martes, abril 23

La foto del desarreglo: la mala idea de juntar a Cristina con Fernández

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Nota extraída de Clarín por Ricardo Roa

Presidente y vice quisieron hacer como que aquí no pasó nada y en el acto que compartieron en la Rosada justo pasó eso: nada. La piñata electoral de Manzur con doce anuncios en una semana y un sonoro fallido de Cristina.

¿Juntos? Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el primer acto que compartieron tras las caída en las PASO y la carta con exigencias de la vice al presidente.

Si la idea era aparecer juntos para mostrar que aquí no pasó nada, quedó claro que fue una mala idea. Y quedó clarísimo en las fotos. En una, Fernández lee apuntes de su discurso y Cristina mira para otro lado, casi dándole la espalda. Y en las otras, mientras Fernández habla, ella tampoco lo mira o mira al vacío, siempre con el gesto de no me importa lo que estás diciendo.

No hubo una sola expresión de cercanía ni el mínimo esfuerzo por disimular un clima frío como un freezer. Al entrar, Manzur había pretendido acercarlos con un chiste que ninguno de los dos festejó. Otra mala idea: se notó. Massa, que no se pierde una, esta vez se borró. El Presidente no nombró nunca a la vice y cuando terminó, se fueron por separado: él a su despacho y ella al despacho de Wado de Pedro, el ministro que hizo punta con su renuncia en el ataque contra Fernández y al que él ha dejado de llamar Wadito.

La foto no fue la foto del arreglo: fue la foto del desarreglo. Chau mensaje seguimos unidos como siempre. Hay una tregua y la tregua está pegada con engrudo: ¿cómo llegarán juntos hasta las elecciones? Ni siquiera han podido ponerse de acuerdo sobre cómo sacar adelante la campaña, reemplazada con anuncios improvisados y de apuro. Ha quedado en manos de un hiperactivo Manzur, que se queja de haber encontrado un gran desorden y ministros que trabajan muy poco.

En el acto que compartieron el jueves en la Rosada no hubo un solo gesto de acercamiento entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Foto: AP

En el acto que compartieron el jueves en la Rosada no hubo un solo gesto de acercamiento entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Foto: AP

Tal vez por eso esté ansioso por mostrar que arranca temprano y se hace cargo de la gestión. Pero Cristina lleva el control más de lo que se supone. Manzur invitó a sus amigos de la CGT para charlar en confianza y les dijo que sumaría a Fernández. Pero también apareció De Pedro, como un comisario político. Obvio: todo el mundo terminó diciendo generalidades.

Nadie sabe qué pasa por la cabeza de Fernández. Manzur había juntado días antes a Máximo, De Pedro, Kicillof, Insaurralde y Massa para revisar la derrota en Buenos Aires. Hasta llevaron a Aníbal Fernández, que de derrotas es uno de los que más sabe, sino el que más sabe. ¿Y qué hacía en ese momento el Presidente? Recibía al sindicalista Baradel, tras lo cual filosofó tuiteando: “para nosotros la educación es una prioridad”.

Hoy analice con @HugoYasky , @RobiBaradel y @soniaalesso1 la situación de los docentes nacionales jubilados y la posibilidad de recomponer sus ingresos. También observamos el financiamiento de la educación en el presupuesto nacional.
Para nosotros, la educación es prioridad. pic.twitter.com/k8ZrypPc0V— Alberto Fernández (@alferdez) September 28, 2021

Fernández está haciendo cosas que no había pensado hacer nunca. Lo han convencido de que se muestre cerca de la gente y lejos de los políticos y le arman encuentros para las redes. Paseó por una cooperativa de ex convictos en Lanús y, como los macristas con el timbreo, fue a Ensenada a tomar notas de qué quieren los vecinos. También recorrió una feria en Dock Sud, visitó el Aeroparque con militantes kirchneristas de Aerolíneas y hasta viajó a Luján donde rezó con peregrinos el Ave María. Sólo le faltó pedirle una manito a Dios, como Manzur.

Después de declarar terminada o más o menos terminada la pandemia, Manzur armó una piñata electoralista con formato de anuncios. Doce en una semana: salario mínimo, turismo, jubilados y beneficiarios de la AUH, ganancias, personal doméstico, cepo a la carne, jubilaciones anticipadas, créditos a pymes, vuelta de hinchas a las canchas, Conicet y agroindustria. No apuntan a mejorar la economía sino el desempeño electoral. Algunas son tan poco efectivas como regalar bicicletas.

Para el kirchnerismo, son tiempos de escrúpulos (si quedaban) afuera. No es por vergüenza de perder en noviembre: es por temor de perder senadores y diputados y que Cristina sienta más complicado el prometido desahogo judicial que todavía Fernández le adeuda. Para muestra, este fallido que tuiteó la vice y es para leer al revés: “¿Ves para qué quieren Macri y Larreta más legisladores? … quieren garantizar la impunidad de Macri”. La paja en el ojo ajeno.