Ayer se celebró la Solemnidad de la Virgen del Milagro.
La primera misa del Triduo estuvo dedicada a María. Gentileza: Lisardo Maggipinto
Ayer, en el marco de la Solemnidad de la
Virgen del Milagro, se celebró en la Catedral de Salta la Misa
Estacional, en el inicio del Triduo. La misma fue transmitida a puertas
cerradas y se transmitió en directo a través de las redes sociales.
Sacerdotes y monaguillos participaron de los rituales con rigurosas
túnicas blancas y barbijos oscuros.
En su homilía, el arzobispo Mario
Antonio Cargnello manifestó que este día 13 de septiembre “lo dedicamos
a honrar a la Virgen del Milagro. Hoy debemos pensar que somos de
María. La tradición cristiana supo ver figuras como Judit y Ester que
anticipaban el lugar que María ocuparía en la historia de salvación,
cerca de Jesús”.
El arzobispo de Salta señaló que la pandemia de
coronavirus, como un mar sometido a la fuerza de los vientos, saca como
espuma del mar lo que adentro está sucio y está mal. “Hace que emerjan
con fuerza los egoísmos, rivalidades, estupideces”. Pero aclaró que
también emerge la generosidad de tanta gente, desde los sectores de la
salud, seguridad, servicios esenciales, de todos aquellos que velan por
nosotros. “En los hogares madres y padres cuidan a sus hijos, preparando
sus alimentos, atendiendo la salud”, recordó.
“¿Quién puede cambiar
el corazón? Solo la sabiduría de lo mejor de la mujer, del genio
femenino puede cambiar esta sociedad herida, pero que está lista y
dispuesta a ser sanada”, puntualizó el religioso.
“Cómo te
necesitamos madre del Milagro, un Milagro que es tuyo y de Jesús. Lo que
quisimos preparar no lo pudimos hacer, porque la enfermedad golpea
también las puertas de la Catedral. La situación no lo permite, porque
debemos cuidar a nuestra gente”, explicó Cargnello.
Pidió a la Virgen
“fuerza para transformar el dolor en un amor profundo a ti y a
Jesucristo. Que se traduzca en una verdad solidaria, que se depongan las
actitudes de enfrentamientos”.
Para finalizar dijo: “Esta fiesta
del Milagro es más fiesta que nunca. Así entramos en este Triduo. Por
eso no tenemos miedo, por eso renovamos nuestra esperanza. Y
espiritualmente nos tendemos la mano. Estoy convencido de que cuando las
aguas se serenen el Milagro será más fuerte que nunca, porque seremos
más hermanos. Desde la Puna hasta nuestro Chaco, desde los límites de
Bolivia hasta los límites con Tucumán y Catamarca los fieles han
expresado su amor por el Señor y la Virgen del Milagro”.