La eterna estafa de la política argentina

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Nota extraída de Infobae por Manuel Adorni

El desincentivo a exportar es total y, sin embargo, lejos de promover medidas de apertura económica que provoquen el ánimo suficiente para que quién duda en producir para exportar se convenza de hacerlo, lo que el gobierno hace es ir exactamente en sentido contrario 1 julio, 2022

La medida tomada estos días por el Banco Central de la República Argentina en relación a las nuevas restricciones para importar no es más que la foto del final de un modelo que se agota.

En el esquema populista primero se intenta expropiar todo lo que se pueda a los exportadores ya que son ellos los encargados de conseguir los dólares que el gobierno necesita. Lejos de incentivarlos para que sus exportaciones se incrementen y con ello lo hagan los impuestos que los mismos pagan, les quitan sus dólares y se los pagan a un precio inferior al del mercado. Más allá que durante años se ha intentado que la sociedad crea que los dólares son del Estado, lo cierto es que no le pertenecen a otros que no sean los propios exportadores.

Quienes exportan sus bienes y servicios logran intercambiar por divisas su inversión, el riesgo que toman cada año y del esfuerzo y sacrificio que pone a disposición de su producción. La política ha intentado por décadas hacernos creer que los dólares no son de quien los gana sino del propio “Estado presente”. Lo cierto es que no: las divisas le corresponden a quienes exportan y el Estado las confisca a un precio muy por debajo del real. El BCRA hoy paga 130 pesos por dólar cuando el Dólar CCL (que representa de algún modo el verdadero valor de mercado del billete verde) ronda los 250 pesos, un 92% más que el precio oficial. Por lo que cada uno que intenta vender sus productos al mundo recibe apenas el 52% de lo que le verdaderamente le corresponde. Sin embargo la estafa no termina allí y no conforme con ello fueron por más: desde que se impusieron las retenciones hace dos décadas el Estado se quedó con cerca de 200.000 millones de dólares adicionales.

Para ser gráficos: quien exporta soja debería recibir 615 dólares por tonelada. Al tipo de cambio libre esto equivale a unos $153.750. Sin embargo en el medio el Estado se queda con buena parte de lo que le corresponde al exportador: los 615 dólares son pesificados compulsivamente al tipo de cambio oficial, por lo que los mismos se transforman en 79.950 pesos. A esto se le debe adicional un 33% de retención que equivale a unos 26.383 pesos. Esto implica que mientras correspondía hacerse de $153.750 el exportador termina recibiendo apenas $47.417 mientras el fisco se alzó con el mayor botín: $106.333. La voracidad es total.

Sin embargo este esquema estrafalario no parece haber sido suficiente para los insaciables populistas. El desincentivo a exportar es total y sin embargo, lejos de promover medidas de apertura económica que provoquen el ánimo suficiente para que quién duda en producir para exportar se convenza de hacerlo, lo que el gobierno hace es ir exactamente en sentido contrario cerrándonos cada vez más dentro de nuestras propias fronteras.

Hoy el 87% de las importaciones corresponden a bienes y servicios necesarios para que la economía argentina pueda respirar. Ese porcentaje responde a repuestos de maquinarias, insumos y hasta energía: el 20% de las importaciones corresponden a cuestiones energéticas. 87 de cada 100 dólares utilizados para la importación son necesarios para que la economía funcione. Lo que hicieron con la última medida -que implica en la práctica cerrar el grifo de las importaciones- es literalmente frenar la rueda económica. Ya no solo se saquea a los exportadores sino que ahora se funde a los importadores y se frena el crecimiento económico. El delirio parece ser total.

Esto seguramente tampoco va a alcanzar para saciar a los gastadores compulsivos de nuestros políticos por lo que seguramente ya estén comenzando a observar con cierto apetito el déficit de divisas que representa hoy el “dólar turista” (que son aquellos dólares consumidos con la tarjeta de crédito) y el “dólar ahorro” (que corresponde al cupo de 200 dólares para aquellas 770.000 personas que cada mes logran hacerse de ellos en la ventanilla de un banco).

El déficit turístico del primer semestre del año ha sido de unos 3.100 millones de dólares (ya que los argentinos gastamos con tarjeta de crédito en el exterior pero aquellos extranjeros que hacen turismo en el país venden sus dólares en el mercado paralelo por lo que jamás son captados por las garras del Estado). Como dijo en algún momento el actual Presidente de la Nación, esto es una puerta giratoria: se puede trabar para que no salgan los dólares pero generará que tampoco entren. Esperemos que Alberto Fernández recuerde sus propios dichos y deje de culpar por el faltante de divisas al “gran crecimiento económico” que por desgracia solo existe en su propia fantasía.

Necesitamos salir urgente de esta encerrona en la que nos han metido, generando cada vez más pobres, salarios cada vez más miserables y un futuro incierto que solo se puede observar con mucha angustia y preocupación.