jueves, abril 18

La estrategia de Massa, atenazada entre la inflación y la recesión

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Nota extraída de TN por Marcos Novaro

El ministro no tiene el margen de Scaloni. No puede cambiar el equipo, ni menos la estrategia. Así que repite lo que más o menos funcionó y reza por que el tiempo pase. Encima, enfocado en el índice inflacionario, corre el riesgo de agravar la recesión 28 noviembre, 2022

  • Marcos NovaroInvestigador principal del CONICET, profesor de Teoría Política Contemporánea en la UBA, dirige el Centro de Investigaciones Políticas y el Archivo de Historia Oral de Argentina Contemporánea. Colabora en distintos medios gráficos y audiovisuales. Ver todas las entradas

Columna publicada originalmente en Todo Noticias

Si el pronóstico que Massa lanzó inflando el pecho esta semana sobre la inflación de abril del año que viene llegara a cumplirse, lo que tiene escasísimas chances de suceder, pero seamos por un momento optimistas, sería a costa de un parate feroz de la actividad económica.

Porque solo con una baja abrupta del consumo y una reducción descomunal del dinero circulante y la tasa de interés, como los que seguirían a un plan bónex o algún otro manotazo sobre la deuda en pesos, se podrían contener a la vez todas las vías por las que se reproduce hoy la suba de precios.

Y la recesión, tengamos en cuenta, ya la tenemos encima, a pesar del 6 y pico de inflación que arrastramos mes a mes. Según FIEL, en el mes de octubre la actividad industrial cayó la friolera de 3,3 puntos en relación al mes anterior, con estacionalidad, y crece apenas 1,3 respecto al mismo mes del año pasado.

El rebote respecto a la pandemia ya terminó hace tiempo, y el arrastre estadístico, para todo este año, será de poco más del 3 por ciento. No es rebote del gato muerto, pero se le parece. Y eso en la industria.

En el agro, las cosas están peor, principalmente por la sequía, que para el año que viene acarrea perspectivas aún más preocupantes. La seca, además, por ahora deprime los precios de la carne, porque los productores liquidan cabezas que no pueden alimentar. Pero cuando esa ola acabe, es de esperar que haya un shock de escasez y un rebote significativo de las cotizaciones al mismo tiempo, que significarán menos actividad, menos consumo y más inflación, la peor combinación imaginable.

La liquidación de la soja acumulada, mientras tanto, ayuda en estos meses a sostener el consumo y la inversión en las zonas agrícolas, porque muchos de los que liquidaron su cosecha anterior habrán comprado dólares, pero otros cambiaron maquinaria, vehículos o hicieron alguna mejora en sus campos. Sólo que eso también se va a agotar de acá a fin de año, cuando concluya la reedición del dólar soja. Y la falta de los recursos cuya liquidación ahora se está acelerando va a hacer las cosas el doble de difíciles el año próximo, si la nueva cosecha es tan mala como se pronostica.

El plan de Massa hace agua, en suma, y eso que estamos en los meses buenos del ‘programa’, hay que ver cómo estamos cuando empiece el baile en serio. Pareciera, sin embargo, que atentos mayormente a los precios, los funcionarios de Massa pasan por alto los riesgos de que la recesión empeore.

Será, tal vez, que la ortodoxia los ha obnubilado con sus recetas siempre simplificadoras, y ellos a su vez han convencido a los camporistas y el resto del oficialismo que la suba de precios es la única variable que importa para no perder las elecciones.

Si este fuera el caso, podría darse la paradoja de que los opositores de Juntos y los libertarios terminen reclamando medidas reactivadoras al kirchnerismo. Aunque lo más probable es que no lleguemos a tanto, Massa deje pronto de sobreactuar su celo antinflacionario y lo del 3 por ciento para abril quede en el olvido, como tantas otras promesas.

Kicillof, el jefe de campaña del kirchnerismo, seguramente lo va a exigir. Porque la oficial es una campaña casi exclusivamente bonaerense, y en la provincia, por ahora, la masiva transferencia de recursos públicos nacionales alcanza para mantener cierto nivel de actividad y consumo, pese a la inflación.

La prioridad del kirchnerismo es, lógicamente, que eso siga siendo así. La duda es si con eso alcanza, y si haga lo que haga Massa por sostener esa estrategia, la situación no va camino a empeorar.

Kicillof es ya en estos momentos el gobernador peor evaluado del país. Seguido de cerca por Alicia Kirchner, según el último sondeo de la consultora CB. El ‘pueblo’ del que habla el kirchnerismo existe solo en sus cabezas, el que existe en la vida real está harto de sus dirigentes. Axel sigue en carrera, de todos modos, no sólo porque la plata fluye sin límites desde las arcas nacionales para sostenerlo, sino también porque la oposición en la provincia está dividida.

Aunque es probable que este último beneficio, cuando arranque la campaña, se le termine. Como no pudieron suprimir las PASO, el voto opositor tendrá ocasión de concentrarse en la opción con más chances de derrotarlo bastante antes de llegar a la elección general. Si eso sucediera, los 30 y pico por ciento de los votos que retiene el actual gobernador no le alcanzarían para ser reelecto.

Por ahora, la única respuesta que tiene el kirchnerismo ante todos estos problemas es provincializarse al mango. Lo insinuó ya Cristina en el acto de La Plata, cuando dedicó un buen rato a hacer algo inédito, hablar de inseguridad en clave represiva y antigarantista, además de crítica del gobierno nacional.

Su planteo fue casi digno de Espert, consistió en exigirle a Aníbal Fernández que despliegue todos los gendarmes disponibles en el conurbano. Aunque lo disfrazó de progresismo, diciendo que no lo hacía porque supuestamente esos gendarmes ‘están en la Patagonia haciendo no se sabe qué’.

Ella sabe muy bien lo que están haciendo ahí, frenando la ofensiva violenta de los grupos mapuches. Y también debe saber que hay ya muchos gendarmes patrullando la provincia de sus desvelos. Pero la jefa siempre necesita repartir culpas, y en este caso necesitaba en particular despegarse de las críticas que señalan la política de seguridad como una de las más flojas tanto del gobierno nacional como del bonaerense.

La apuesta oficialista, como sea, tiene su lógica. El delito es uno de los temas que más influye en la opinión que los votantes tienen de sus gobernadores. Y mostrarse atento al problema permite, de paso, desentenderse aún más del otro asunto que encabeza las listas de preocupaciones, la inflación.

Ahora que, más allá de que sea lógica, hay que ver si les alcanza. Más todavía cuando a la inflación se le sume la recesión. Difícil que semejante combinación no se vuelva letal, a menos claro, que la oposición les haga fácil el trabajo.