».

¿Qué tipo de crédito proponen? «Deberían ofrecernos, primero, un freno al capital adeudado y después, que la cuota mensual debe ir en relación a lo que uno se comprometió a pagar cuando firmó el préstamo. Entonces pensamos que un crédito tradicional sería una posible solución. Es muy decepcionante después de los primeros dos años, no sólo no haber reducido nada, sino ver que se duplicó la deuda».

Gabriela Spat vive en Quilmes y en julio de 2017 el Banco Provincia le dio «1.924.000, el equivalente a 99 mil UVA», grafica esta funcionaria del Poder Judicial de La Plata. Y recuerda: «Cuando arrancaron los UVA, en 2016, su valor era de $16 y hoy está en $42. Yo debo casi 3.900.000. Hice el peor negocio de mi vida», mastica bronca la referente del colectivo de deudores, que empezó con una cuota de $14.000 y hoy está pagando $ 29.000.

«Es imposible sostener una línea crediticia en permanente incremento, en contraposición con los sueldos que no se ajustan al índice inflacionario. Por eso estoy a favor de la eliminación de los UVA, como lo sugiere Carlos Melconian en su reciente libro ‘Cantar la justa’, donde plantea la inviabilidad de estos créditos en un contexto económico como el nuestro», detalla Spat, quien no duda que «el Estado es responsable de habernos puesto en esta situación porque el artículo 75 de la Constitución Nacional dice que el Estado tiene la obligación de mantener el valor de la moneda; es una función del Congreso».

Divorciada, Spat le compró el 50 por ciento de la casa familiar a su ex esposo después de intentar venderla durante tres años. «Pedimos la reestructuración de estos créditos por uno hipotecario viable, que tenga una cuota previsible basada en un cálculo que se pueda estimar de acuerdo a la propia economía y que sea por todo el plazo, sean diez, veinte o treinta años. Y que el capital en pesos vaya disminuyendo como en cualquier otro país normal. ¿Por cuál índice hay que reemplazar el UVA? Lo van a tener que decidir las personas que gobiernen».

Como dato anecdótico, Spat cuenta que entró a la página web de un banco español -que tiene sucursales en la Argentina- para «simular» la solicitud de un crédito similar al que realizó aquí hace dos años. «Por un departamento en Barcelona, similar en dimensiones, al que yo compré aquí, hoy estaría pagando $10.000 menos que en España. Hice la conversión de euros a pesos y no lo podía creer».

Perla Figueroa trabaja en la gestión pública, vive en Los Hornos y pidió un préstamo de $ 2.400.000 en marzo de 2018 con una cuota inicial de $16.000, que a la fecha trepó a $31.000 para una deuda global de $3.400.000. «Yo pedí hace 17 meses un préstamo y lo más insólito es que debo un millón más. Lo curioso es que inicialmente había pedido 3 millones y en el banco me dijeron que no me lo podían dar».

​»Esta convocatoria tiene como finalidad decirle basta a los UVA, no podemos las miles de familias que nos embarcamos en esta deuda seguir hipotecando nuestra salud. Nos enferma esta situación, no nos permite vivir tranquilos, estamos obsesionados… ¿por qué? Por eso exigimos que haya nuevos créditos, lógicos para el contexto de nuestro país y equilibrados con nuestra economía oscilante».

Figueroa cree que los UVA son para economías «más serias y estables, no para este país donde la inflación ha convertido en irracional las reglas del juego. Es absolutamente abusivo el modo en el que el sistema se ha tornado, por eso pedimos la impugnación de estos créditos, reconstruirlos y revertirlos, porque es tal el daño que hemos tenido, que ya no podemos soportar medidas paliativas».

Ingeniero de Sistemas, Diego Spinedi, que vive en La Plata, cuenta: «En octubre de 2016 pedimos un préstamo UVA al Banco Provincia, que nos dio $ 1.215.000 (el dólar estaba a $ 15) para comprar el 70% de la casa. A tres años estamos peor que nunca: pagando una cuota de $24.000 cuando la inicial fue de $11.000, y con una deuda de 2.400.000. Es joda».

Indignado, Spinedi está convencido de que «todo empeorará hasta que no haya una decisión política. Y como no creo que la haya, reclamamos la eliminación de los UVA. Tantos cráneos en la economía, yo no entiendo cómo no saben implementar un crédito serio, porque alternativas hay, como por ejemplo ajustar el crédito de acuerdo al índice salarial. O fijar el monto adeudado y una cuota razonable al índice salarial».

A la hora de semblantear el futuro, Spinedi intenta ser optimista, pero la realidad económica lo vuelve a la realidad. «Cerramos el año con el 54 por ciento de inflación y se prevé no menos del 40 para el 2020. Se cae a pedazos por todos lados y se nos cruza que podamos perder la casa, qué sé yo… con mi mujer no queremos maquinar pero vemos que pasa el tiempo y no aparece la solución».

Contrariado, Spinedi dice que invirtió treinta años de su vida estudiando sistemas para tener un buen trabajo, una casa para su familia y darles los gustos a sus hijos. «Pero a ellos sólo les puedo decir que ‘no esto’, ‘no aquello’ -se lamenta-. Yo aposté a una mejor calidad de vida y resulta que me está yendo peor. Este país es increíble, te empuja para que te vayas».

Débora Villalba estudia Ciencias de la Comunicación y vive con su marido Pablo Friso en Beriso, en una casa que compraron en diciembre de 2017 con un préstamo que les dio el Banco Francés por un monto de $ 930.000, que en la actualidad alcanza $1.800.000. «Arrancamos con cuotas de $ 7.000 y la última que pagamos llegó a $12.500», detallan.

¿El congelamiento? «Es una medida discriminatoria, porque deja afuera a muchísimas familias que tomaron más de 140.000 UVA, y también a quienes tomaron crédito personal o para automotor. Lo que nosotros exigimos, porque creemos que es lo más justo, es la eliminación de los UVA. No es justo que el eslabón más débil de la cadena sea quien afronte todas las consecuencias, mientras los bancos no dejan de engrosar sus ganancias».

Villalba le explica a Clarín que son «muchísimas las familias que están en mora, que deben varias cuotas, y quienes no están en mora con el crédito, lo están con impuestos, tarjetas, patentes. Es el daño colateral, ¿entendés?». Y a veces el daño colateral es la enfermedad.

El caso más resonante que se conoce es el de una familia en San Fernando, que lleva 4 cuotas impagas y recibió una carta documento por parte del banco intimando con una futura ejecución. No quieren dar a conocer de quién se trata, pero aseguran que por el alto nivel de estrés que generó la situación, el hombre de la familia sufrió una esclerosis que parece irreversible, «producto de la mala sangre que le causó todo esto», afirman cerca de su entorno.